
Aunque los televisores OLED sean los que más llaman la atención del catálogo de LG, no podemos olvidarnos de la gama NanoCell, que ofrece alta calidad a precios más controlados.
Voy a ser sincero, una vez que pruebas un televisor OLED, es muy difícil volver atrás. En mi caso, fue el LG G1 de 55 pulgadas el que me hizo sentir especial, y desde entonces soy incapaz de ver televisores convencionales de la misma manera.
Claro, que este "encantamiento" se me pasa cuando veo el precio. Siendo una tecnología relativamente nueva, es comprensible que sea bastante cara, especialmente si buscamos un gran tamaño de pantalla. Y no es como si el resto de tecnologías no hayan avanzado en absoluto.
Tecnología NanoCell
La propia LG es consciente de que no puede abandonar a los usuarios con un presupuesto algo más pequeño, pero que no quieren perder demasiado en la experiencia. Así nació la tecnología NanoCell, que pretende mejorar la calidad de la imagen de los televisores convencionales.
En efecto, el 75NANO90 es un televisor LED "normal y corriente" basado en tecnología IPS, aunque llamarlo de esa manera me resulte un sacrilegio, teniendo en cuenta la cantidad de innovaciones de las que presume. En concreto, NanoCell consiste en una capa de "nanopartículas", que tienen apenas 1 mm de diámetro y por las que pasa la luz blanca LED del panel trasero; esta luz filtrada es la que muestra colores rojos, verdes y azules más puros que con una matriz convencional.

Y son precisamente los colores los grandes protagonistas de este televisor, tanto por su impacto como por su fidelidad. Las escenas que he podido probar se han representado de manera fiel, sin las exageraciones que tanto temía; a veces, en un intento de ganar espectacularidad los fabricantes se olvidan de cómo se ve el mundo real. Las imágenes mostradas por el 75NANO90 son vívidas y bonitas, sí, pero en ningún caso exageradas y eso se agradece mucho.
Es algo que notaremos especialmente en algunas películas, especialmente si el cineasta ha decidido explorar el uso de los colores, pero también es una ventaja simplemente para mostrar vídeos de YouTube, algo que cada vez más gente hace con su televisor.
Con una resolución 4K, este televisor ofrece una imagen nítida y de calidad en cualquier tipo de contenido. Es cierto que cuando nos acercamos a la pantalla (a menos de 10 centímetros), empezaremos a ver los píxeles, en lo que se conoce como el "efecto de puerta", algo que se evitaría con las 8K; pero seamos sinceros, nadie ve la televisión de esa manera. A una distancia típica, la experiencia es excepcional, y aquí es donde el tamaño de 75 pulgadas realmente se aprovecha.

