
El Consumer Electronics Show (CES) de Las Vegas es esa cita del año donde se presenta la tecnología más puntera, y también ha menudo la más extravagante. En su última edición la palma en esta apartado tiene un ganador: los robots 'compañeros sociales' de Realbotix.
Cuando imaginamos un robot humanoide, nuestra mente puede viajar a películas de ciencia ficción, donde máquinas avanzadas coexisten con humanos de formas inimaginables. Pero ¿cómo sería realmente compartir nuestras vidas con ellos? En un mundo donde la soledad es reconocida como una epidemia global, Realbotix proponen soluciones que parecen sacadas de un guion futurista.
Eso sí, Aria, su primer prototipo, equipado con inteligencia artificial para mantener conversaciones lo más reales posibles, es evidentemente una evolución de las muñecas eróticas.
La propuesta de Aria no es únicamente tecnológica. Es también filosófica y comercial. Según su CEO, Andrew Kiguel, estos robots buscan ser un puente emocional, capaces de adaptarse a sus usuarios mediante aprendizaje continuo. Sin embargo, la línea entre "compañía" e "intimidad" puede ser más borrosa de lo que parece.
¿Tecnología útil o mero marketing?
Aria, con su precio que ronda los 175.000 euros, está diseñado para hablar, mostrar expresiones faciales y mantener "conversaciones de naturaleza íntima". Aunque Realbotix insiste en que no se trata de un robot sexual, las características físicas de Aria y su historial como compañía dedicada a robots de este tipo generan dudas.
La reacción en redes sociales fue rápida y, a menudo, sarcástica. Muchos usuarios consideraron que la propuesta de Realbotix busca explotar tabúes sociales para ganar visibilidad. ¿Estamos ante un nuevo paradigma en la tecnología social, o simplemente una estrategia de marketing para vender otros productos?
Los vídeos en los que se puede ver a Aria interactuar generar una sensación bastante truculenta, en un claro ejemplo del denominado 'valle inquietante'.
Ética y futuro de los robots humanoides
El desarrollo de robots humanoides plantea cuestiones éticas fundamentales. Si bien Aria todavía parece lejos de ser un producto real, la pregunta es evidente ¿Qué papel tendrán en nuestra sociedad? ¿Se comercializarán de forma abierta compañeros íntimos robóticos? Y sobre todo, ¿qué significa confiar en máquinas para llenar vacíos emocionales que antes eran una parcela únicamente humana?
Los defensores de esta tecnología argumentan que podría ser revolucionaria en campos como la salud o el entretenimiento. Sin embargo, detractores advierten de los peligros de una dependencia emocional y psicológica excesiva hacia estos dispositivos.