La subida de la producción de petróleo ligero, que ha empujado la producción de crudo estadounidense hasta casi los 7 millones de barriles/día, junto con una demanda débil, ha reducido las importaciones a 8,4 millones de barriles día, de los 10,2 millones en 2006. La producción en ascenso de crudo doméstico beneficia al balance comercial y debería ejercer presiones al alza sobre el dólar (probablemente mitigadas por la sobrecapacidad económica). Suponiendo que continúen las tendencias actuales (hay dudas sobre los índices de agotamiento del petróleo ligero, mucho mayores que las reservas convencionales) y el consumo siga bajando por los cambios estructurales a medio plazo, la IEA espera que EEUU supere a Arabia Saudita en producción de crudo en 2020 y se convierta en un exportador neto de petróleo en 2030. Aunque el auge de las perforaciones de gas de esquisto ha beneficiado al sector energético e industrias y estados asociados, y seguirá haciéndolo, la mayoría de las ventajas ya se han conferido a la economía de EEUU tras el colapso de los precios Henry Hub, que se ha sentido sobre todo en los usuarios industriales y fabricantes mediante una materia prima química barata y generación de calor/energía, aunque con la limitación de la falta de infraestructuras. A largo plazo, las ventajas del gas de esquisto serán mayores, aunque sólo si EEUU se convierte en un gran exportador de gas natural o el consumo doméstico repunta drásticamente.
Por Gary Clark.