El principal motivo por el que querríamos comprar este televisor, y no buscar uno OLED, es el tamaño; con 75 pulgadas, tenemos una enorme pantalla a nuestra disposición, que se ve genial en cualquier punto del salón; de hecho, es tan grande que probablemente necesitarás un mueble adaptado, aunque recomiendo mejor un punto de montaje dedicado, algo que es posible gracias al punto de montaje VESA integrado.
Sin embargo, si no tienes más remedio que usar las patas incluidas, tengo que decir que son muy elegantes, y lo mismo puedo decir del resto del televisor. Estamos ante un dispositivo muy fino, sin elementos extravagantes y que encajará perfectamente con cualquier decoración. Además, los bordes de la pantalla son muy finos, sin llegar a desaparecer completamente, y eso ayuda a dar la impresión de que la pantalla está "flotando".
Otro aspecto que ayuda mucho a esa sensación de "imagen flotante" es que los ángulos de visión son perfectos, gracias a la tecnología IPS que ya está asociada con LG allá a donde vaya. Esto facilita enormemente el disfrute del televisor en familia, ya que los miembros no tendrán que ponerse todos delante de la pantalla para poder ver la película en condiciones. Es sorprendente que, incluso en los ángulos más extremos, la imagen no pierda ni un ápice de calidad.
Con todo esto, puedo decir que los televisores NanoCell de LG, y este 75NANO90 en concreto, son especialmente buenos para disfrutar de películas, como demuestra el hecho de que tiene compatibilidad con Dolby Vision IQ para mejorar la experiencia con HDR, además de un modo "Filmmaker", creado en respuesta a los polémicos filtros que aplican muchos televisores; en este modo, veremos la película exactamente como su cineasta la ha imaginado, desactivando la interpolación de movimiento y funciones que modifican la imagen. Aunque esas funciones pueden ser muy útiles para ver otro contenido, como televisión o vídeos por streaming, pueden ser una molestia y es bueno que se desactiven automáticamente.
La tecnología NanoCell ha mejorado tanto que realmente me hace preguntar si LG tiene más margen, o si ha alcanzado el límite de lo que es posible con un panel LED. Especialmente porque los principales fallos, por llamarlos de alguna manera, de este televisor tienen que ver con ese panel.
¿El límite de las LED?
Al igual que otros, este panel tiene una capa de LEDs blancos que emiten luz blanca constantemente, que pasa por la mencionada capa NanoCell para obtener los colores. Eso supone que, inevitablemente, el color negro no puede ser bien representado.
Por eso, no puedo sino elogiar el esfuerzo de LG en conseguir unos negros más absolutos; de hecho, diría que estos son los mejores negros que he visto en un panel LED hasta ahora, por lo profundos que son. Pero esa es la cosa, que sólo son buenos para ser un panel LED.

Es fácil encontrarse con los problemas típicos de esta tecnología, incluyendo unos negros que parecen grises muy oscuros en determinadas escenas, y un contraste algo bajo. Aunque LG presume de su tecnología Nano Black, es obvio que el resultado no alcanza los niveles de una OLED y probablemente, nunca los alcanzará. La esperanza está en tecnologías como MiniLED, que también está siendo ya integrada en algunos televisores.
El bajo contraste también afecta al disfrute del HDR, aunque en ese caso ya estaba limitado de todas maneras por la tecnología usada. Aún así, no es malo en absoluto, y de hecho, creo que el verdadero problema está en el brillo, que podría ser más elevado. Además, tengo que resaltar que no me encontré problemas de 'bleeding', ese efecto en escenas oscuras en las que se ve la luz trasera, y aunque vi algo de 'halo' en objetos brillantes en zonas oscuras, estaba muy limitado y no se nota a una distancia normal.
En cambio, no recomendaría este televisor si nuestra prioridad son los videojuegos, aunque eso no significa que LG no haya intentado todo lo posible para ofrecer una buena experiencia. La frecuencia de refresco alcanza los 120 Hz, que no está mal, y es compatible con tecnologías de frecuencia de refresco variable. Además, tenemos dos puertos HDMI 2.1, imprescindibles para conectar nuestra consola de nueva generación y aprovecharla como es debido a resolución 4K y 120 Hz. Sin embargo, el tiempo de respuesta es relativamente elevado, lo que puede producir 'estelas' cuando la cámara se mueve rápidamente; normalmente no es un problema, pero en videojuegos se puede notar más.
Todo lo que necesitamos en un televisor
El LG 75NANO90 es un gran televisor, que sólo es vencido por modelos mucho más caros de la misma compañía pero que, para el usuario medio, es más que suficiente.

Por ejemplo, no he hablado de webOS, el sistema de LG que nos permite usar la mayoría de los servicios de streaming como Netflix, Apple TV y Disney+, o el uso de un procesador Alpha 7 de tercera generación diseñado para mostrar contenido en 4K. Son características que ya consideramos imprescindibles en un televisor moderno, y que están aquí.
El LG 75NANO90 tacha la inmensa mayoría de la lista de cualquier comprador y lo hace con un precio más bajo que las alternativas OLED. La versión de 75 pulgadas que he probado cuesta 1.999 euros, por ejemplo, mientras que un modelo similar con pantalla OLED cuesta más del doble.