Tecnología

"Lo que está realmente a prueba no es tanto la tecnología, sino nuestra capacidad de adaptación"

  • Esteve Almirall, profesor de SADE, director del Center for Innovation in Cities y autor del libro 'Qué hacer cuando todo CambIA'
  • "La IA es, en última instancia, una invitación: a repensar cómo queremos organizarnos como humanidad y a construir un futuro mejor"
  • "La IA generativa puede actuar como un intérprete entre la ciudadanía y las instituciones, simplificando procedimientos y democratizando el acceso a derechos ya reconocidos"
Esteve Almirall, profesor de SADE, director del Center for Innovation in Cities y autor del libro 'Qué hacer cuando todo CambIA'
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Para Esteve Almirall, la llegada de la Inteligencia Artificial (IA) generativa supone un hito comparable a la llegada de Internet o del ordenador personal. Hablamos con este profesor de ESADE y director del Center for Innovation in Cities con motivo de la publicación de su libro 'Qué hacer cuando todo cambIA'. Este antiguo alumno de universidades de Berkeley y Harvard ha dedicado su carrera a las tecnologías de la información. "Los modelos actuales ya superan a la mayoría de los humanos en un conjunto muy amplio de tareas cognitivas y de razonamiento", apunta.

Entonces, ¿tenemos que tener miedo de la IA?

La inteligencia artificial, como cualquier tecnología transformadora, amplía nuestra frontera de posibilidades. Nos permite hacer más cosas: a nivel individual, organizacional y como sociedad. Sus usos reflejarán quiénes somos. Algunos serán beneficiosos y contribuirán a una sociedad más justa y eficiente; otros, lamentablemente, tendrán un uso perverso, como ocurre con cualquier tecnología poderosa.

¿A qué peligros hay que estar atento?

¿Existen riesgos? Sin duda. Es previsible que regímenes autoritarios, grupos criminales o actores maliciosos usen esta tecnología para reforzar su poder o causar daño. Eso ocurrirá. Por eso, más que intentar imponer límites técnicos imposibles de hacer cumplir a escala global, debemos enfocarnos en fortalecer nuestras instituciones y construir mecanismos de gobernanza internacional robustos, con principios éticos compartidos, para asegurar que el desarrollo y el uso de la IA se orienten al bien común. La inteligencia artificial es, en última instancia, una invitación: a repensar cómo queremos organizarnos como humanidad y a construir un futuro mejor.

Veremos programas inteligentes operando en múltiples formas: en pantallas (software), con patas (robots humanoides), con ruedas (vehículos autónomos) o con alas (drones o aeronaves). Es decir, presenciaremos una expansión de nuestras capacidades productivas, cognitivas y sociales sin precedentes en la historia humana.

¿Quiénes o qué empresas se van a ver más beneficiados por el impacto de la IA?

En general, aquellas empresas que adopten la inteligencia artificial con suficiente antelación y determinación como para diferenciarse del resto obtendrán una ventaja competitiva sustancial. Una buena posición en el mercado no garantiza el éxito perpetuo, pero permite competir con más eficacia, al menos durante un tiempo significativo.

"Los modelos actuales ya superan a la mayoría de los humanos en un conjunto muy amplio de tareas cognitivas y de razonamiento"

En el libro distingue tres grupos de compañías…

Sí, en todo proceso de disrupción tecnológica suelen aparecer tres grandes grupos de empresas que capturan valor de forma distinta. Por un lado, están los creadores de infraestructura, que son los que construyen los pilares sobre los que se asienta el nuevo paradigma (NVIDIA, AWS, Azure o Google Cloud, entre ellos). Por otro lado tenemos a los desarrolladores de herramientas básicas como ChatGPT, Gemini, Claude o DeepSeek. En tercer lugar, las aplicaciones específicas para cada sector, que en realidad son los verdaderos motores de transformación.

Siempre viene bien poner cara a la tecnología. ¿Cuál es para usted el mejor ejemplo de una compañía real que esté aprovechando las oportunidades que ofrece la IA?

Uno de los más significativos es el de las consultoras estratégicas, especialmente McKinsey, que desde una fase muy temprana estableció acuerdos con OpenAI. Gracias a ello, ha podido desarrollar internamente su propio asistente conversacional, Lilli, con el que ha logrado reducir costes operativos en un 30% e incrementar la calidad del servicio en un 20%. Un caso que demuestra cómo una adopción temprana, bien dirigida, puede traducirse en ventajas competitivas claras.

"Es previsible que regímenes autoritarios, grupos criminales o actores maliciosos usen esta tecnología para reforzar su poder o causar daño"

En sanidad, China, tanto los hospitales como la administración pública están integrando de forma intensiva modelos como DeepSeek para automatizar procesos, mejorar la eficiencia diagnóstica y optimizar la gestión de recursos. Es un ejemplo del tipo de transformaciones que veremos extenderse globalmente en los próximos años.

Se habla mucho también de la aportación de la IA al terreno educativo, ¿cómo será esa revolución?

Los tutores personalizados basados en IA generativa están demostrando ser significativamente más eficaces que los métodos tradicionales. Algunos estudios sugieren que seis meses de acompañamiento con un tutor virtual podrían equivaler a dos cursos completos. La Alpha School en Texas, por ejemplo, ha reemplazado gran parte de la docencia convencional con sesiones de dos horas diarias guiadas por tutores virtuales, y ha logrado posicionarse entre el 2% de las mejores escuelas del Estado.

Usted que ha trabajado 20 años en banca y finanzas, ¿cómo va a ser el impacto de la IA generativa en ese sector?

