Tecnología

Adolfo Peña, director de la Cátedra Datagri: "La tecnología tiene que hablar en el lenguaje de los agricultores"

  • "No sometamos al sector a la maraña de términos de la tecnología digital, sino demoslé herramientas para sus necesidades"
  • "El problema no es de la disrupción tecnológica, sino el cambio de paradigma, la resistencia al cambio"
  • "Todo el sector agroalimentario debe apostar por una 'cadena de valor de datos' integradora, interoperable y rentable"
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Adolfo Peña Acevedo es una de las voces más cualificadas sobre la digitalización en el sector agroalimentario. Desde febrero dirige la Cátedra Datagri-Universidad de Córdoba cuyo objetivo es acercar al sector primario 'la tecnología y el valor que aportan los datos' y aboga por recorrer el camino de la simplificación.

¿Por qué nace la Catedra? ¿Cuáles son los principales objetivos?

La Cátedra DATAGRI-Universidad de Córdoba nace para difundir y compartir las últimas novedades en tecnología aplicada a la agricultura y ganadería que permita mejorar la rentabilidad de las explotaciones y contribuya a cumplir con objetivos como la sostenibilidad o la seguridad alimentaria que tanto preocupan al sector y a la sociedad. Sus objetivos están alineados con la de la Asociación Datagri y los socios fundadores: Cooperativas Agroalimentarias de España, COAG e Hispatec. y la propia Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes (ETSIAM) de la Universidad de Córdoba, que llevan tiempo trabajando para acercar la tecnología y el valor que aportan los datos al sector. Cuando empezamos, términos como Big Data, Inteligencia Artificial, IoT (internet de las cosas) o índices satelitales, no estaban en la agenda de agricultores y ganaderos, empresas agroalimentarias o distribuidoras. Esa labor de acercar la digitalización a la cadena de los alimentos sigue en vigor, los objetivos y retos continúan, aunque han evolucionado. Hoy no se debate tanto si la digitalización es aplicable al sector agroalimentario, sino que los objetivos se centran en vencer las barreras que impiden adoptar la tecnología, en la utilidad real que ofrece para mejorar la rentabilidad y contribuir a la sostenibilidad, en la gobernanza, propiedad y seguridad de los datos y en los beneficios que supone confiar en la información que proporcionan para tomar mejores decisiones. Estos son los retos de la Cátedra.

¿Qué valor añadido puede aportar en esta materia la Universidad de Córdoba?

Para una Universidad como la de Córdoba, referente nacional en formación, investigación y transferencia en el sector agroalimentario, la colaboración con agentes clave del ecosistema alimentario supone una oportunidad única para fortalecer nuestro cometido como agente del conocimiento y abrir puertas a nuestros estudiantes y profesorado acercándolos a la realidad de empresas y productores. A los fundadores se han ido sumando más actores como Foro Interalimentario, Fertinagro Biotech, Corteva Agoscience, Santander Agro, Universidad Politécnica de Madrid, ASAJA y UPA. Esta colaboración público-privada debe arrojar beneficios en los dos sentidos. Por un lado, se fomentará la incorporación de las nuevas tecnologías y el trabajo con los datos por parte de los estudiantes, sobre todo a nivel de Máster, animando a los más jóvenes a incorporar la digitalización en su formación y sus trabajos fin de carrera. Los futuros ingenieros agrónomos, hoy tan demandados, deberán jugar un papel fundamental en la incorporación de la digitalización al sector agroalimentario. Sin duda, una cátedra universitaria como DATAGRI-UCO es un instrumento idóneo para conectar el conocimiento con la realidad profesional y empresarial. En el sentido contrario, se facilitarán encuentros Universidad-Empresa para que nuestros propios investigadores puedan aportar los resultados de sus trabajos para la mejora de las explotaciones, los procesos y los productos a lo largo de la cadena de valor alimentaria.

"El Cuaderno Digital requiere de un gran consenso para repartir adecuadamente los esfuerzos"

El campo se ha manifestado intensamente por la falta de rentabilidad ¿Qué aporta la digitalización a la agricultura en este sentido?

