La ciudad de Madrid está repleta de zonas ocultas y desconocidas por la inmensa mayoría de los madrileños, y entre estos podemos encontrar uno de los pocos refugios antiaéreos de la Guerra Civil que conserva la capital dentro del Parque del Buen Retiro.
Fue con el estallido de la Guerra Civil, que Madrid se convirtió en la primera gran ciudad en ser atacada con bombardeos aéreos, después de que la noche del 27 al 28 de agosto de 1936, un avión de la Alemania nazi arrojara las primeras bombas sobre la plaza de Cibeles, entonces plaza de Castelar, donde tenía sede el Ministerio de Guerra de la República.
Ante la posibilidad de seguir sufriendo bombardeos, en 1936 se inicia en el parque del Retiro la construcción de un refugio de 135 metros de largo con cinco galerías abovedadas, a ocho metros de profundidad, para salvaguardar la vida de 275 personas en caso de emergencia.
No es hasta 1938 que se termina plenamente de construir este refugio, pero por suerte no hay base histórica que argumente que llegó a emplearse para su fin originario. Sino que desde entonces ha sido utilizado como un lugar de almacenaje provocando que hasta el día de hoy sea un gran desconocido para los miles de transeúntes que pasan por encima de él por la calle Menéndez Pelayo, cerca de la Puerta de la Reina Mercedes y junto al paseo de Panamá.
Pero desde el Ayuntamiento de Madrid quieren cambiar esto, y según han informado han reabierto sus compuertas para comprobar el estado de este con la intención de iniciar una limpieza para "musealizar y abrir al público" en las debidas condiciones de seguridad, "para que los madrileños puedan acceder a uno de esos tesoros que tenemos en la ciudad y que merece la pena conocer", junto al ya visitado búnker de El Capricho.
En 2021, el Ayuntamiento ya inició este proceso al llevar a cabo una limpieza general del refugio y prepararlo para que fuera más accesible para el público. Y ahora en esta ocasión, el Ayuntamiento ha decidido musealizarlo con el objetivo de acercarlo más a los ciudadanos de la capital.
Se trata de "una auténtica obra de ingeniería", aseguran desde el consistorio, que ha sido olvidada durante años ya que tras la Guerra Civil se cerró el refugio y se utilizó para el cultivo del champiñón, para lo que se cubrió con una capa de tierra vegetal. También se empleó como almacén con manguera, mobiliario y otros enseres del parque.