En 1954, la leonesa Ángela Ruiz Robles se convirtió en la precursora del libro electrónico al desarrollar una enciclopedia mecánica que cambiaría nuestra forma de leer. La austriaca Hedy Lamarr desarrolló en 1940 la conmutación de frecuencias que llevaría a nuestro actual wi-fi. Katherine Blodgett, primera doctora en física, creó los cristales antireflectantes que hoy usamos en gafas, cámaras y otros aparatos. Josephine Cochrane inventó en el siglo XIX el primer lavavajillas. La inglesa Ada Lovelace desarrolló el primer ordenador programado con logaritmos matemáticos, lo que la convierte en la primera programadora de la historia. La estadounidense Grace Murray Hoper creó el primer compilador de lenguajes informáticos. Barbara S. Askins, de Tennesse, inventó las autoradiografías. Una de las primeras ingenieras, Margaret Wilcox, patentó el primer sistema de calefacción del coche.
A lo largo de la historia, estas y otras mujeres, a las rendimos homenaje en el 8-M (Día Internacional de la Mujer), han contribuido a los inventos tecnológicos que han hecho nuestra vida más fácil y que han abierto el camino que nos ha permitido llegar al nivel de desarrollo actual.
Sin embargo, estas pioneras fueron una excepción en su momento, cuando las mujeres tenían un acceso bajo o nulo a la formación y, sobre todo, a las universidades. Formaban una muy pequeña parte de las empresas, generalmente situadas en puestos relacionados con la secretaría, la comunicación, la atención al cliente...
Con el tiempo, la mujer ha ido teniendo acceso a la formación y a las universidades, hasta llegar a ser más de la mitad de los estudiantes que se gradúan en formación superior. Estas cifras no son las mismas cuando se trata de estudios tecnológicos o científicos: tan solo un 12% de las matriculadas en informática son mujeres, una cifra que se eleva al 28,5% cuando se trata de ingenierías. Habitualmente, el sector femenino de las universidades suele optar por carreras relacionadas con la enseñanza, la salud, las ciencias sociales y las artes, disciplinas tradicionalmente ligadas a la mujer.
Esta falta de paridad se refleja también en los puestos directivos. Según un estudio elaborado por InfoJobs, tan solo el 12% de los departamentos de tecnología tienen una mujer a la cabeza, frente a departamentos como atención al cliente (67%), recursos humanos (56%), administración (52%) y comunicación (51,4%) que están liderados por mujeres.
Según datos del INE, tan solo el 28% de quienes se dedican a actividades relacionadas con la informática son mujeres, una cifra que se reduce al 11% cuando se trata de mujeres programadoras.
La Secretaría de Estado para el Avance Digital y la UNESCO señalan a los estereotipos como una de las causas principales por las que las chicas no se interesan por materias científicas y tecnológicas. Un estudio reciente publicado por la revista Science señala que, ya a la edad de seis años, las niñas creen que están menos capacitadas que los niños para desempeñar determinadas tareas e, incluso, que tienen menos talento que ellos. A partir de esa edad, comienzan a abandonar la idea de que las materias de ciencias son para ellas.
La dificultad histórica para acceder a la formación, unido a un sesgo que sigue estando presente ha llevado a que el 97% de los Nobel recibidos en categorías de ciencias hayan sido recogidos por hombres. De hecho, este año ninguna mujer ha sido candidata para llevarse el reconocimiento en física, química ni medicina.
