
Esta semana se despejarán las incertidumbres que desde hace más de un año afectan al negocio británico de Telefónica y a Hutchison Whampoa. En concreto, Bruselas anunciará su veredicto sobre la fusión del grupo chino y O2, filial británica de Telefónica. Las previsiones del mercado anticipan la prohibición de la operación, algo que el grupo español tiene asumido y descontado.
Pero si los augurios se cumplieran, los efectos colaterales de la decisión también salpicarán al resto de las telecos con intenciones de hermanarse en suelo europeo. Según fuentes conocedoras de la situación, el ejecutivo comunitario alegará motivos de competencia y de equilibrio de mercado para impedir que una multinacional china se convierta en el primer grupo de telefonía móvil británico, por delante de sus compañías de bandera como BT-EE (Everything Every- where) o Vodafone.
Precisamente estos dos rivales de O2 y Three (marca de Hutchison) han mostrado su desacuerdo con las intenciones del grupo chino. Y lo mismo hicieron los supervisores de la competencia británicos, con mensajes contundentes en los que instaban a Bruselas a vetar la compra.
Los planes 'B'
La decisión en firme de la Comisión Europea dará paso a los diferentes planes B que desde hace tiempo maneja Telefónica. De esa forma, la frustrada operación, -valorada en 14.000 millones de euros-, animará a la teleco a intentar reducir su deuda de 50.213 millones a través de otras formas. Los planes de reducir su ratio de deuda/oibda hasta 2,35 veces a través de la venta de O2 quedarán aparcados en espera de otros acontecimientos.
En el punto de mira de la teleco se encuentra la posibilidad de encontrar otro grupo interesado en adquirir O2, pero sin incurrir en premuras ni en pasos en falso. El negocio del móvil en el Reino Unido, considerado actualmente como activo puesto a la venta, seguirá creciendo de forma orgánica.
Ángel Vila, director financiero de Telefónica, asegura que "no hay prisas", como recalcó recientemente a los analistas: "O2 es un activo muy atractivo, tenemos muchas alternativas, algunas nos permitirían combinar la generación de caja de Reino Unido con una desinversión parcial; otras implicarían pérdida de control, también tenemos soluciones en el mercado de capitales o en la venta o fusión del activo".
Al margen de la venta total o parcial de O2, Telefónica podría realizar desinversiones de activos no estratégicos, así como desprenderse de participaciones minoritarias en otras empresas. Según los expertos, "Telefónica dispone de recursos en cartera susceptibles para poner en valor tiene más que suficientes".
Los mismos analistas también contemplan las posibilidades que ofrece Telxius, la nueva filial de Telefónica en la que se agrupan varios activos de infraestructura del grupo. Los planes de la compañía pasan por sacarla a bolsa a finales del segundo trimestre o principios del tercer trimestre, posiblemente en un porcentaje próximo al 40%. No obstante, la multinacional mantiene la puerta abierta a la venta de dichos activos si surgiera una oferta interesante. Según los cálculos proforma, Telxius alcanzó en 2015 unos ingresos de 680 millones de euros. Su atractivo parece incuestionable, con más de 65.000 kilómetros de cable submarino de fibra óptica, de los que alrededor de 31.000 kilómetros son en propiedad, y en torno a 16.000 torres en España, Alemania y varios países de Latinoamérica. Por último, y como ya se anunció meses atrás, en el caso de que no se materialice la venta de O2 a Hutchison, el grupo adoptaría al pago del dividendo pendiente a través del modelo del dividendo optativo.