
Brooke Peterson, la hija de un empleado de Apple, tuvo la fatal ocurrencia de 'tomar prestado' de su padre el nuevo iPhone X, dispositivo que en los próximos días llegará al mercado y cuyos detalles son absolutamente confidenciales entre las personas que oficialmente han tenido acceso al dispositivo. Como resultado, su padre ha acabado despedido y ella ha salido a pedir disculpas públicamente tras borrar el vídeo.
Y es que, la política de Apple, como la de cualquier otro gran fabricante de tecnología, cada vez es más severa en materia de filtraciones, con sanciones multimillonarias en caso de fuga de información.
El caso es que la joven Brooke desconocía que el smartphone de su padre era casi un secreto de alto estado y fue tenerlo en sus manos para lanzarse alegremente a grabar un vídeo y compartirlo a través de YouTube. Como era de esperar, la grabación se hizo viral y llegó a cientos de páginas tecnológicas, así como al cuartel general de la compañía en Cupertino.
El origen de la ruptura del embargo estaba claro: el padre de Broker Peterson formó parte del ejército de ingenieros que participó en el desarrollo del terminal y, por tanto, firmó las cláusulas de confidencialidad que esta semana saltó por los aires muy a su pesar. Hasta la puesta a la venta del icónico smartphone, esperado para el próximo 3 de noviembre, cualquier detalle ajeno a lo dicho por la compañía podía ser denunciable.
Las consecuencias laborales inmediatas fueron fulminantes: despido del empleado y escarnio para que el resto de la plantilla tome nota de lo que puede ocurrir ante cualquier despiste. La regañina familiar debió ser considerable, tanto como el cese fulminante en una de las compañías más atractivas para trabajar en el mundo.
Brooke pide perdón
De poco sirvió que Brooke descolgara su vídeo de YouTube mientras se propagaba fuera de su control en cientos de sitios web. Tampoco sirvió un nuevo vídeo de Brooke exculpando a su padre, una persona extraordinariamente valiosa y ejemplar para su hija.
En la misma grabación, la joven también recordó que el nuevo iPhone X ya había protagonizado abundante literatura tras la presentación del pasado septiembre, así como en las posteriores informaciones aparecidas en prensa. Pero el problema que desconocía Brooke es que el dispositivo que aparecía en escena podía arrojar datos sensibles para los competidores que detuvieran la imagen y copiaran nombres clave o códigos QR que presuntamente aparecían en pantalla.