Somos una oligarquía de millonarios que hemos encontrado en la economía del miedo nuestro crecimiento financiero escudado en la salvación del planeta y de vuestra salud. Nuestro próximo objetivo no es el metaverso o conquistar el espacio, a pesar de lo que muchos puedan pensar; sino los océanos, entre otros despilfarros utópicos y tecnologías apocalípticas sin sentido
¿Alguna vez te has preguntado dónde nació el boom de los super-alimentos, de la quínoa, del kale, del aumento desproporcionado del precio del aguacate o de la carne in-vitro? ¿Sabes quién está impulsando que te plantees sustituir tu proteína roja animal por una procedente de la proteína vegetal o del laboratorio? ¿Y si te dijera que la sostenibilidad esconde más intereses económicos y oscuros de los que piensas y que todo recae en unas pocas personas que vamos más allá del #ChuletonGate?
Con mis declaraciones seguramente te haré cuestionar algunas cosas. Con un simple ejemplo lo verás claro: hace un año, en la parte más agresiva de la pandemia, saltaron las alarmas y estoy convencido que las dudas te invadieron en la decisión de comprar un pescado para comer o cenar, y mucho menos si ese pescado era el salmón. China llegó a culpar al salmón de Europa como el origen del peor rebrote de coronavirus en Pekín. Aunque el virus necesita la presencia de determinados receptores en las células de su huésped para poder infectarlas, era fácil sembrar el miedo y la confusión para el consumidor, haciéndote incluso eliminar completamente el pescado de tu dieta durante mucho tiempo.
Los precios del salmón cayeron y casualmente al mismo tiempo, irrumpían en el mercado un salmón fake a base de algas, llamado Odontella. De la misma forma, a ellos se unieron el salmón basado en células recreado por la startup Wildtype, que nació con el objetivo de reinventar los productos del mar. También lo hizo Revo Foods con su salmón de origen vegetal impreso 3D, o las startups Save da Sea o la sueca Hooked, todas con productos alternativos al salmón, con la misma textura y gusto pero sin ser procedentes del enturbiado mar.
Sabemos lo que vas a comer de aquí a un mes: lo que nosotros queramos
Nos hemos encargado de convertir el salmón procedente de aguas dulces, de comida de lujo a catástrofe ecológica. Y digo nos hemos encargado, porque soy uno de ellos, y permitirme conservar mi anonimato.
La mitad del pescado consumido hoy en el mundo es de piscifactoría. El salmón, convertido en producto de consumo corriente, enriquece a Noruega o Chile, donde es el segundo producto de exportación. Tanto en los fiordos del Atlántico como en los de la Patagonia, la cría industrial, una respuesta imperfecta al agotamiento de los recursos haliéuticos, entraña importantes amenazas medioambientales y sanitarias.
El salmón, el atún o el marisco en general son solo unos simples ejemplos de lo que viene en su versión alternativa. Estamos sacando al animal de la fórmula de nuestra alimentación, consiguiéndolo inicialmente con nuestro consumo de carne animal, donde incluso logramos hacer peligrar su abastecimiento global durante la pandemia, poniendo en peligro la producción de carne a nivel mundial y haciendo enfermar a los operarios de las fábricas. Después, sólo faltó añadir algunas fake news alrededor de que la carne roja provocaba mutaciones cancerígenas en el colon y ya estaba casi hecho. En dicho periodo conseguimos que las ventas de sustitutos de carne a base de proteína vegetal se dispararán al 200%, y ya se sabe, donde va el cliente le sigue el capital riesgo.
Pasado este periodo, y aunque todavía nos queda mucha lucha por delante dado el fuerte lobby que supone el sector cárnico, nuestras siguientes paradas están siendo los océanos y los productos del mar. Posteriormente a iniciar nuestro dominio espacial, con hoteles galácticos, turismo orbital, colonizar Marte, situando casi 5.000 satélites en órbita y dando a los ricos la posibilidad de comprar planetas, ahora deseamos profundizar en la fuente infinita de nuestros océanos.
