
Un bug en Windows 11, y una nueva funcionalidad de seguridad afectan al rendimiento en videojuegos de ordenador.
Hoy se ha producido el lanzamiento de Windows 11, el nuevo sistema operativo de Microsoft que trae varias novedades; aunque la mayoría sean de diseño, con un nuevo menú inicio y un nuevo estilo, también hay cambios en el funcionamiento interno. Sin embargo, no todos pueden ser beneficiosos para todo el mundo.
Cuando probamos la versión preliminar de Windows 11, ya advertimos que el nuevo sistema se nota más rápido gracias a las nuevas animaciones, pero que en realidad obtiene puntuaciones algo peores en nuestras pruebas de rendimiento. El sitio alemán ComputerBase ha podido confirmar que lo mismo ocurre con la versión final de Windows 11.
En pruebas como 3DMark, Windows 11 obtiene 1.000 puntos menos que Windows 10 en el mismo equipo, una diferencia notable. Y en algunos juegos, como F1 2020, el rendimiento es muy inferior, con diferencias de hasta 40 frames por segundo.
Afortunadamente, eso no ocurre en todos los juegos, y de hecho, en algunos como Doom Eternal, Windows 11 consigue superar a Windows 10; y en otros, la diferencia es tan pequeña que entra dentro del margen de error y el rendimiento es idéntico.
La pérdida de rendimiento en esos juegos se puede explicar por un 'bug' que, aunque fue descubierto hace dos meses, parece haber acabado en la versión final de Windows 11. Afecta al explorador de archivos, que junto a un lavado de cara ha recibido un fallo que provoca que no sea capaz de liberar la memoria RAM que ha usado; como resultado, esa memoria no puede ser usada por otros programas, algo especialmente importante en videojuegos que suelen necesitar de toda la memoria disponible en el sistema.
Este error ha sido comprobado tanto por usuarios de Reddit como por PCGamer, que ha podido replicar las mismas condiciones resultando en caídas de rendimiento.
Seguridad a cambio de rendimiento
Pero incluso si Microsoft lanza un parche que solucione ese 'bug', el futuro de Windows 11 como sistema para juegos puede ser negro. La compañía ha confirmado que la mayoría de ordenadores nuevos tendrán una función llamada VBS (Virtualization-Based-Security) que puede empeorar el rendimiento en juegos hasta un 28%.
Esta es una medida de seguridad, que usa virtualización de hardware para aislar regiones de memoria del resto del sistema; en este modo seguro, las aplicaciones están más protegidas de posibles intentos de robar datos o tomar el control.
Microsoft ha confirmado que trabajará con los fabricantes para activar VBS en la mayoría de ordenadores Windows 11 nuevos; aunque si vamos a actualizar desde Windows 10, esa función no se activará por defecto, así que podremos actualizar sin miedo en ese sentido.
Esta no es la primera vez que la renovada obsesión por la seguridad de Microsoft afecta a los usuarios. Windows 11 requiere que el equipo tenga TPM 2.0, una plataforma de cifrado que sólo está presente en los ordenadores más nuevos, y por eso muchos equipos no podrán actualizar al nuevo sistema.