Tecnología

Exoesqueletos, nanotecnología, impresión 3D: los chips invaden el hospital

Exoesqueletos que ayudan en la rehabilitación de pacientes con ictus, nanotecnología que distribuye los medicamentos de forma inteligente, implantes biodegradables por impresión 3D, drones contra los insectos del zika... La medicina y la tecnología se alían para que vivamos más años. Consulte más información en la revista elEconomista Tecnología.

En el Neolítico, la esperanza de vida del hombre estaba en los 20 años. Hubo que esperar 10.000 años, hasta 1900, para doblar ese registro. Y precisamente ha bastado un siglo para multiplicar por dos esa esperanza de vida hasta los 80 años.

Es solo un dato del espectacular desarrollo científico y tecnológico que se ha vivido en la última centuria. En el mundo tecnológico, podemos recordar desde la invención del aeroplano a Internet, pasando por la radio, la telefonía o la televisión. En el campo científico, podemos hablar del descubrimiento de vacunas, de los trasplantes de órganos, de la medicina regenerativa y personalizada... Lo cierto es que el conocimiento humano ha protagonizado una evolución imparable. Y todo apunta a que cada vez viviremos más años y con mejor calidad de vida. Ese es el objetivo último.

En ese camino, la tecnología y la medicina han ido intrínsecamente unidas, digamos de la mano. Esa colaboración va a más. Días atrás, tuvo lugar en Madrid una jornada para analizar Cómo la tecnología está transformando la medicina. Las fundaciones Ramón Areces y Pfizer reunieron a expertos, todos ellos españoles, que dejaron claro con múltiples ejemplos las nuevas posibilidades que se están explorando dentro y fuera de nuestras fronteras. También en esto tenemos motivos para sacar pecho.

El uso de exoesqueletos para rehabilitar a pacientes que han sufrido un accidente, implantes biodegradables y cada vez más sofisticados, nano-dispositivos más precisos y selectivos, el uso de impresión 3D y de células madre, drones que podrían acabar con insectos que transmiten enfermedades como el dengue o el zika... Son solo algunos de los avances que se están produciendo.Como curiosidad, para poder progresar en todos estos campos, los doctores han cambiado el chip y ahora trabajan en equipos multidisciplinares en los que también encontramos a biólogos, físicos, ingenieros de materiales, químicos, expertos en robótica e inteligencia artificial...

Para el moderador de este encuentro científico, el doctor José Luis Puerta López-Cózar, "las tecnologías actuales aceleran y transforman el conocimiento sobre el ser humano y todo lo relacionado con el amplio campo de la clínica". Por su parte, Ramón Martínez Máñez, director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red en el área temática de Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina, entiende que "se dice que la nanotecnología está llamada a ser la próxima revolución industrial y, sin duda, la medicina se va a ver beneficiada de muchos desarrollos en este campo".

Liberación inteligente de fármacos

En la actualidad, se puede hablar de tres grandes áreas en las que la nanomedicina está consiguiendo un impacto importante. Por un lado, encontramos las técnicas para dar con el diagnóstico de la enfermedad, en las que se está avanzando para conseguir dispositivos cada vez más pequeños y eficaces capaces de detectar patologías de forma precoz y a partir de muy pocas moléculas o células.

Por otro lado, hay que hablar de la liberación inteligente de fármacos, que son nanopartículas que viajan por el organismo y que liberan el principio activo del medicamento en el momento y el lugar exacto para eliminar células cancerosas... Y, en tercer lugar, existe un potencial enorme en la medicina regenerativa, que, como su propio nombre indica, restaura células, tejidos e incluso órganos.

Para Martínez Máñez, "desde el punto de vista de la investigación, hay que continuar trabajando en lograr nanodispositivos cada vez más precisos y selectivos, implantes más sofisticados y biodegradables, el uso de impresión 3D y de células madre..." Para ello, según subraya este experto, la colaboración es fundamental, no solo entre equipos formados por profesionales de muy distintas disciplinas, sino por las alianzas entre muy distintos centros de investigación.

