
Libelium se ha hecho un hueco en el sector tecnológico español e internacional con su catálogo de soluciones IoT aplicables a infinidad de casos de uso. Con 18 años de experiencia, su consejera delegada y cofundadora, Alicia Asín, ya no se siente meramente como una emprendedora sino como una empresaria con una propuesta de valor contrastada. Pese a su madurez, la empresa sigue innovando y en esta entrevista Asín repasa los nuevos proyectos del grupo y sus planes de futuro.
¿Hoy Libelium es una empresa de datos o una empresa de dispositivos?
Te daré un ejemplo que creo que va a ser mucho más gráfico. Yo me identifico mucho con el modelo de negocio de Apple. Ambas somos empresas con un fortísimo componente de hardware premium. Apple es B2C, nosotros somos B2B. ¿Por qué te digo esto? Porque nosotros hemos tenido muchas reflexiones internas y siempre volvemos a que Libelium no existe si no tiene una parte de hardware. Eso está en nuestro ADN como con Apple. Otra cosa es que en el pasado nos dedicásemos únicamente a hacer dispositivos para que otros explotasen el valor de esos datos y que con el tiempo de una manera muy natural hayamos ido ganando esas parcelas en la cadena de valor. Piensa en la calidad del aire, que es un segmento muy complicado. Para hacer buenas predicciones tienes que tener unos datos de calidad y eso no lo puedes tener si no controlas el dispositivo. Pero si no tienes físicos que te ayuden a comprender el problema, expertos en inteligencia artificial que transformen esos datos en información accionable... el valor que das a tu cliente solo es un dispositivo tonto. Ahora bien, si ese dispositivo no existiese todo lo demás se caería.
¿Qué supone en términos de facturación la venta de dispositivos y otros negocios?
Este año creo que va a ser el primero en el que la venta de software y servicios supere al hardware. De hecho, está siendo una progresión bastante rápida. En 2022 esa proporción era fácilmente el 90% hardware y dos años después probablemente ya estemos en un 50-50 o incluso superando la parte de software. Ahora ciertamente tenemos una predominancia bastante grande del sector público. Nosotros siempre habíamos tenido un equilibrio de casi 50-50, lo cual es muy sano, pero lo que ocurre es que en los últimos dos años la parte pública ha crecido muchísimo.
¿Cuáles son los casos de uso en que Libelium tiene más experiencia?
En calidad del aire tenemos un expertise muy profundo porque los dispositivos y el software son muy específicos. Ha sido un vertical en el que siempre hemos estado relacionados porque forma parte de las ciudades inteligentes. Ahora mismo tenemos dos soluciones estrella. Una son las soluciones para ayudar a las ciudades a diseñar sus zonas de bajas emisiones con un gemelo digital que les permita jugar a aplicar las posibles medidas antes de hacer la inversión y de alguna manera reducir sus riesgos. La otra gran apuesta es bastante reciente, pero nos estamos metiendo en las utilities, concretamente con empresas de transporte de energía a través también de los gemelos digitales para aplicar lo que se llama el DLR, el transporte dinámico de energía.
¿En qué consiste?
Básicamente imagina un tubo, que es el cable de alta tensión y que tiene una capacidad que a día de hoy, en la mayoría de los casos, está capada al 50% por motivos de seguridad. Pero cuando tienes un excedente de energía, como con las renovables, te gustaría estar seguro para abrir hasta el 80% o 90% de la capacidad. Estamos viendo que este es un problema enorme por varias razones. Primero, porque hablamos de que la infraestructura de energía es la que es, ya existe. Cualquier modificación supone una millonada de inversión. En segundo lugar, si tienes una tecnología pero para instalarla debes cortar el servicio hablamos de una misión muy complicada que hay que planificar. Igual tienes una ventana de una o dos veces al año. Y eso es lo que tú tienes que hacer, ¿vale? Con esta tecnología que nosotros tenemos, no hace falta desconectar el servicio en ningún momento y se puede aprovechar la red existente.
Antes de la pandemia la expectación sobre las smart cities estaba en auge. ¿Después de la pandemia se ha venido abajo este interés?
Sí y no. Es cierto que inmediatamente después de la pandemia, y te hablo de congresos que se hicieron a finales del propio 2020, había ciudades hablando de lo smart que habían sido porque habían migrado sus documentos de ofimática a la nube o utilizaban Teams o Zoom. Si estamos otra vez dando esto por supuesto hemos vuelto muy hacia atrás. ¿Qué sucede? Quizá han desaparecido las smart cities como concepto de lanzar 10 pilotos y se está sustituyendo por proyectos de mayor escala. Ahora tienes el despliegue de las zonas de bajas emisiones, en que España ha sido el primer país en adoptar la normativa europea para ciudades de más de 50.000 habitantes.
