Tecnología

Estados Unidos quiere un nuevo misil nuclear, pero no sabe cuánto le va a costar

  • Su programa de disuasión no tiene referencias en las que fijarse

Cuando los misiles Minuteman III entraron en servicio a comienzos de la década de los años 70, eran el último grito en tecnología militar de EEUU. Con un alcance de unos 13.000 kilómetros, pueden volar a una altitud de 1.120 kilómetros (salen de la atmósfera para viajar más rápido) e impactan con una precisión de 200 metros con su carga de explosivo nuclear de más de 400 kilotones -la bomba de Hiroshima tenía unos 13-. Ahora ha llegado la hora de retirarlos, pero el Pentágono tiene un problema: no sabe bien cuánto le va a costar.

El problema, para los encargados de administrar el hipertrofiado presupuesto militar de Estados Unidos, es que no hay demasiadas referencias. Las últimas adquisiciones de misiles balísticos, ya sea de los que se lanzan desde tierra o de los lanzados desde submarinos, se realizaron en los 90, y desde entonces la economía y la tecnología han cambiado tanto, que es muy complicado dilucidar cuánto dinero habrá que poner en manos del conglomerado industrial militar.

Entre los parámetros cuyo cálculo es sencillo está el de la cantidad de misiles a compar: 642 misiles, que deberían servir para disponer de un arsenal con no menos de 400 de ellos en funcionamiento permanente (el resto estarían en reserva o rotando en los ciclos de mantenimiento).

De momento los responsables del Pentágono han sacado de la chistera un primer presupuesto de 85.000 millones de dólares (unos 75.500 millones de euros). Eso son unos 117 millones de euros por cada uno de estos proyectiles, una cifra bastante contenida. Demasiado, para algunos.

Kingston Reif, analista de la Asociación para el Control de Armas, con sede en Washington DC, asegura que el Gobierno está "aceptando un gran riesgo al cifrar en 85.000 millones de dólares" el coste total del proyecto.

"Es mejor, desde la perspectiva del buen gobierno, partir de la contingencia y realizar un presupuesto mayor ahora y reducirlo en su caso en el futuro, que hacer lo contrario y que como consecuencia dentro de 10 años haya que multiplicar el precio final y se ponga en riesgo la viabilidad del propio programa".

Pero la política de la Casa Blanca es tozuda, y presupuestar por debajo del coste real es la norma en los proyectos militares más emblemáticos, como es el caso de los cazas F-35 (o los fallidos F-22). Eso permite al legislativo aprobar programas de armamento con costes astronómicos sin tener que dar más explicaciones de las necesarias a los contribuyentes.

Sea cual sea el precio final, lo cierto es que el programa para esta nueva generación de misiles nucleares -su nombre no se conoce aún- ya ha dado los primeros pasos, necesarios para que los 400 misiles citados estén listos en la próxima década, y hasta 2075.

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