
Unas expectativas hinchadas y un éxito inicial que se subió demasiado pronto a la cabeza de la compañía han hecho de GoPro la próxima entidad carne de cañón bien para ser comprada, con nombres como Apple, Garmin o DJI entre las principales quinielas o peor aún para acogerse a una posible suspensión de pagos.
El fabricante de cámaras anunciaba el lunes su intención de eliminar el 20% de su fuerza laboral y abandonar el mercado de los drones tras una particular travesía por el desierto de la que no consigue levantar cabeza. Sus acciones han perdido casi el 85% de su valor y su capitalización de mercado se limita a los 840,3 millones de dólares, una baratija para la de Cupertino.
Poco queda ya de aquellos 70 dólares a los que llegaron a cotizar sus títulos, cuando su salto al mercado llegó apadrinado por la esperanza de que la compañía acabaría por convertirse no en un excelente fabricante de videocámaras sino en un portal de licencia de contenidos. Robert Stone, analista de Cowen, escribía en 2015 que un rápido crecimiento así como una expansión del margen de operaciones se convertirían en los pilares a corto plazo para la compañía. A largo, serían la monetización de contenido, los drones y la realidad virtual, los catalizadores que garantizarían su éxito.
Una predicción que no ha llegado a cumplirse, ya que categorizar a una compañía de consumo, con un producto de nicho, como una plataforma de estilo de vida no ha conseguido enderezar las cuentas de la compañía. GoPro anunciaba esta semana que sus ingresos para el cuarto trimestre serán de alrededor de 340 millones de dólares, su peor marca durante la importante temporada de compras navideña desde que comenzase a cotizar públicamente.
Ahora muchos viran su atención en Snap, la matriz de la aplicación Snapchat, una compañía que también se autodenomina como una "empresa de cámaras". Su salida a bolsa el pasado marzo se postuló como una de las más esperadas el año pasado, con una recaudación aproximada de 3.400 millones de dólares. Por aquel entonces mucho la definían como una compañía "más sexy que Facebook" y pronosticaban que su capitalización de mercado podría superar los 100.000 millones de dólares en 2020.
Nada más lejos de la realidad. Al menos, de momento. Sus títulos se han dejado un 48% de su valor desde entonces y cotizan cerca de los 14 dólares, tres dólares menos del precio fijado en su salida a bolsa. En su tercer trimestre fiscal de 2017, la compañía liderada por Evan Spiegel, registró pérdidas por valor de 443,2 millones de dólares y asumió un cargo extraordinario de 40 millones de dólares por las gafas Spectacles no vendidas. El primer producto de hardware de la compañía no ha generado la euforia prevista pese a que la compañía registró un aumento del 3% en sus usuarios hasta alcanzar un total de 178 millones de usuarios activos.
El pasado noviembre, tras tres trimestres consecutivos de pérdidas, la compañía decidió modificar Snapchat para reorganizar el contenido de los usuarios. El nuevo diseño de su aplicación incluye un factor importante de la estrategia de Facebook y es la organización algorítmica del contenido. Un lavado de cara que todavía debe surtir efecto. La semana pasada, Jefferies rebajó su calificación para los títulos de Snap a mantener desde comprar, citando la valoración de la compañía y las posibles "turbulencias" relacionadas con el rediseño de su aplicación.