Queremos habilitar el mar para el cultivo como nunca se ha hecho, por ello hemos promovido desde hace tiempo el problema de los desechos del plástico en el mar con campañas publicitarias agresivas e influencers del sistema, además de pretender explotar los recursos marinos que es donde verdaderamente podemos obtener estratosféricas ganancias. De igual forma la legislación en alta mar está predestinada a sufrir grandes cambios y nosotros influiremos en que sea completamente favorable a nuestros intereses.
Quien nos lo iba a decir, de simplemente desear jugar con la comida por allá el 2014, que era nuestro objetivo inicial, a detectar que la alimentación es tal vez el único sector impermeable a las crisis, guerras o devastaciones. Siempre seguiremos comiendo y consumiendo comida en mayor o menor medida a diferencia de otros sectores como la moda, tecnología o deporte. Escudándonos en el tremendo desafío de descubrir cómo alimentar en el futuro a 9.000 millones de personas en nuestro planeta, estamos sumergiéndonos en todos los ámbitos de la alimentación, consiguiendo una estrategia ininterrumpida de desgaste del sistema alimentario actual para coger una posición única ante el futuro y seguir manipulando la comida de forma muy inteligente para que sea adictiva y a la vez, muy difícil dejar de comerla, a pesar de abanderar la transparencia absoluta.
Nos interesan los monopolios encubiertos, de aquí que es posible que incluso sustituyamos las proteínas vegetales de tu carne falsa por las derivadas del hongo, con más de 1,5 millones de especies y creemos producción de microproteínas que estarán en tu próxima hamburguesa fake y te la venderemos como la mejor opción para tu organismo. Ni lo dudarás.
Te estamos haciendo que cambies tus hábitos de compra, que cuestiones las etiquetas de los productos, incluso hemos logrado que comas insectos, algo impensable hace años en Occidente. Promovemos e impulsamos conflictos geopolíticos, desde la crisis de la mantequilla en Francia para introducir nuestra Faba Butter mantequilla procedente de proteína vegetal-, hasta introducir el primer foie gras de laboratorio y lograr hacerte sentir mal cuando realizas su consumo habitual, consiguiendo que una docena de países prohíban su proceso convencional.
Dicen que la comida es la nueva tecnología. Controlamos tus datos, ahora queremos dominar lo que comes
Si por una parte sacamos la carne y el pescado de la ecuación, el azúcar, los cereales, el chocolate y las bebidas tradicionales, conseguiremos retirar del mercado a las Big Food, los grandes dominantes de la vieja economía de la alimentación, enormes fabricantes que se han quedado obsoletos y que son un impedimento para llevar a cabo nuestros sigilosos planes. La excusa de querer eliminar la comida basura ha sido nuestro emblema y cortina de humo perfecta. Aunque la verdad, y para ser sincero, nunca ha entrado en nuestros objetivos utilizar nuestro poder tecnológico y de influencia para solucionar los problemas reales de vosotros, ni la hambruna ni la obesidad, mejor evadir responsabilidades, preferimos imaginar que estamos inventado algo completamente nuevo como el Metaverso.
En segundo lugar, las temperaturas cambiantes en todo el mundo están alterando las estaciones y los cultivos que los agricultores puede cultivar, y esto hará que la agricultura también deba reinventarse y caiga en nuestras manos, desde tractores autónomos hasta agricultura de precisión, en muchos casos argumentando la falta de mano de obra humana.
¿Quiénes somos?
