
Los exoesqueletos, esas máquinas que se visten como si fuesen un traje, han demostrado que pueden dar a una persona normal la fuerza de un robot. Dando una vuelta de tuerca a la idea, un grupo de investigadores los adaptó para que los parapléjicos pudiesen controlarlos mediante su mente. Un par de años después, han comunicado un resultado inesperado, y sorprendente: gracias al uso del software que controla los exoesqueletos, los afectados han conseguido recuperar parte del control sobre sus propias extremidades.
Esa es la conclusión del polémico Walk Again Project, liderado por el neurocientífico Migel Nicolelis, que durante un año entrenó a ocho pacientes afectados por lesión medular completa usando sensores cerebrales, un simulador y gafas de realidad virtual.
En dos sesiones por semana, los pacientes aprendían a controlar los movimientos de su avatar en un mundo generado por ordenador, y los de un brazo robótico mediante el pensamiento. La arriesgada propuesta de Nicolelis, que ha sido acogida con bastante escepticismo por la comunidad científica, es que esos entrenamientos sirven al cuerpo y al cerebro para reprogramarse, y volver a entenderse entre sí.
Reprogramar el cerebro
"Su idea es potenciar las señales neurológicas que inducen plasticidad y permiten sanar el cerebro", explica Bolu Ajiboye, un desarrollador de interfaces mente-ordenador de la Case Western University, sobre cómo funciona el experimento de Nicolelis.
Pese a que las dimensiones del estudio son demasiado reducidas como para sacar conclusiones definitivas (harán falta nuevas pruebas, y con muchos más participantes), la comunidad científica ha venido recogiendo pruebas de forma creciente que apuntan a que ese tipo de retroalimentación, como la de observar a un avatar que el paciente controla, podría servir para sanar lesiones neurológicas de todo tipo, incluso las provocadas por infartos.
Nicolelis asegura que eso es justamente lo que está ocurriendo con sus pacientes: tras los entrenamientos, han demostrado que son capaces de realizar leves movimientos con las piernas voluntariamente, y han recuperado algo de sensibilidad. El avance es pírrico y no permite ni mucho menos que los parapléjicos puedan volver a caminar sin ayuda, pero el investigador recuerda que este "es el primer estudio a largo plazo con interfaces cerebro-máquina que muestra una recuperación, siquiera parcial".
La teoría es que, al intentar conectar con la máquina, los pacientes reprograman sin querer su cerebro y le ponen en comunicación con los nervios que quedan en su médula espinal, pero queda tiempo aún para poder entender exactamente cómo funciona este mecanismo.