
La Inteligencia Artificial (IA) se ha metido completamente en nuestras vidas. Interactuamos con ella cada vez que abrimos Spotify o Netflix, compramos en Amazon, consultamos el tráfico, le preguntamos algo a los asistentes Siri, Alexa o Google, al activar el robot aspirador, cuando Chat GPT nos ayuda en alguna consulta… Desde que salimos de la cama hasta que volvemos a ella, muchas veces sin darnos cuenta, la IA está detrás de muchas de nuestras acciones cotidianas.
Más allá de ese entorno, la Inteligencia Artificial ayuda a gestionar mejor los activos de una compañía, a ajustar las plantillas del personal en los hospitales, a planificar las rutas aéreas, a mejorar la productividad en las fábricas… Como la tecnología avanza sin descanso, hemos querido preguntarnos cuáles serán los siguientes pasos de la Inteligencia Artificial.
En muchos campos, las máquinas ya han demostrado con creces ser superiores a los humanos. ¿Algunos ejemplos? Cuando en 1997 DeepBlue ganó al campeón del mundo de ajedrez Gary Kasparov. O cuando el programa AI Libratus venció en 2017 por goleada al mejor jugador de póker, un juego aún más complejo. O cuando Watson derrotó al mayor experto en Jeopardy, que admite combinaciones infinitas...
En el mundo científico, AlphaFold de DeepMind predijo con precisión la estructura tridimensional de proteínas a partir de su secuencia de aminoácidos, un problema que ha desafiado a los investigadores durante décadas. El papel de los superordenadores también quedó bien probado en el desarrollo de las vacunas para el Covid-19…
Puede con todo
"La IA tiene dos propiedades extraordinarias. La primera es que no solamente nos permite explicar el pasado o entender el presente, sino que nos permite predecir el futuro. Y la segunda es que no solamente nos permite analizar y modelar datos, sino que además genera datos, genera contenido con las técnicas de Inteligencia Artificial generativa". Así lo explica Nuria Oliver, ingeniera en telecomunicaciones y doctorada por el Media Lab del MIT, que ha fundado y dirige la Fundación ELLIS para promover una IA socialmente responsable. Oliver intervino recientemente en un foro organizado por eleconomista.es en el que equiparó la relevancia de la IA en la actual cuarta revolución industrial con el papel que jugó la electricidad en la segunda revolución industrial. "La verdad es que se pueden establecer varios paralelismos entre ellas. Tanto la electricidad como la IA son transversales, de propósito general, se pueden aplicar a cualquier ámbito, y por eso están revolucionando la sociedad. Además, la IA, como la electricidad, también es invisible porque en realidad son programas de ordenador".
IA específicas
Reconocida ya la trascendencia que está jugando la IA, ha llegado el momento de admitir también que, por el momento, todos estos sistemas que hemos ido mencionando líneas atrás son específicos o que funcionan de una forma aislada. Cada cual es muy bueno -si no el mejor- pero solo en su campo: ya sea jugando al póker, limpiando nuestras casas o gestionando activos… Sin embargo, empieza a hablarse mucho del próximo nivel, de una Inteligencia Artificial General (IAG), que sería capaz de emular al humano en todas sus habilidades intelectuales. A diferencia de esas inteligencias artificiales específicas, la IAG podría aprender, razonar, planificar y comunicarse en lenguaje natural de manera similar a los humanos.
Resulta curioso -o preocupante- comprobar que los grandes impulsores de la IA actual o específica, quienes están basando su negocio en el desarrollo de esta tecnología, muestren sus reservas a ese otro nivel de la IA. El propio Elon Musk, mientras avanza en la conducción autónoma para sus vehículos, es muy crítico con esos nuevos pasos y no hace mucho reclamaba ante el Senado de Estados Unidos la importancia de regular bien la IA "para proteger el futuro de la civilización humana". También el CEO de Microsoft, Satya Nadella, que ve que en efecto la IA puede ayudar a mejorar la productividad y resolver problemas complejos, pide una regulación adecuada "para asegurar que la tecnología se utilice de manera ética y responsable".
Por su parte, Bill Gates ve que la IA tiene el potencial de transformar industrias enteras, pero también ha advertido sobre los posibles peligros si no se maneja correctamente. También Mark Zuckerberg, CEO de Meta, pide que se fomente la innovación "mientras se implementan salvaguardias adecuadas".
Posibles fechas
¿Para cuándo podríamos conseguir una IA general? Lo cierto es que la fecha varía según quien haga el barrunto. Elon Musk es quizá el que lo ve más próximo, ya para 2025, mientras el tecnólogo Ray Kurzweil pronostica que podría ser en 2029. Una encuesta entre expertos en tecnología concluyó que el 45% de ellos piensa que se logrará antes de 2060 y otro 35% más allá de esa fecha.