Los retos del sector agroalimentario ya estaban sobre la mesa desde hace años: producir más alimentos para una población creciente, de manera más sostenible y con menos recursos. Y todo ello generando beneficios a todos los actores del sector que desean recibir un precio justo por su trabajo y por el valor que añaden, en un contexto de escasez de materias primas, encarecimiento de la energía, competencia global desigual e inestabilidad geopolítica. Y estas expectativas, no satisfechas, dan lugar al desencuentro entre los que legislan y consumen y los que producen. Y en este contexto, el sector agroalimentario, que ha sido tremendamente innovador, debe aprovechar esta nueva etapa de transformación digital en la que lo que se intercambia y procesa no es ya información, sino datos cada vez en mayor cantidad y más precisos, en Sistemas Ciberfísicos conectados entre sí y a su vez con el mundo virtual de las redes digitales globales. Estamos en los albores de la Industria 4.0 o más específicamente, la Agricultura 4.0. La transformación digital del sector agroalimentario y forestal puede contribuir a afrontar esos retos. No se trata solo de digitalizar, que no es más que convertir o codificar en números datos o informaciones de carácter continuo, como una imagen fotográfica, un documento o un libro. La transformación digital implica disponer de datos que convertidos en información permitan tomar mejores decisiones para optimizar los resultados de los actores de la cadena. Esto supone mejorar el rendimiento, la producción, la calidad, la seguridad y los beneficios de las empresas, y también reducir el uso de agua y energía, los insumos, el impacto sobre los recursos naturales, el desperdicio, la sobreproducción, los tiempos o las pérdidas. Descárguese aquí gratis el EconomistaAgro

¿No se están creando demasiadas expectativas?

Probablemente el problema no haya sido tanto la creación de expectativas, sino la inadecuada penetración de la tecnología digital en el sector agroalimentario. Hay que encontrar un punto de equilibrio entre la sofisticación de la tecnología y las herramientas digitales y la usabilidad de las mismas por parte de agricultores, ganaderos o industria. Quizá, las primeras soluciones comerciales han sido caras, sofisticadas, desagregadas y aportando poco valor. Un agricultor o ganadero no puede estar pendiente de cinco o diez aplicaciones en su teléfono móvil, para controlar cada una de las operaciones de su explotación por separado. No se le puede exigir que sea un experto tecnológico. Por eso es importante caminar hacia la senda de la simplificación, la integración de servicios, el abaratamiento de los costes de equipos y servicios tecnológicos, la interoperabilidad de los datos y la formación de todos los agentes que asesoran y proveen a agricultores y ganaderos.

Sensorización, 'big data', Inteligencia artificial, etc. ¿Está un sector tan envejecido como el agrario preparado para este cambio disruptivo?

El problema no es de la disrupción tecnológica, sino el cambio de paradigma, la resistencia al cambio. La capacidad que tenemos para capturar, almacenar y procesar datos es innegable. Los equipos y sistemas físicos y virtuales para gestionarlos y convertirlos en información de valor, también. Por tanto, el reto es convencer a quien tiene que rentabilizar estos servicios y productos de sus ventajas y beneficios. El sector tiene claro lo que espera de la tecnología digital: mejorar la eficiencia de sus aplicaciones -fertilizantes, fitosanitarios, riego, medicamentos, etc.-; poder controlar su explotación de forma sencilla desde su smartphone; disponer de equipos y máquinas autónomas que faciliten la labor y liberen carga de trabajo; contar con previsiones en tiempo real para anticiparse a plagas y enfermedades; liberarse de la carga administrativa o mejorar la trazabilidad de los productos. Trabajemos pues en esa dirección. No sometamos al sector a la compleja maraña de términos que subyace debajo de la tecnología digital, sino que aportemos herramientas que respondan a sus necesidades. No son los agricultores y ganaderos los que deben hablar en el lenguaje de la tecnología, sino que es la tecnología la que tiene que hablar en el lenguaje de agricultores y ganaderos.

