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¿WeTransfer entrena su IA con tus archivos? Esto es lo que ha aclarado la empresa

¿Qué pasaría si tus diseños, fotografías o guiones terminaran entrenando a una inteligencia artificial sin tu permiso? La pregunta no es nueva, pero esta semana se ha colado por sorpresa en el corazón de una de las herramientas más usadas por los millones de usuarios: WeTransfer.

Un cambio reciente en sus términos de uso desató una ola de sospechas en redes sociales, especialmente entre ilustradores, autores y otros profesionales que dependen de la plataforma para compartir su trabajo.

WeTransfer ha tenido que salir al paso de las acusaciones. Ha aclarado que no utiliza los archivos para entrenar modelos de inteligencia artificial, sino para moderar el contenido. Pero el daño a la confianza —ese intangible tan difícil de recuperar— ya estaba hecho y las dudas, de hecho, no han cesado.

WeTransfer y el comienzo de la polémica

Todo comenzó con la actualización de los términos de servicio de WeTransfer. En la versión anterior se introdujo una cláusula que, en palabras de la propia compañía, tenía como objetivo "abrir la posibilidad de usar IA para mejorar la moderación de contenido". La cláusula decía que la empresa podía usar los archivos para "mejorar el rendimiento de modelos de aprendizaje automático que optimicen nuestro proceso de moderación".

A primera vista, el objetivo parecía noble: identificar y filtrar contenido perjudicial. Sin embargo, la redacción también incluía verbos como "reproducir, distribuir, modificar o mostrar públicamente" los archivos subidos. Ese lenguaje encendió todas las alarmas.

En un clima donde cada semana surgen nuevos escándalos sobre datos utilizados sin permiso —desde asistentes virtuales hasta generadores de imágenes— muchos interpretaron que WeTransfer se estaba concediendo a sí misma una licencia para usar los archivos de los usuarios como entrenamiento para sus sistemas de IA. La reacción no se hizo esperar.

Una respuesta oficial, pero tardía

La compañía holandesa reaccionó rápido, aunque no lo suficiente para evitar que la indignación se propagara. En un comunicado enviado a la BBC, una portavoz afirmó con claridad: "No usamos aprendizaje automático ni ninguna forma de IA para procesar contenido compartido a través de WeTransfer, ni vendemos contenido o datos a terceros."

Además, la empresa decidió actualizar de nuevo los términos, cambiando la redacción para hacerla más comprensible. Ahora la cláusula 6.3 dice que los usuarios conceden una licencia sin royalties para usar el contenido únicamente para operar, desarrollar y mejorar el servicio, "todo de acuerdo con nuestra política de privacidad y cookies". Esta nueva versión entrará en vigor el 8 de agosto para los usuarios actuales.

Pero el debate, como en tantas otras ocasiones, ya había trascendido lo jurídico. En redes sociales, creativos de todo tipo expresaban su temor de que sus obras acabaran en manos de sistemas que imitan, deforman y —según muchos— amenazan su forma de vida.

¿Es seguro utilizar WeTransfer ahora o no?

El caso de WeTransfer no es aislado. En diciembre de 2023, Dropbox también se vio obligada a salir al paso tras acusaciones similares. Aunque aclaró que no entrenaba sus modelos con los archivos de los usuarios, el mero hecho de que muchos lo creyeran muestra lo profundo que es el escepticismo.

El medio tecnológico The Register ya lo apuntaba entonces: la desconfianza hacia las plataformas tecnológicas ha alcanzado un punto en el que incluso rumores infundados se vuelven creíbles. Y cuando eso ocurre, las empresas deben enfrentarse no solo a un problema de comunicación, sino a una crisis de legitimidad.

La abogada especialista en protección de datos, Mona Schroedel, advertía en declaraciones a la BBC que "los cambios en términos de servicio pueden esconder riesgos no visibles", y que la fiebre por la IA ha llevado a muchas empresas a buscar datos existentes que puedan alimentar sus modelos. A veces, lo hacen amparándose en el concepto legal de interés legítimo, una figura borrosa que suele beneficiar más a las empresas que a los usuarios.

Más allá de la letra pequeña, la polémica revela una realidad incómoda: muchos profesionales se encuentran atrapados en plataformas de las que dependen para su trabajo diario. Cuando los términos cambian, no siempre tienen alternativas viables. Dejar un servicio como WeTransfer implica no solo buscar otra opción, sino también convencer a clientes, colaboradores y equipos para migrar juntos.

Este tipo de dependencias estructurales genera una especie de "vulnerabilidad digital". Aunque legalmente los usuarios pueden decidir irse, en la práctica se ven forzados a aceptar cambios que no comprenden o que no comparten, simplemente porque salir resulta más costoso.

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