
El X-47B, un prototipo de avión no tripulado de nueva generación que Estados Unidos está desarrollando, ya había hecho historia el pasado año al demostrar que puede operar normalmente en un portaaviones junto al resto de cazas convencionales, y sin alterar la cola de despegue y aterrizaje. El pasado miércoles, este avión teledirigido volvió a entrar en los libros de historia de la tecnología militar al ejecutar con éxito el primer repostaje en vuelo realizado por un dron.
Las operaciones de abastecimiento en vuelo son comunes en las fuerzas aéreas de los países más desarrollados: en ellas, el avión que va a repostar se acerca progresivamente a la cola avión cisterna, que vuela nivelado, para terminar enganchándose a un conducto a través del cual se le suministra el combustible.
Durante el tiempo que dura el repostaje, los dos aparatos deben mantenerse en cierto modo unidos, y moverse con una sintonía casi perfecta. Precisamente la proximidad de dos aeronaves con capacidades de vuelo tan dispares, y el flujo de combustible altamente inflamable, hacen de esta operación una de las más delicadas de la aviación militar.
Esa es la razón que ha animado al ejército de Estados Unidos, y más en concreto a su marina armada, a publicar este vídeo en el que se puede comprobar cómo el dron se acerca con extrema suavidad al avión cisterna, hasta conectar su pértiga con la manguera de combustible.
El X-47B pertenece a una generación de aviones no tripulados desarrollados por Estados Unidos en esta década, cuya capacidad se acerca más a la de los bombarderos convencionales, y por ello su tamaño es considerablemente mayor que los drones que utiliza desde hace una década para vigilar objetivos y, en ocasiones, lanzar ataques precisos con una carga de armamento reducida.
Este dron en concreto es capaz de despegar y aterrizar desde portaviones convencionales de la Marina de EEUU, y aunque sus especificaciones se conocen sólo de forma limitada, se sabe que es capaz de volar a una velocidad de Mach 0,9 -poco más rápido que un avión de línea comercial, aunque relativamente lento para un avión de combate-.
Puede ascender a 40.000 pies de altura, cuenta con un peso máximo al despegue de poco más de 20 toneladas (sólo tres toneladas menos que un F-18), y una autonomía de casi 3.800 kilómetros. Eso es distancia suficiente como para volar -por ejemplo- desde el golfo Pérsico hasta Kabul (Afganistán) y retornar a su portaaviones, aunque su capacidad de repostar en vuelo permitiría que volase de manera prácticamente indefinida.
El X-47B ha sido desarrollado por el gigante aeroespacial Northrop Grumman, y se calcula que hasta la fecha Estados Unidos ha gastado más de 800 millones de dólares, unos 734 millones de euros, en el programa destinado a crear este prototipo.
Al tratarse de un avión controlado de forma remota, no cuenta con tripulación y puede ser manejado desde cualquier punto del planeta que cuente con conexión a la red global de comunicaciones del ejército de Estados Unidos.