Sanidad

Oro líquido: el negocio de los análisis de orina se dispara por la crisis de los opiáceos en EEUU

Foto: Getty.

La crisis de los opiáceos en Estados Unidos se ha convertido en un problema sanitario de gran calado. Trump ya ha declarado la situación como una emergencia de salud pública. Al menos 33.000 personas murieron a causa de una sobredosis de opiáceos en 2015. Pero todo tiene su efecto económico. Además de tener efectos perniciosos en el mercado laboral estadounidense, también está desangrando a las arcas del Estado, pero por una consecuencia inesperada: las pruebas de orina.

Según un estudio de Kaiser Health News en colaboración con investigadores de la Mayo Clinic, la sanidad pública abonó en 2014 un total de 8.500 millones de dólares a los laboratorios para que realizaran análisis de orina en los que se detectan opiáceos, "más que el presupuesto total de la Agencia de Protección Medioambiental", afirman. Esto supone una cifra cuatro veces mayor que en 2011. De hecho, el dato iguala el gasto combinado de los cuatro análisis de diagnóstico de cáncer más recomendados.

El problema estriba en que los doctores no tienen un límite a la hora de recetar este tipo de análisis. Hasta 2010, los tests de drogas eran baratos - menos de 10 dólares - y consistían en una simple tira que cambiaba de color en unos minutos si la orina contenía restos de drogas, en un sistema similar a los test de embarazo. Sin embargo, el abuso de esta herramienta por parte de las clínicas llevó al Medicare a limitar su uso. La consecuencia imprevista e indeseada fue que se empezaron a recetar análisis en laboratorio, mucho más detallados y costosos.

Los médicos no cuentan con un estándar nacional para dilucidar a quién se le deben practicar este tipo de análisis, para qué drogas y con qué frecuencia. "Medicare ha gastado decenas de millones de dólares en pruebas de detección de drogas que presentaban un peligro mínimo de abuso de sustancias en la mayoría de los pacientes", señala la investigación, citando a abogados del Estado inmersos en casos contra clínicas que abusan de estas técnicas.

"Estamos centrados en el hecho de que muchos facultativos están haciendo más dinero con los tests que tratando a pacientes. Es preocupante ver a los proveedores hacer pruebas a todo el mundo por cada tipo de droga cada vez que van", concluye un ayudante de un fiscal estadounidense.

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