
El portátil 'Lenovo Yoga Pro 9i' ha nacido para destacar en el mercado. No puede ser de otra forma. El equipo profesional tiene motivos para sentirse privilegiado en su sector: poderoso por dentro y deslumbrante por fuera. Su paso por elEconomista.es ha sido ciertamente celebrado por los compañeros de redacción, atraídos por el fulgor de una pantalla hipnótica de 16 pulgadas (tecnología 'PureSight Pro' de 3,2 K) y la elegancia de su tinte y acabado exterior.
Pero lo mejor llega cuando se pone la máquina a pleno rendimiento y se le exige velocidad. Entonces, la respuesta del portátil tumba al más escéptico y derrota al primer pulso a los curados de espanto, a los que creen que nada puede sorprenderlos. Ciertamente, el Intel Core de 13º generación supera las mejores expectativas. Es un pura sangre con corazón de león.
Con semejante musculatura, el último exponente de los Yoga responde con suficiencia a las tareas más exigentes de edición de video, modelado 3D e incluso algo de "gaming" aunque no es su finalidad declarada. Los jugones demandan a sus máquinas no sólo la potencia gráfica que desborda este equipo, sino también una estética más agresiva, quizá con un sistema de disipación mayor de calor y un teclado más pensado en la comodidad de los usuarios más adictivos.
El panel de 3,2 K es fiel en la reproducción precisa de los colores: excelente brillo y respuesta táctil obediente. Como es de esperar en la familia Yoga, el sistema de bisagras que cierra y abre la pantalla hasta los 180 grados con la sensación de absoluta solidez y con las dosis justa de dureza y fluidez. La cuestión no es baladí, ya que el peso de la pantalla en cualquier posición llega a intimidar. El tiempo de uso intensivo del portátil, al que desgraciadamente no ha alcanzado esta prueba, determinará si el engranaje ofrece holgura, pero a priori no ofrece esa sensación. La 'prueba del algodón' consiste en sujetar el portátil con la pantalla hacia abajo para comprobar si cede levemente por el peso... Y eso no ocurre.
El sonido estéreo, con sus dos altavoces flanqueando el teclado, es limpio y suficiente, suficiente como para prescindir de aparatosos y siempre incómodos auriculares de orejera. Tanto en el ocio -para escuchar música a generoso volumen-, como en el negocio -en las videoconferencias pospandémicas que reducen su frecuencia-, el ordenador cumple con sobresaliente, incluso en las ciberreuniones de grupo.
La cámara de 5 megapíxeles duplica con creces la media de su especie (generalmente de 2 megapíxeles en portátiles), y ofrece una apertura focal de 2.0 (f/2.0); con una luminosidad muy agradecida para las videollamadas con pobre iluminación. Verse en la pantalla con semejante calidad y parecer un 'streamer', es todo uno. El micrófono está a la altura de las circunstancias, con la cancelación de ruido y la última tecnología de su especie. El cargador es voluminoso, porque no puede ser de otra forma, dados los 170W con 8.5A, lo que proporciona una carga rápida en un hora pese a estar encendido.
Entre las pegas, que también existen, sobresale el peso y el alto consumo energético. Es cierto que este tipo de equipos no están hechos para los nómadas, sino para el teletrabajador con un sitio asignado para sus quehaceres con la informática. Tampoco resulta recomendable para el que frecuente los trenes o aviones sin cargadores, ya que la batería es su talón de Aquiles, por no imaginar la torturante y calurosa carga que supone trabajar con el equipo sobre las rodillas. No se pueden pedir milagros: no hay batería que soporte durante mucho tiempo semejante potencia bruta y calidad de vídeo. A pesar de ello, el portátil cuenta con diversas opciones de energía por parte de su aplicación "Lenovo Vantage" además de las propias de Windows. Ahora bien, para que podamos alargar la batería, por ejemplo, podemos alternar la tasa de refresco de la pantalla entre los 60HZ y sus 165 HZ o bien configurar qué aplicaciones utilizarán la gráfica integrada del procesador o la maravillosa 4070 de 8GB que incorpora el portátil. En nuestras pruebas hemos comprobado que no aguanta más de dos horas de estrés con un panel de 3K Mini LED y mucho menos si ejecutamos tareas engorrosas. Y puestos a buscara oegas, que no es fácil, otro problema que deberían mirar los diseñadores del equipo es el efecto espejo en la pantalla. Se percibe demasiado, ya que todo se refleja nítidamente en la pantalla, ya sea uno mismo o las luces del fondo de la redacción.
El equipo cumple con la diversidad de conexiones, aunque en cantidad siempre se puede exigir un poco más. Su conectividad bluetooth 5.1, es compatible con todos los dispositivos actuales, mientras que su Wifi-6 proporciona excelentes resultados de velocidad (unos 800 Mbps), teniendo 1Gbps contratado. Entre sus puertos se encuentra un "Intel Thunderbolt 4" que es un USB-C 3.2 1ºgen, con una transferencia teórica de 40 Gbps según Intel, que nos permitirá transmitir vídeo si disponemos del cable adecuado USB-C, así como el DisplayPort, aunque la finalidad de este puerto seguramente termine en enchufar un HUB-USB o una "dock station" para poder multiplicar las accesos. También suma dos puertos USB-A 3.2 en los laterales, para un pendrive y un "dongle usb" de ratón inalámbrico, y para de contar. A lo anterior se añade un potente puerto HDMI 2.1, capaz de soportar los 240Hz en 4K, lo que viene a ser una locura de prestaciones para los portátiles menos avanzados. Asimismo, llama la atención que, a diferencia de en otras versiones de Lenovo, el equipo incorpora switch en el lateral para encender y apagar la cámara, en lugar de la clásica pestaña física los portátiles en la propia pantalla, habitual en la misma marca. De esa forma, los diseñadores logran una conseguida estética en una pantalla sin bordes de plástico. Damos por hecho de que este sistema funcione tan bien como la pestaña tradicional. El precio de los Yoga Pro 9i arrancan desde los 1.869 euros.