Tecnología

Minisatélites españoles para vigilar la salud de las vacas desde el espacio

  • La madrileña FOSSA muestra sus soluciones en el MWC, en la zona de firmas emergentes
Vicente González, jefe de tecnología de FOSSA, y Julián Fernández, CEO y cofundador de FOSSA. ee

Julián Fernández, CEO y cofundador de FOSSA, ocupa el metro cuadrado con mayor porcentaje de talento y juventud de todo el Mobile World Congress de Barcelona (MWC). Tiene 20 años, estudia el segundo curso de ingeniería de telecomunicaciones y su empresa se convirtió el año pasado en la compañía española y europea que más nanosatélites (satélites de hasta 20 kilos de masa) puso en órbita. Su picosatélite, que también se llama así, fue el primero que se construyó en España y puesto en órbita y el tercero del mundo. Ahora mismo orbitan 13 picosatélites, de apenas 650 gramos y del tamaño de un smartphone, con cinco centímetros de grosor. El año que viene serán 80 receptores y todos ellos viajarán al espacio de la mano de SpaceX, la empresa de Elon Musk.

Julián Fernández, junto con su CTO, Vicente González, explica su empresa a los congresistas interesados en ofertas de conectividad de los objetos de alcance global, con costes competitivos y con los mayores requisitos de seguridad en la transmisión de datos. Su discreto mostrador pasa desapercibido entre la colmena de emprendedores del 4YFN (4 Years from Now), dedicado a las empresas emergentes con menos de cuatro años de actividad. Lo mismo ocurre con el picosatélite que allí reposa, el PocketQube, pequeñito (5x5x5 centímetros), pero sobradamente preparado para ofrecer comunicaciones de Internet de las Cosas en ubicaciones remotas donde no existe conectividad móvil.

La gran ventaja de los picosatélites reside en las imbatibles prestaciones para ofrecer conectividad de las cosas de bajo precio, en zonas críticas, sin cobertura móvil, para mantener los activos siempre bajo control y a distancia. De hecho, la duración de las baterías de los dispositivos emisores puede prolongarse varios años.

La puesta en marcha de los proyectos también es un elemento diferencial. En apenas nueve meses, FOSSA garantiza la puesta en órbita de la plataforma de sus clientes. Entre ellos se encuentran explotaciones ganaderas, bautizadas Smart Farm, donde la firma controla la salud de los animales, sus condiciones ambientales, la temperatura o sus condiciones físicas durante su transporte o geolocalización en tiempo real, para así mejorar su control, gestión y producción. De hecho, el caso de éxito de las vacas sensorizadas y controladas a distancia -siempre con la ayuda del satélite- es uno de los reclamos más sorprendentes. El objetivo consiste en geolocalizar al ganado, que no abandone los límites debidos o evitar que pueda perderse por el monte, pero también ayuda a monitorizar los hábitos, identificarlos y tratar de predecir actuaciones. "Podemos conocer si una vaca pudiera estar enferma o en celo. Se trata de un activo empresarial como cualquier otro, porque una vaca enferma no produce lo mismo que otra sana, y de esta forma dotamos al granjero de herramientas para que pueda conocer perfectamente el estado de los elementos de su negocio, lo que al final se traduce en una mejora de las operaciones y un aumento de la eficiencia y el rendimiento", señala Fernández.

A su vez, el sensor encastrado en el collar de la vaca envía pequeños paquetes de información (menos que SMS), que luego se procesan y permiten generar inteligencia. Otro ejemplo sobresaliente es la monitorización de la fiabilidad de los puentes, obra civil que con el paso de los años puede perder propiedades y que conviene tener vigilado. En este ejemplo, desarrollado en el Reino Unido, FOSSA se ayuda del sonido. Cada vez que transita un tren se registra un sonido, con un determinado espectro y solo la consulta de las frecuencias resonantes, a medida que pasa el tiempo, se puede ver cómo evoluciona la estructura del puente y anticipar el mantenimiento si se detectan problemas sin tener que desplazar a un operario a la zona una vez al mes. "También con los datos de audio se puede conocer la velocidad del tren o cuántos vagones desplaza. Todo eso, simplemente con un solo dato de audio", añade Fernández.

Salto de calidad

La agricultura eficiente también puede tener en los picosatélites a un recurso idóneo para mejorar la productividad, "conociendo en todo momento el estado de las variables que afectan al cultivo, como humedad, calidad del suelo, momento de recolección o posibles plagas. La logística conectada igualmente da un salto de calidad en cuanto las empresas pueden conocer la ubicación de cada mercancía, la temperatura a la que se encuentra en tiempo real o si ha sufrido golpes o desperfectos durante el transporte.

Otros usos de esta tecnología guardan relación con la observación de la Tierra y la captura de información crítica sobre lo que sucede en zonas alejadas de la observación directa, como deforestación, incendios o las subidas o bajadas del nivel del mar, según señalan desde la empresa. Los nanosatélites de FOSSA también pueden presumir de cualidades ambientales, ya que el pequeño tamaño de sus plataformas permite a la empresa consumir pocos recursos en su fabricación y sin generar basura espacial, ya que, al terminar su vida útil, entran en la atmósfera y se desintegran.

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