La postura política y de las instituciones ante la IA bascula desde la férrea regulación que quiere imponer Ursula von der Leyen en la Unión Europea, al equilibrio de Estados Unidos entre fomentar la investigación y el emprendimiento y establecer las salvaguardas necesarias. Xi Jinping quiere convertir a China en la líder de esta revolución tecnológica y no hace mención a imponer cortapisas. Visto lo visto, habrá que estudiar bien hasta qué punto puede interesarnos o no alcanzar ese próximo nivel de una Inteligencia artificial general.
"La primera conclusión a la que llegamos es que no entendemos la inteligencia humana en su totalidad y por lo tanto va a ser difícil poder replicarla computacionalmente", explica Nuria Oliver. "Los humanos tenemos muchas habilidades. Podemos percibir el entorno en el que nos encontramos, reaccionar ante lo que estamos percibiendo, planificamos, resolvemos problemas, aprendemos constantemente y nos adaptamos", añade. Hasta ahora, la IA que intenta replicar la capacidad que tenemos para ver se conoce como visión por ordenador e incluye las técnicas de análisis por imagen. En el caso del reconocimiento del habla, tenemos el procesamiento del lenguaje natural.
Para esta experta, "aún estamos muy lejos de tener Inteligencia artificial general, pero el mensaje más importante es entender que no necesitamos Inteligencia artificial general para que la Inteligencia artificial ya esté profundamente transformando la sociedad". "Y, además, como sociedad quizás deberíamos preguntarnos si nos interesa construir una Inteligencia artificial general. No lo sé", admite.
Hacia la singularidad
Sus reflexiones no quedan aquí, porque muchos autores de ciencia ficción llevan mucho tiempo hablando también de la singularidad, aquel momento en el que esa IA general también sea capaz de superar al humano en todo. "Si la capacidad de computación continúa creciendo exponencialmente, en teoría podríamos superar la inteligencia humana computacionalmente dando lugar al concepto de superinteligencia". Añade igualmente Nuria Oliver que "como sociedad, deberíamos preguntarnos si nos interesa algún día intentar construir una superinteligencia, algo que ni siquiera entendemos porque es muy superior a nosotros". Argumenta que quizás nos podría servir un poco de inspiración para tomar esta decisión la observación de que en el mundo biológico las especies que son más inteligentes no tratan demasiado bien a las especies que son menos inteligentes. "Igual esto nos permitiría predecir qué pasaría con nosotros si hubiese algo más inteligente que nosotros", avisa.
Quizá para tomar esa decisión, habría que buscar los pros y los contras, hasta donde seamos capaces de imaginar en estos momentos. Por un lado, esa superinteligencia podría acelerar significativamente la investigación científica y médica, descubriendo nuevos tratamientos y curas para enfermedades que actualmente son incurables. Al mismo tiempo, quién sabe si podríamos perder el control sobre esa tecnología y que tomara decisiones que no podemos prever ni detener y que pudiera actuar contra los intereses humanos. Si quisiera acabar con nosotros, no tendría mucho interés en erradicar pandemias o en buscarnos terapias más efectivas contra el cáncer…
Bien mirado, la superinteligencia podría ayudar a abordar problemas complejos como el cambio climático, la pobreza y la escasez de recursos mediante la optimización de sistemas y la creación de soluciones innovadoras. Pero también podría pensar esa superinteligencia que los humanos somos una amenaza o un obstáculo para sus objetivos, lo que podría llevar a escenarios catastróficos. La superinteligencia podría provocar asimismo desempleo masivo al alcanzarse un nivel de automatización que permitiera reemplazar trabajos manuales y también cualificados. O que la propia búsqueda de esa inteligencia superior llevara a un conflicto entre naciones… Al mismo tiempo, por acabar con algo esperanzador, quizá esa superinteligencia podría ayudarnos a mejorar la seguridad con la predicción y prevención de delitos, así como la gestión de desastres naturales y emergencias de manera más eficiente. Y dar pasos hacia una educación totalmente personalizada, a eliminar cualquier tipo de sesgo, a multiplicar la productividad... Incluso hay quienes imaginan una exploración espacial en la que la superinteligencia gestionara misiones complejas y tomara decisiones en tiempo real en entornos desconocidos.
Para la directora de la Fundación ELLIS, cualquier acercamiento a la Inteligencia artificial tiene que contemplar cinco dimensiones relacionadas: "La dimensión tecnológica, la dimensión legal y regulatoria, la dimensión ética, la dimensión social -incluyendo la necesaria inversión en educación y también el potencial de la Inteligencia artificial para el bien social-, y finalmente la dimensión económica y del mercado laboral". Nuria Oliver concluye parafraseando a Stephen Hawking cuando dijo aquello de que "que "la Inteligencia artificial seguramente será lo mejor o lo peor que le pase a la humanidad".