La entrada en vigor del Cuaderno digital se ha suspendido. ¿Se ha querido ir demasiado deprisa? ¿cree que se ha contado suficientemente con el sector?

En sí mismo, el Cuaderno Digital de Explotación Agrícola implica cambiar del soporte en papel del cuaderno de explotación tradicional a uno digital, lo que en un principio podría suponer un avance en la disponibilidad de datos para poder tomar decisiones. Sin embargo, es un hecho, a la vista de las últimas movilizaciones del sector, que los que tienen que aplicarlo no están de acuerdo con esta iniciativa del Ministerio que, frente a la previsión en Europa de implementarlo para 2050, pretendía su aplicación inmediata, ahora suspendida. El sector agrícola se queja de la unilateralidad de esta medida e identifica tres riegos principales: la excesiva carga administrativa al tener que facilitar datos mensualmente sobre todas las operaciones que realice; la intención fiscalizadora de la administración que podría condicionar incluso la percepción de algunas ayudas y, finalmente, las dudas que se generan sobre la privacidad de esta enorme información que se transmitirá digitalmente. Desplegar el Cuaderno Digital en toda su extensión requiere un esfuerzo importantísimo del sector primario en tiempo, pero también en formación digital. Todo esto requiere un consenso muy importante para repartir adecuadamente los esfuerzos y para disponer de las herramientas tecnológicas adecuadas que garanticen una captura y transmisión de datos de forma segura e interoperable. La solución al conflicto del Cuaderno Digital no se vislumbra inmediata ni sencilla, pero debe llegar poniendo de acuerdo a todos los agentes que intervienen en la producción de alimentos, no solo productores y administración, también a empresas proveedoras de insumos, empresas agro-tech, asesores agrarios y universidades y centros de Investigación. Todos debemos hacer un esfuerzo para que cumplir con las obligaciones que impone la administración no suponga una carga inasumible para unos agricultores y ganaderos que en muchas ocasiones ya ven en peligro la rentabilidad de sus explotaciones.

¿La digitalización creará nuevos empleos? ¿qué perfiles profesionales serán los más demandados?

Según el Foro Económico Mundial, casi una cuarta parte de los puestos de trabajo (23%) cambiará en los cinco próximos años. Lo más interesante es que los mayores incrementos absolutos de empleo se producirán en la educación y la agricultura. Esta nueva agricultura impulsada por la transformación digital requerirá profesionales mixtos, híbridos o duales, que basen su formación en un conocimiento profundo de los cultivos y el ganado y los factores que permiten su producción, protección, mejora, transformación y distribución desde el conocimiento científico y las disciplinas básicas -matemáticas, física, química, biología, botánica, zoología y genética- y lo complementen con el dominio de los nuevos avances tecnológicos. Los ingenieros agrónomos del futuro, y también los actuales, deben fortalecer lo que modernamente se denominan habilidades blandas soft skills para desenvolverse en grupos de trabajo y clientes que exigen competencias en comunicación, trabajo en equipo, resiliencia, flexibilidad, creatividad, iniciativa, liderazgo, etc., y humanismo, porque tratamos con personas para cubrir necesidades de personas.

¿Qué papel debe jugar la industria y la distribución en impulsar la digitalización?

La función principal de la agricultura, la ganadería, la pesca y parte de la silvicultura es producir alimentos para el conjunto de la sociedad. Pero el sector primario es sólo el principio. Todo el sector agroalimentario y cada uno de sus eslabones, debe apostar por una "cadena de valor de datos" que conecte la producción primaria con la industria, la distribución y el consumidor. Debe ser integradora, interoperable, robusta, entendible, manejable y rentable para los que deben utilizarlas. Solo así los datos tendrán verdadero valor y se convertirán en un "insumo" más adoptado por el sector agroalimentario español que, con toda seguridad, demostrará una vez más su capacidad de adaptación a los cambios.

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