
Muchas veces existen proyectos sin subvenciones y otras existen subvenciones sin proyectos. Este segundo caso representa desde hace meses al sector de los semiconductores, hasta el momento remiso a demandar un botín de 12.250 millones de euros hasta 2027. De esta cantidad, 10.800 millones de euros se destinaría a préstamos para el ecosistema y los 1.450 millones restantes, en ayudas directas. Estos fondos públicos, llamados a movilizar la industria del chip en suelo español, representan la partida más cuantiosa del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. No obstante, existen operaciones en marcha, pendientes de aprobación, todas ellas cocinas en un organismo como la SETT (Sepi digital), constituida hace sólo un año.
Según los datos que maneja el mercado, la administración española ha convocado ayudas en el marco del Perte de microelectrónica y semiconductores por valor por 850 millones, lo que apenas representa el 7% de los referidos 12.350 millones de euros de inversión pública previstos hasta 2027. No obstante, la adjudicación de ayudas directas no alcanza los 200 millones. Entre estas se encuentran los 71 millones destinados a la mejora de las capacidades de supercomputación y a la Red de Salas Blancas de Micro y Nanofabricación; otros 53 millones para reforzar la cadena de valor española de microelectrónica y los 40 millones del consorcio Innova IRV; y 29 millones para 17 proyectos, entre los que se encuentran empresas como Multiverse, Qurv Tecnologies, Commtia Systems, Ideaded, Libelim y Frenetic, entre otras compañías españolas.
Soberanía estratégica
Las intenciones del denominado PERTE de microelectrónica y semiconductores pasan por reforzar la soberanía estratégica española y europea en un momento clave para las industrias de automoción o los electrodomésticos, entre otros. Sin embargo, la demanda de ayudas se está produciendo a cuentagotas, generalmente a través de proyectos de investigación aplicada, pero sin una referencia empresarial del sector. Es decir, abundan los centros de estudio y universidades y escasean las peticiones de grandes industrias.
Por lo pronto, España está muy bien posicionada en el desarrollo de arquitecturas alternativas como RISC-V, con el Centro Nacional de Supercomputación, el Barcelona Supercomputing Center. También en fotónica integrada, de la mano de las Universidades Politécnica de Valencia, Vigo y Madrid; y en el ámbito del desarrollo de chips cuánticos, con el Instituto de Ciencias Fotónicas, el Centro Superior de Investigaciones Científicas.