Tecnología

De socios a rivales: así se fraguó la guerra entre Elon Musk y Sam Altman por el futuro de la inteligencia artificial

¿Puede una rivalidad personal alterar el destino de una tecnología que definirá el siglo XXI? No lo sabemos, pero seguramente Elon Musk y Sam Altman piensen que sí. Dos de las figuras más influyentes en la inteligencia artificial, han pasado de ser aliados estratégicos a enemigos declarados en una batalla que involucra miles de millones de dólares, intereses políticos y la dirección futura de OpenAI.

El último choque es de hace solo unas semanas. Cuando Altman apareció junto a Donald Trump en la Casa Blanca para anunciar Stargate, un ambicioso proyecto de infraestructura de IA valorado en 500.000 millones de dólares, Musk supo que había sido superado en su propio juego.

Durante meses, había estado al lado del expresidente, financiando su campaña y consolidándose como su aliado en el sector tecnológico. Pero Altman había encontrado la forma de rodearlo, forjando alianzas estratégicas y sellando un acuerdo sin que Musk lo supiera. El golpe fue demoledor.

La reacción de Musk no se hizo esperar. Pocas horas después del anuncio de Stargate, lanzó una ofensiva sin precedentes: una oferta hostil de 97.400 millones de dólares para tomar el control de OpenAI, la empresa que él mismo ayudó a fundar en 2015 pero que abandonó en 2018 tras perder una lucha de poder contra Altman. ¿Estamos ante una simple disputa empresarial o es esta la guerra definitiva por el dominio de la IA?

De aliados a enemigos: la fractura irreparable entre Musk y Altman

En 2015, cuando Musk y Altman fundaron OpenAI, compartían una visión: desarrollar inteligencia artificial avanzada de forma segura y para el beneficio de la humanidad. Se reunían semanalmente para debatir sobre los riesgos existenciales de la IA y cómo evitar que gigantes como Google monopolizaran su desarrollo. Juntos soñaban con un "Proyecto Manhattan" para la inteligencia artificial, pero no tardaron en chocar por la dirección que debía tomar la compañía.

La ruptura definitiva llegó en 2018, cuando OpenAI decidió convertirse en una empresa con ánimo de lucro para captar más inversión. Musk exigió ser CEO y obtener el control mayoritario, pero Altman y otros cofundadores se opusieron. Argumentaron que OpenAI debía mantenerse fiel a su misión original y no quedar bajo el dominio de una sola persona. Musk, furioso, renunció y abandonó la empresa.

Desde entonces, OpenAI ha crecido de forma meteórica bajo el liderazgo de Altman. En noviembre de 2022, con el lanzamiento de ChatGPT, convirtió la inteligencia artificial en un fenómeno global, dejando a Musk en la sombra. En respuesta, el magnate lanzó xAI en 2023, pero su impacto ha sido menor en comparación con OpenAI.

Con cada éxito de Altman, Musk ha intensificado sus ataques. Primero, con críticas públicas sobre la seguridad de la IA. Luego, con demandas judiciales contra OpenAI. Ahora, con una ofensiva financiera que podría cambiar el destino de la compañía.

Stargate: el proyecto que los vuelve a enfrentar desde la Casa Blanca

El golpe maestro de Altman fue Stargate, un megaproyecto de infraestructuras de IA diseñado para ampliar exponencialmente la capacidad de computación de OpenAI. Lo ideó en 2023 y lo propuso inicialmente a Microsoft, pero tras su breve despido como CEO a finales de ese año, la compañía de Redmond no quiso comprometerse.

Altman encontró nuevos aliados: SoftBank y Oracle. Masayoshi Son, CEO de SoftBank, tiene un largo historial de apuestas millonarias en tecnología, mientras que Larry Ellison, fundador de Oracle, estaba resentido con Musk tras el fracaso de un proyecto conjunto con xAI. Juntos, orquestaron el acuerdo perfecto: una inversión que no solo impulsaría OpenAI, sino que también se alinearían con los intereses del nuevo gobierno de Trump.

La jugada fue meticulosamente planeada. En diciembre de 2024, Son jugó al golf con Trump en Mar-a-Lago y adelantó su intención de invertir 100.000 millones de dólares en proyectos de infraestructura en EE.UU. Al mismo tiempo, Ellison facilitó un contacto directo entre Altman y Trump. Cuatro días antes de la investidura presidencial, Altman y Trump tuvieron una conversación telefónica en la que el CEO de OpenAI le presentó los detalles de Stargate. Trump, encantado con la magnitud del proyecto, decidió anunciarlo en su primer día en la Casa Blanca.

La estrategia de Altman fue perfecta. No solo aseguraba el apoyo del gobierno a Stargate, sino que lograba sorprender a Musk en su propio terreno, dejándolo fuera del juego.

La venganza de Musk: una oferta hostil de 97.400 millones de dólares

La reacción de Musk no se hizo esperar. Frustrado y furioso, anunció un movimiento agresivo: comprar los activos de la organización sin ánimo de lucro que controla OpenAI por 97.400 millones de dólares. Su argumento público fue que Altman había traicionado la misión original de OpenAI al priorizar los beneficios. Pero en el fondo, su motivación parecía más personal: recuperar el control de la IA y derrotar a Altman.

El propio Altman reaccionó con sarcasmo en redes sociales, ofreciendo comprar Twitter por 9.740 millones de dólares, una burla directa al coste que Musk pagó por la plataforma en 2022.

OpenAI rechazó rápidamente la oferta de Musk. El presidente de la junta, Bret Taylor, declaró que OpenAI "no está en venta" y reafirmó su compromiso con la misión original de la empresa.

Musk, sin embargo, no parece dispuesto a rendirse. Su declaración final fue un desafío: "Es hora de que OpenAI vuelva a ser una fuerza abierta y centrada en la seguridad. Haremos que eso suceda".

¿Quién ganará la guerra de la inteligencia artificial?

Esta batalla no es solo un enfrentamiento entre dos titanes tecnológicos. Es una disputa que puede definir el futuro de la inteligencia artificial, su regulación y su impacto en la sociedad.

Musk, con su obsesión por el control y su influencia política, no cederá fácilmente. Altman, con su talento para el networking y la captación de inversión, ha demostrado ser un estratega formidable.

Lo único claro es que la guerra entre Musk y Altman está lejos de terminar. Y con ella, el destino de la IA sigue pendiendo de un hilo.

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