
El Mobile World Congress (MWC) cerró ayer sus puertas con la convicción de que la industria global de las telecomunicaciones goza de una excelente salud. Al menos en apariencia, la autoestima del gremio cotiza al alza. MWC 2012: software, cacharros y chinos.
Nadie les puede discutir que Internet se consume en movilidad, que viajará siempre en el bolsillo y que forma parte esencial de la vida profesional y personal de miles de millones de personas. Y eso no hay crisis que lo frene.
Todo lo anterior invita al optimismo, estado de ánimo de gran mérito en los tiempos que corren, donde la caída del consumo y los recortes de gastos obligan a los operadores y fabricantes a actuar con cautela. Debe de ser que el sector está acostumbrado a innovar y competir como si le fuera la vida en ello.
De lo visto y oído en el MWC se desprende la idea global de que las empresas allí representadas están por encima de la penuria que azota a otras actividades. Quizá han elevado sus miras para sentirse con fuerza para mejorar el mundo, facilitar la vida de las personas, incrementar la productividad de las empresas y crear nuevos negocios allá donde exista terreno fértil. Pero, al mismo tiempo, la gran feria del móvil puso sobre la mesa cinco grandes asuntos que, a buen seguro, han eclipsado los centenares de buenas iniciativas y proyectos que bullían en la feria.
El primer acontecimiento que vincularán los profesionales españoles con esta edición es el fin de las subvenciones de los terminales por parte de Telefónica. La multinacional que preside César Alierta anunció el pasado lunes un cambio de modelo comercial que dislocará los planes de negocio del conjunto de la industria móvil del país. Vodafone y Orange seguirán los pasos del líder, porque así vienen pidiendo a gritos desde hace meses. Los consumidores pueden estar seguros de que el grifo de los móviles subvencionados se va a cerrar más pronto que tarde. Pero eso no significa un mayor esfuerzo económico para sus economías, ya que el coste de los mal llamados terminales gratuitos resultaba extraordinariamente caro en cuanto se contabilizara el coste total de los compromisos asumidos a largo plazo.
Los fabricantes deberán adaptarse a un nuevo entorno donde el mercado libre, que ahora apenas representa el 3% del total, ganará peso a pasos agigantados. Los terminales de alta gama se venderán con dificultades, mientras que los de gama media y baja conquistarán el espacio que siempre debieron ocupar.
La segunda conclusión de la feria del MWC 2012 puede ser el incondicional interés de los operadores de telecomunicaciones por unir recursos y remar en la misma dirección. Ese explica la puesta en marcha de iniciativas como la plataforma de mensajería instantánea Joyn, el estándar NFC para realizar pagos por el móvil, la incorporación de todo lo relacionado con la nube, la presencia cada vez más relevante de los proveedores over the top (OTT) que toman consistencia como el colectivo Nuvo (Network Unaffiliated Virtual Operator).
La tercera gran lección del MWC es la explosión de los datos, lo que obliga a los operadores a mejorar la eficiencia, capacidad y prestaciones de las redes, al mismo tiempo que los fabricantes hacen lo propio a través de sus dispositivos, cada vez más potentes, atractivos e inteligentes. Las aplicaciones móviles se han hecho mayores a pasos agigantados, creando un negocio que no tiene techo. Los ingresos procedentes de la banda ancha móvil se han convertido en el mejor bálsamo frente al descenso de las llamadas de voz y los SMS.
El cuarto mensaje que filtró el MWC desvela el meritorio salto tecnológico vivido en el sector, con artilugios repletos de talento que deslumbrarían a cualquiera que tuviera la mirada de sólo cuatro o cinco años atrás. Para lo bueno o para lo malo, cada vez cuesta más sorprender al público ante las habilidades de los nuevos gadget. Parece que no hay imposibles para esta industria. Posiblemente sea porque los hijos de este siglo se han acostumbrado a todo tipo de prodigios, innovaciones y desarrollos virtuosos, como es el Nokia con cámara de 41 megapíxeles. El virtuosismo técnico de los dispositivos se presupone. Viene a ser como el valor al soldado, por lo que lo esperado de los teléfonos inteligentes de nueva generación es que sean cada vez más rápidos, más eficientes en su consumo, más polivalentes y con prestaciones impensables hasta hace muy poco.
La quinta enseñanza que se desprende de los datos expuestos en el Mobile World Congress es la colosal dimensión de un sector que sigue creciendo de forma vertiginosa por el tirón de los países en desarrollo, con repuntes interanuales del 13%, en buena parte por la aportación de los países en vías de desarrollo. Según datos de Wireless Intelligence, se estima que en todo el mundo existen más de 6.000 millones de conexiones móviles operativas, incluidas de las de los dispositivos instalados en las máquinas. La penetración mundial de la telefonía móvil ronda el 86% y el total de los ingresos de la industria superará este año los 825.000 millones de euros.