Tecnología

Estados Unidos debate cómo usar un misil microondas que es capaz de dejar K.O. a ciudades enteras

  • Emite pulsos energéticos que destrozan los equipos electrónicos

Por futurista que parezca CHAMP (siglas en inglés del Proyecto de Misil Avanzado Antielectrónico de Microondas de Alta Potencia) no es un mero concepto de diseño. Es un arma completamente nueva y funcional, que está lista para su despliegue por el ejército de Estados Unidos y que promete destruir sólo los equipos electrónicos en su radio de acción, pero sin tocar un pelo a las personas y los animales.

Keith Coleman, responsable del proyecto en Boeing, se ufanaba en 2012 del éxito de las primeras pruebas, que demuestran que el dispositivo es capaz de freir a distancia ordenadores, teléfonos móviles, o sistemas de control eléctrico, entre otros muchos dispositivos.

"Esta tecnología abre una nueva era en la guerra moderna", señalaba Koleman, que además recordaba que la precisión del CHAMP es tal que permite atacar sólo un edificio sin afectar a los colindantes. "A medio plazo, esta tecnología podría ser utilizada para dejar fuera de combate los sistemas del enemigo antes incluso de que lleguen los primeros aviones o las primeras tropas", añade.

En una época en la que la mayor parte del equipamiento militar depende de una forma u otra de sistemas electrónicos, CHAMP permitiría -por ejemplo- dejar K.O. a un centro de mando y control, inutilizar un sistema antitanque o convertir en chatarra unas gafas de visión nocturna.

Es fácil imaginar también su uso en instalaciones civiles, como grandes centros de datos o centrales eléctricas: un ataque a estas infraestructuras podría paralizar ciudades enteras y no causar una sola baja.

Microondas a toda potencia

La clave de este misil es un pequeño equipamiento fabricado por Raytheon, un módulo que es capaz de lanzar varios pulsos de microondas y de dirigirlos al objetivo, y con tamaño suficientemente reducido como para ser montado en un misil. El resto de sus especificaciones son sin embargo aún secretas.

No se conoce en detalle cuál es la fuente de energía utilizada para emitir las ondas. Tampoco la frecuencia de esos pulsos, ni su potencia, que es en todo caso suficiente como para que los equipos afectados dejen de funcionar por completo (a diferencia de los sistemas destinados a causar interferencias, cuyos efectos son sólo temporales).

El secreto en este caso es clave no sólo para mantener el liderazgo tecnológico de Estados Unidos, sino también para evitar que los enemigos de la superpotencia puedan diseñar sistemas electrónicos resistentes al CHAMP mediante blindajes electromagnéticos.

Lo que sí está claro es que la tecnología está lista para ser usada, pero la descoordinación entre departamentos militares está dificultando su despliegue. Por una vez, el debate en Estados Unidos no gira en torno al coste de un novísimo sistema de armamento, sino a las razones por las cuales no está ya en funcionamiento.

Richard Nugent, un congresista republicano, acusa a las Fuerzas Aéreas de EEUU de ser demasiado celosas respecto al vehículo en el que debe montarse este peculiar horno-arma. El ejército del aire quiere adaptar el arma a vehículos recuperables (es decir: montarla en alguno de sus aviones, tripulados o no), pero aún no parece haber decidido cómo harcelo.

Por contra, Nugent cree que se está perdiendo un tiempo preciso, y recomienda instalar CHAMP en misiles crucero convencionales que podrían ser desplegados en cuestión de meses, sin que eso impida seguir avanzando en el desarrollo de un emisor de microondas para aviones.

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