En la historia de Hollywood pueden establecerse diversos periodos, la mayoría de ellos marcados por cambios en el sistema de producción de las películas o en el seno de las propias compañías. Los 80 anotaron en este sentido un nuevo punto y aparte cuando grandes multinacionales ajenas al negocio de la creación cinematográfica decidieron apostar fuerte para hacerse con algunas de las firmas históricas del sector.
La era de los grandes estudios, auspiciada por la personalidad de sus magnates (Louis B. Mayer, Harry Cohn, Jack Warner…), había quedado atrás definitivamente, sobre todo porque el negocio del cine ya no se limitaba a la sala, sino también a las emisiones televisivas de los clásicos y su distribución para el mercado casero. Desde Japón, una compañía iba a liderar esa revolución en la industria del cine.
Dos de los protagonistas decisivos de ese cambio, Akio Morita, un joven físico, y Masaru Ibuka, ingeniero, se conocieron en las sesiones de un comité de investigación durante la Segunda Guerra Mundial. Hicieron buenas migas, pero pronto tomaron caminos diferentes. Terminada la guerra, en septiembre de 1945, Masaru Ibuka creó en Tokio una nueva empresa con un pequeño grupo de ingenieros (en su caso no en un garaje, como los magnates tecnológicos estadounidenses, sino en la tercera planta de unos grandes almacenes). La empresa se llamaba Tokyo Tsushin Kenkyujo (Instituto de Investigación de Telecomunicaciones de Tokio), conocida simplemente como Totsuken. Su labor estaba consagrada a la reparación de viejos aparatos de radio dañados durante la guerra y a la conversión de unidades de frecuencia media en receptores de todo tipo de ondas a través de adaptadores de onda corta.
Ante la sed de noticias que se desató tras la guerra, la demanda de los adaptadores de onda corta de Totsuken se disparó. La popularidad de la compañía hizo que Akio Morita oyese hablar de su viejo amigo de guerra y llegase a dar con él. En cuanto retomaron el contacto, Ibuka le propuso que se trasladase a Tokio para convertirse en socio de Totsuken. El físico aceptó, y juntos refundaron la compañía el 7 de mayo de 1946, convertida ahora en la Tokyo Tsushin Kogyo K.K. (Empresa de ingeniería de telecomunicaciones de Tokio), también conocida como Totsuko.
La nueva empresa arrancó su actividad con apenas una veintena de trabajadores y escasa maquinaria, consagrada su labor a adaptar radios y crear voltímetros de tubo de vacío. No fue hasta 1950 cuando Totsuko lanzó la primera grabadora de cintas de Japón, la tipo G, un dispositivo de consumo totalmente nuevo que fue el primero en introducir la idea de experiencias de grabación, almacenamiento y reproducción. Aquella fue la primera de las muchas innovaciones en grabación y reproducción de cintas que la empresa crearía en los años 50 y en las siguientes cuatro décadas.
Sus productos no solo gozaron de gran éxito en Japón, sino que pronto comenzaron a recibir importantes pedidos desde Europa y Estados Unidos. Se impuso entonces la necesidad de un cambio importante: el nombre. La elección de Totsuko obedecía precisamente a que resultase difícil de pronunciar para los occidentales, cosa que ahora no interesaba. La nueva denominación saldría de la combinación de la palabra latina sonus (raíz de las palabras 'sonido' y 'sónico'), y el término sonny boy, que describe a un joven con un espíritu libre y pionero. Así nacería oficialmente, en 1958, Sony Corporation.
Consola PlayStation (1994), icono de la marca japonesa
Desde entonces, las innovaciones de Sony no han dejado de desembarcar en el mercado, desde los primeros radios transistores (1954) a la televisión en color (1968) la primera grabadora de vídeo doméstica, el walkman (1979) o la Playstation (1994), consola que marcó el inicio de su carrera en el mundo de los videojuegos. Fue poco antes, a finales de los 80, cuando Sony aterrizo? en Hollywood con hambre de expansión –también empezaba a entrar en el mundo discográfico donde se consagraría como Sony Music- y se hizo con Columbia Pictures Entertainment, productora de cine y televisión que poseía, entre otras, la legendaria Columbia Pictures y TriStar Pictures (especializada en cine de corte independiente). Este conglomerado de productoras y distribuidoras estaba por entonces en manos de The Coca-Cola Company, y Sony la adquirió a cambio de 3.400 millones de dólares. Junto a otras compras menores, la aventura cinematográfica de los japoneses se puso en marcha definitivamente en 1991 bajo el nombre ya de Sony Pictures Entertainment.

Desde entonces, Sony no ha dejado de enriquecer su espectro cinematográfico con la creación de nuevas firmas de producción y distribución, como la Columbia TriStar Pictures, que nacía en 1998 de la fusión de ambas compañías, o Sony Pictures Classics, consagrada a proyectos de carácter más artístico. Uno de los principales hitos llegaría en el año 2005, cuando Sony se hizo con el mítico estudio Metro-Goldwyn-Mayer por 5.000 millones de dólares, fusionando así ambos catálogos y adquiriendo franquicias tan potentes como la saga de 007. Por otro lado, todo apunta a que la serie ya bautizada como 'Universo Marvel de Sony', con películas protagonizadas por personajes de los cómics de Spider-Man (como Venom, Morbius, Nightwatch o Kraven el Cazador) supondrán importantes éxitos de taquilla para los próximos años.
La saga 'Ghostbusters' es uno de los grandes éxitos de Sony Pictures
Son sin duda buenos augurios después de lo irregular que resultó el comienzo del milenio para Sony, que incluso se vio obligada a cerrar varias fábricas ante los duros golpes asestados por la llegada de los iPods, los smartphones, la consola Wii o el incremento de la piratería. Su última y rotunda apuesta, la consola Playstation 5, debería llegar al mercado a finales de 2020, aunque ahora todo está en el aire a tenor de las singulares circunstancias internacionales que estamos viviendo.
