Mucho tendrá que mejorar el estado de la tecnología para que los criminales, que están empezando a utilizar los drones para tareas varias como introducir droga en prisiones o vigilar a sus objetivos, puedan esquivar a los nuevos miembros de las fuerzas de seguridad holandesas.
Porque han recurrido al viejo arte de la cetrería para derribar a los robots voladores, y han demostrado que las águilas pueden ser más efectivas contra ellos que un rifle de postas o que freir sus sistemas de comunicaciones con interferencias.
Entre otras cosas, porque las águilas holandesas capturan al drone y lo traen de vuelta a tierra, mientras que las otras técnicas implican siempre y necesariamente que el drone pierda el control de su vuelo y se precipite contra el suelo, amenazando la seguridad de bienes y personas.
La policía holandesa ha confirmado que está muy satisfecha con los resultados de las primeras pruebas, y en los próximos meses decidirá si convierte este programa piloto en una unidad más de sus fuerzas.