Tecnología

A2 Roboticmower: ahora sí que nos olvidamos de cortar el césped

  • Probamos la solución definitiva con la que podemos jubilar a la vieja máquina manual y disfrutar de verla trabajar
El precio del A2 Roboticmower es elevado (2.799 euros), pero si pensamos en que jamás tendremos que volver a cortar el césped, merece la pena la inversión.
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Reconocemos que en el pasado habíamos probado algún que otro robot cortacésped y que no llegamos a publicar su análisis porque, sinceramente, no considerábamos que fuera un producto a recomendar. En aquella ocasión, era necesario instalar una antena en mitad del jardín, una estación de carga muy aparatosa, enterrar cables para garantizar la conexión… Como la tecnología avanza, en este caso, sí podemos decir que este otro dispositivo, el A2 Roboticmower de Dreame, consigue lo que esperamos de un producto de este tipo: que nos olvidemos y por completo del cuidado del césped para siempre. Quienes dispongan de jardín sabrán la carga de trabajo que ello supone, sobre todo en los meses de más calor.

Hay que indicar, para empezar, que estamos ante un producto de gama alta y con un precio bastante elevado (2.799 euros), pero si pensamos en que jamás tendremos que volver a cortar el césped, bien merece la pena plantearse la inversión. Su alto precio también se debe a la cantidad de opciones que ofrece. Como ejemplo de esto último diremos que incluso podemos pedirle que dibuje formas en el césped al cortarlo…

Para explicar su funcionamiento, lo mejor es hacer un paralelismo con un robot aspirador o friegasuelos de los que podemos tener en casa. Desde la app de Dreame, vinculamos el A2 y ya podemos configurar la altura del corte (de 3,5 a 7 centímetros) si queremos un corte estándar o eficiente, crear rutinas y programas por épocas del año, pedirle que detecte de forma automática los bordes, que regrese a la estación cuando note que empieza a llover, que interrumpa el trabajo en caso de escarcha o baja temperatura... Las opciones son casi ilimitadas y hemos podido comprobar durante el tiempo que hemos estado probando el A2 que las actualizaciones en la app van añadiendo más funciones y prestaciones.

Instalaremos su estación de carga en un lugar donde disponga de acceso a la red Wi-Fi y de enchufe. En nuestro caso, preferimos situarlo no directamente sobre el césped para evitar que se mojara con el riego y que también así quedara más oculto y protegido. Para el primer trabajo, necesita que rebajemos el césped a 10 centímetros de altura máxima y que le enseñemos muy bien los límites del jardín, algo que hacemos dirigiéndolo con la app del móvil por bluetooth. A partir de ahí, el A2 reconocerá cualquier obstáculo (árboles, pozo, macetas…) y se adaptará a cada circunstancia.

Si el jardín se separa en varias zonas, podemos guardarlas de forma independiente y establecer caminos para que pase de una a otra. En nuestro caso, como lo instalamos fuera del área de trabajo, bastó indicarle el recorrido desde su base hasta el lugar en el que debía comenzar a cortar. Una vez trabajando, observamos lo meticuloso que es y cómo deja el dibujo de todas las pasadas perfectamente lineales. También nos ha llamado mucho la atención lo silencioso que es, bastante más discreto que un aspirador.

Ese orden en el trabajo le lleva a ahorrar esfuerzo, a ser más rápido y eficiente, frente a otros robots cortacéspedes más básicos que ni siguen ni repiten una ruta. También en los mapas podemos marcarle zonas especiales que queremos que evite -como una jardinera- si bien su doble sistema de cámara y el sensor LIDAR evitan que invada esas zonas. De hecho, cuando detecta que no hay césped, directamente deja de trabajar. Si lo necesitáramos, también podemos llevarlo de forma manual a algún punto concreto

Cuando lo ponemos a funcionar, primero hace su recorrido bien planificado por todo el jardín y concluye con un repaso de todo el perímetro con especial cuidado de los bordes. Esto último lo consigue gracias a su función automática de detección de límites y a que desplaza su sistema de cuchillas hacia el lateral que corresponda en cada caso para apurar ese corte.

Aunque, como decimos, toda la gestión la podemos hacer desde la app, también incluye en el propio robot una pantalla, unos botones y una perilla (protegidos por una tapa) para que podamos realizar los ajustes directamente sobre el A2. En cuanto a su autonomía, en este caso el jardín de grama de 130 metros cuadrados lo completó en algo más de una hora si bien tuvo que regresar a la base para recargar fuerzas al notar que su batería bajaba del 17%. Esa autonomía dependerá de los obstáculos que tiene que esquivar o de las cuestas, que supera sin problema más allá del 30% de desnivel.

La ventaja de un dispositivo como este no es solo que nos olvidemos de cortar el césped, sino que lo mantiene en perfecto estado y a la misma altura todo el tiempo. Para ello, sobre todo en verano, bastará que trabaje cada dos días (mucho menos en los meses de otoño-invierno, cuando apenas crece). Sin embargo, no recoge el césped que va recortando, que penetra en la tierra y queda oculto allí. Sí conviene, por tanto, recoger las hojas de los árboles para tener el jardín impoluto.

Como sucede con los robots aspiradores, es importante que dediquemos tiempo a su mantenimiento. En este caso, estamos bien cubiertos para bastantes años porque incluye una caja con 81 cuchillas y sus respectivos tornillos, para que cambiemos sus tres cuchillas, en principio, cada dos meses (aunque siempre dependiendo de la carga de trabajo que tenga…)

El A2 roboticmower de Dreame también puede hacer las veces de vigilante de seguridad y aprovechar así su sistema de LIDAR y cámara, por lo que lo podemos ponerlo a patrullar por el jardín y que nos alerte al móvil de posibles presencias desconocidas.

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