¿Trabajan también en el control de grandes huertos solares?
Tenemos alguna experiencia con un proyecto que se llama Agrovoltech, que ha sido un proyecto de I+D donde hemos estado colaborando con una empresa en la gestión precisamente de los seguidores solares para maximizar no solamente el rendimiento de los paneles fotovoltaicos sino también la posibilidad de utilizar el suelo para que sea cultivable. Es uno de los problemas que nos estamos empezando a encontrar en España, la competición del suelo cultivable.
¿En infraestructuras como autopistas o vías férreas también aplican sensores?
Sí. De hecho nuestra participación en el PERTE del vehículo eléctrico consiste precisamente en el despliegue de sensores en infraestructuras lineales para recopilar información atmosférica de seguridad de la vía y enviársela a los vehículos conectados.
Desde el principio Libelium salió fuera a hacer negocio. ¿Cuánta facturación se genera fuera de España y en qué mercados tienen puesta ahora la vista?
En los últimos años donde más hemos crecido ha sido en España, que es sorprendente pero también es lo deseable. Un 50% de facturación proviene de España y un 50% de exportación. De ese otro 50%, prácticamente el 90% se hace en Estados Unidos, México, Colombia, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido y Arabia Saudí.
En 2022 compraron la tecnológica murciana Hopu. En ese momento se habló de alguna operación en Europa del Este. ¿Qué pasó con eso?
Pues que al final tuvimos que decidirnos por una de las dos operaciones. Y en buena hora elegimos la que teníamos más a mano, porque también era más sencillo. No hay que infravalorar lo que supone una adquisición para una compañía. El 70% de las operaciones que se acuerdan en una LOI (letter of interest) no llegan a puerto, no se ejecutan. O sea que es cirugía muy, muy fina porque lidias con personas, nuevos procesos, nuevos clientes, problemas heredados de ambas partes... Es un proceso que he disfrutado muchísimo y que me ha parecido súper enriquecedor. No solo a nivel personal, sino también para la compañía.
En aquel momento se planteó que Libelium adquiriría otras empresas para crear un hólding. ¿Se ha aparcado este plan?
No. Simplemente la operación se hizo a mediados del 2022 y el año pasado estuvimos consolidando toda esa integración. Ahora seguimos mirando targets. Lo que pasa es que no se puede esperar de nosotros ese throughput que pueda tener una gran empresa. Al final, Libelium sigue siendo una empresa que no llega a los 100 empleados.
¿Tienen previsto aumentar plantilla?
De momento vamos a mantener plantilla. Pensamos que todavía podemos crecer y tener una estructura más eficiente. Pero en cualquier momento, con nuevas adquisiciones, esa plantilla es susceptible de incrementarse.
¿Cómo definiría Libelium: una scaleup, una compañía, una tecnológica...?
Para empezar somos una pyme. Sinceramente no me preocupan las etiquetas. Pero es cierto que cuando hablan de startups no me siento identificada. Porque digo, ojo, somos como los abuelos de las startups. Si Libellium tiene la credibilidad y la marca que tiene es porque llevamos 18 años. Yo puedo hablar de dispositivos que llevan 15 años. No hay mucha gente que lo pueda decir. Recuerdo que cuando comenzábamos y hablábamos con empresas que estaban acostumbradas a tratar con vendedores de tecnología nos pedían ratios. Nos decían: ¿Qué tasa de fallo han tenido tus equipos en los últimos 10 años? Y yo decía es que no te lo puedo decir, no tenemos histórico, ni nosotros ni ninguna de las otras empresas que se están creando ahora. Sin embargo, ahora el histórico es más bien la supervivencia de la empresa.
Están dentro del programa IPOready de Euronext. Sobre la posible salida a bolsa, ¿qué plan tienen?
Es un proceso muy complejo y desde el punto de vista de coste de capital no es el más eficiente tampoco. Solo si vas a captar muchísima financiación. Entonces es una decisión que no se puede tomar a la ligera. Nos ha parecido siempre muy interesante la opción, pero no por estar participando en programas estamos ni confirmando ni desmintiendo lo que vamos a hacer en el futuro inmediato.
¿Cómo cerraron el año pasado y qué previsión tienen para este?
El año pasado cerramos en casi 8 millones de facturación. Este año esperamos crecer no menos de un 15-20% y sobre todo mejorando los datos de rentabilidad.
¿Desde qué año están en rentabilidad?
Nosotros con un ebitda positivo realmente hemos estado desde el principio de la compañía salvo años puntuales. Hemos tenido siempre un modelo sostenible.