Todo indica que la interacción con el cliente será progresivamente sustituida por interfaces basadas en lenguaje natural. Sin embargo, la transformación en la banca avanza de manera más sincronizada: hasta que un actor relevante dé el primer paso hacia una reinvención radical de su modelo de atención, el cambio será más gradual. Pero una vez ocurra, es probable que se produzca una transformación sistémica muy rápida.

¿No va a deshumanizar?

Un área especialmente prometedora -y a menudo olvidada- es la asistencia social. Hoy en día, muchas personas no acceden a ayudas o servicios públicos simplemente porque la burocracia y la complejidad normativa les impiden hacerlo, aun cuando cumplen con los requisitos. La IA generativa puede actuar como un intérprete entre la ciudadanía y las instituciones, simplificando procedimientos y democratizando el acceso a derechos ya reconocidos.

Usted hace en el libro un símil entre la IA y la fiebre del oro del siglo XIX. ¿Quiénes van a ganar más en este caso?

En las primeras etapas de cualquier disrupción tecnológica, los principales beneficiarios suelen ser los proveedores de infraestructura, los ya mencionados NVIDIA, AWS, Azure o Google Cloud. Estas empresas proporcionan los cimientos sobre los que se construye el nuevo ecosistema tecnológico, y por eso sus ingresos y valoraciones tienden a crecer rápidamente en esta fase inicial. Sin embargo, este dominio no es eterno: con el tiempo, el mercado se estabiliza, los márgenes se ajustan y el valor comienza a desplazarse hacia capas superiores de la cadena de valor -como las aplicaciones, los modelos y los servicios integrados.

También compara la irrupción de la IA con otros dos momentos tecnológicos: la aparición de internet y la llegada de los ordenadores personales.

Con la IA generativa el cambio emerge desde la parte alta del mercado: con productos ya avanzados, dirigidos a usuarios exigentes, y que generan una adopción acelerada. Este tipo de disrupción se caracteriza por una fuerte carga de expectativas (hype), que actúa como catalizador del desarrollo, pero que también obliga a distinguir cuidadosamente entre la promesa real y la burbuja.

¿No hay burbuja entonces?

La clave está en observar la adopción efectiva. Si el uso se extiende rápidamente y de forma sostenida, no estamos ante una moda pasajera. En ese sentido, la IA generativa se diferencia claramente de casos como el metaverso o las gafas de realidad virtual. Hoy una parte significativa de la población ya utiliza herramientas basadas en IA en su vida diaria -desde estudiantes hasta profesionales-, lo que confirma que no se trata solo de una tendencia mediática, sino de una transformación estructural en marcha.

Y ahora con Manus y Meta pasamos de los Large Lenguaje Models a los Large Concept Models. ¿Qué va a suponer?

Un buen ejemplo de esta nueva etapa son los agentes de IA como el caso de Manus. Se trata de sistemas basados en IA generativa que no solo responden preguntas, sino que actúan por nosotros, ejecutando tareas complejas de manera autónoma. Ésta es, sin duda, la gran disrupción que marcará los próximos años. Pasaremos de tener herramientas que nos asisten en tareas puntuales a contar con asistentes virtuales altamente capacitados, capaces de gestionar procesos completos: desde trámites administrativos hasta planificación de viajes, pasando por asesoría legal o gestión financiera básica.

¿Cuándo llegará esa revolución?

Disponer de un número prácticamente ilimitado de agentes inteligentes personalizados, disponibles las 24 horas del día, cambiará nuestra manera de trabajar, organizarnos y producir. Es una transformación que puede multiplicar radicalmente la productividad individual y colectiva. Estamos todavía en las primeras etapas de esta revolución, pero su potencial es inmenso.

¿Estamos más cerca de la Inteligencia Artificial General?

No existe todavía una definición unánimemente aceptada de lo que entendemos por Inteligencia Artificial General (AGI). Sin embargo, lo que sí podemos afirmar es que los modelos actuales ya superan a la mayoría de los humanos en un conjunto muy amplio de tareas cognitivas y de razonamiento. Y si analizamos el rendimiento en conjuntos amplios de tareas, ya hay muy pocas -si es que hay alguna- personas que puedan competir de forma sistemática contra una IA generativa bien entrenada. La evolución de los robots humanoides y los agentes inteligentes avanzará aún más en esta dirección, difuminando cada vez más la frontera entre capacidades humanas y artificiales.

¿Cree que llegará de verdad la singularidad? ¿Cuánto nos queda para conocerla y qué supondrá en nuestro día a día?

Cuando se habla de singularidad, el debate suele ir más allá del rendimiento técnico. Los escenarios apocalípticos que a menudo se asocian a ese concepto no se basan en que la IA sea más inteligente que nosotros, sino en que pudiera desarrollar objetivos propios, voluntad o capacidad de acción autónoma a gran escala, al punto de poder 'tomar el control'. Y en ese sentido, estamos todavía muy lejos de algo parecido. Lo relevante ahora no es temer a la singularidad como un mito, sino entender y gestionar el impacto real y tangible que estos sistemas están teniendo -y seguirán teniendo- en la economía, la educación, la salud y la sociedad en su conjunto.

¿Cree que estamos preparados para ese momento? ¿Cómo debemos prepararnos?

Lo que está realmente a prueba no es tanto la tecnología, sino nuestra capacidad de adaptación. Esa ha sido la clave de la evolución humana y lo será también en esta nueva etapa. Como ha sucedido en otras revoluciones tecnológicas, quienes se adapten mejor serán quienes más se beneficien del cambio.

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