
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha propuesto abrir la posibilidad de que otros establecimientos, aparte de las farmacias, puedan vender medicamentos sin receta, entre ellos "supermercados, tiendas de comestibles o gasolineras".
El organismo argumenta que esta práctica ya es común en otros países europeos que liberalizaron este mercado en los últimos años. Y cita los ejemplos concretos de países como Alemania, Reino, Unido, Irlanda y Holanda, entre otros, donde ya es posible esta venta. Pero, ¿qué consecuencias ha tenido en estos países y otros de nuestro entorno esta apertura?
Ventajas y riesgos
El informe de la CNMC no hace ninguna referencia a ello. Según los expertos consultados, la medida ha traído algunas ventajas para los consumidores, pero también posibles riesgos, tanto para la economía del país, así como para la calidad de la asistencia. En primer lugar, en la mayor parte de estos países, al cabo de los años el precio medio de los medicamentos sin receta vendidos en supermercados ha bajado entre un 5 y un 10%, lo que redunda directamente en beneficio del consumidor. Sin embargo, también se ha observado que ha crecido de manera importante el autoconsumo y su derivada más peligrosa: el sobreconsumo.
En la mayoría de estos países, la venta en supermercados de analgésicos se ha disparado. El ejemplo claro ha sido la vecina Portugal, que abrió legalmente la venta a supermercados en el año 2005 y ahora mismo es el país de Europa con mayor consumo de este tipo de medicamentos para reducir el dolor. Este hecho ha llevado a varias sociedades médicas a alertar sobre este sistema, ya que el abuso de estos analgésicos puede provocar reacciones más graves.
Dispensados por profesionales
En lo que coinciden los países de nuestro entorno que han dado el paso, como la propia Portugal e Italia -que lo hizo en 2006, es obligar a que la dispensación de los medicamentos sin receta aunque se haga en supermercados sea realizada por profesionales farmacéuticos. En los países nórdicos como Dinamarca o Noruega, que permiten esta venta desde 2001, no es obligatoria la presencia del farmacéutico. Tampoco en Estados Unidos, el paradigma de la venta libre.
Por otro lado, las consecuencia directa de la liberalización sobre el sector en estos países ha sido la abrumadora concentración de farmacias en dos o tres grandes multinacionales. Así ha pasado en Noruega, Reino Unido o Islandia, con cadenas como Alliance Boots (con 3.000 farmacias), Celesio (2.000 farmacias) o Phoenix (1.500 boticas). En Italia y Portugal, la medida ha traído la aparición de más parafarmacias y el cierre de numerosas farmacias. Los detractores también aseguran que se perdería la cercanía al punto de venta actual, como ocurre en España.