Desde el campo de batalla

Sorprende comprobar también cómo adelantos que fueron creados en principio para el ámbito militar están encontrando aplicaciones más que interesantes en la esfera clínica. Es el caso por ejemplo de los exoesqueletos, que tenían como objetivo que un soldado pudiera transportar mucha más carga en sus misiones. Están dando buenos resultados en pacientes que han sufrido un ictus, que tienen una parte de su cuerpo limitada, con movilidad reducida.

Estos, al intentar andar, dan un paso mucho más corto y temeroso con la parte más afectada por ese episodio cerebral. El exoesqueleto se encarga de potenciar la parte malograda, forzándole a realizar el movimiento completo al andar y restaurar ese patrón. "El exoesqueleto ha de identificar a partir de sus sensores cuál es la intención del usuario y ha de asistir sus movimientos a partir de la a plicación de fuerzas en los segmentos del cuerpo del paciente.

Por tanto, la seguridad en el uso del dispositivo es primordial", explica el ingeniero José Luis Pons Rovira, director del Grupo de Neurorrehabilitación del Departamento de Neurobiología Funcional y de Sistemas del Instituto Cajal-CSIC.

Según los expertos, los exoesqueletos formarán parte de la rutina diaria de la rehabilitación de estas personas en los próximos cinco años. Para ello, será necesario lograr economía de escala, pues los actuales exoesqueletos son el resultado de una inversión de varios millones de euros y muchos años de pruebas. También habrá que seguir mejorando estos dispositivos, pues como apunta Pons, "estos tienen que responder de forma más natural a las intenciones del usuario, tienen que ser más cómodos de usar y ofrecer un abanico de posibilidades más amplio". Los primeros pasos ya se están produciendo, por ejemplo, en el Hospital de Parapléjicos de Toledo. Su despliegue, por tanto, es tan solo cuestión de tiempo.

Drones contra los mosquitos

Capítulo aparte merece el uso de drones. Para el CEO de Arborea Intellbird, Carlos Bernabéu, "la seguridad, los últimos avances tecnológicos o la regulación modularán la implantación de estas soluciones, que se encuentran todavía en un estado incipiente". Un ejemplo de ello sería poder trasladarlos hasta selvas o zonas en las que se encuentran los mosquitos que contagian enfermedades como el dengue o el zika. Así se evitaría que los especialistas tuvieran que trabajar sobre el terreno y que se contagiaran de la enfermedad. Sin embargo, por esas medidas imprescindibles de seguridad aérea, estas operaciones por el momento solo pueden llevarse a cabo a baja altura y en zonas despobladas, o allí donde no se registra mucha actividad aérea, pensando sobre todo en grandes regiones de África y América Latina...

El uso de drones también tendría aplicaciones para el traslado de medicamentos o vacunas a zonas difíciles, el análisis de microorganismos, alérgenos o contaminantes del aire, la detección de vectores infecciosos, la toma de muestras en áreas de riesgo, la monitorización de factores ambientales claves para la aparición de patógenos, la generación de mapas físicos de riesgo, el fumigado preciso con agentes biológicos capaces de neutralizar vectores, el traslado de órganos o la intervención en procesos de emergencias.

Más beneficios que amenazas

El uso de la tecnología, sobre todo en campos como el de la medicina y la ciencia, siempre está vinculado a aspectos éticos. En este sentido, José Luis González Quirós, profesor de Filosofía de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, considera que "las tecnologías biomédicas, sin duda, generan controversias". "Sin embargo, me parece que, más allá de casos discutibles y extremos, el desarrollo de este sector está produciendo mucho más beneficio que amenazas.

Además, los beneficios son reales y las amenazas bastante imaginarias, al menos hasta ahora. Creo que tampoco hay que confundir tecnologías con fantasías, aunque a veces pueda parecer que no sea fácil distinguir unas de otras". Para este experto, "las posibilidades de que las tecnologías deshumanicen son realmente muy escasas; lo que deshumaniza es la estupidez, que, al fin y al cabo, también es bastante humana", concluye.

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