Somos el nuevo poder fáctico, una oligarquía de multimillonarios, camuflados en términos de solidaridad y que internamente nos hacemos llamar los Titanes. No puedo decir más. Nuestra clave no es exclusivamente sacar el animal de la ecuación de lo que coméis donde ya disponemos de un 75% de participación accionarial en las nuevas principales compañías-, es controlar lo que comes a través del dato. Ya conocemos vuestros movimientos en las redes sociales, cómo os manifiestas, qué visitáis, qué compráis o qué gustos tenéis. Tenemos vuestros datos de salud, sabemos cómo conduces y qué problemas y adicciones tienes. En compañía de los robots y los algoritmos dominamos vuestros pensamientos, os inducimos a qué comprar a través de la manipulación inconsciente y conocemos cada paso que dais. Ahora la comida es nuestro próximo juguete para cerrar el círculo y tenerte completamente dominado.
Nos alimentan los algoritmos, no la comida
Nos han llegado a llamar Disrupterati, Mafia vegana, etc pero si algo nos diferencia es que te podemos hacer sentir absolutamente frágil desde nuestra posición dominante. Estamos aprovechando la fragilidad humana, su reducida mentalidad de abundancia y tenemos la capacidad de con una simple declaración o tweet provocar inestabilidad a una moneda.
Nos filtramos por debajo de las transformaciones sociales, económicas y políticas de hoy en día, los mega-avances tecnológicos que, juntos, remodelarán el mundo. Es hora de reposicionar nuestro papel en la sociedad. Desde nuestra base en Silicon Valley hemos perpetrado un golpe de Estado contra la humanidad, y lo hemos hecho sin que os percatéis y lo más importante, sin sangre.
Durante la pandemia te hemos hecho consumir más y más tecnología, obligándote a adquirir nuevos equipos informáticos, interactuando reiteradamente con la nube, viendo más streaming para entretenerte o aprender, teletrabajando, etc...
Logramos que la pandemia del coronavirus te provocara un aumento dramático en el uso online. Los niños y adolescentes cuyas escuelas cerraron confiaron en YouTube para videos educativos, asistieron a clases virtuales en Zoom y Google Classroom, y acudieron en masa a TikTok, Snapchat e Instagram para entretenimiento e interacción social. Esta inmersión constante en la cultura digital los ha expuesto a nuestro flujo permanente de marketing de lo que deseábamos que comieran o bebieran, a pesar de tener el radar de padres y maestros, nos era igual. Hemos convertido los medios digitales en el punto cero de nuestros esfuerzos de promoción de la juventud, empleando un espectro cada vez mayor de nuevas estrategias y herramientas de alta tecnología para penetrar en todos los aspectos de la vida de vuestros hijos.
A medida que hemos conseguido que seas más dependiente de la tecnología, con la economía digital hemos conseguido transformar a las personas en datos, y a su vez, hemos convertido estos datos en capital, usándolos a nuestro libre albedrío y traficando con ellos. Todo este mecanismo de relojería único, nos ha llevado a la mayoría de nosotros a obtener en este segundo trimestre cerca de los 280.000 millones de euros, un 35% más que en el mismo trimestre de 2020. El Covid-19 fue la tormenta perfecta para nosotros. Mientras muchas compañías lanzaron un grito de auxilio por estar al borde de la quiebra o ver impracticable su negocio en la situación actual, nuestros negocios tecnológicos salieron beneficiados de la crisis del coronavirus.
Se ha llegado a especular que hemos tenido que ver con el origen y la propagación del virus, y de cómo el Covid-19 está generando una alteración de tu olfato y secuelas en el futuro que cambiarán tu patrón del gusto, como comprenderéis, se pueden reorganizan los paladares para que sean más proclives a los productos que os queremos imponer. Sería una osadía pronunciarse en este sentido y mencionar públicamente que verdaderamente buscamos un reset del gusto y que actuamos como biohackers. Siempre lo vamos a desmentir.
Posiblemente hemos querido fracasar expresamente en qué más podía haber hecho la tecnología o mejor dicho, nosotros, en el papel más importante de estos últimos dieciocho meses: manteneros vivos y saludables. En una era de Inteligencia Artificial, medicina genómica y vehículos autónomos, nuestra respuesta más eficaz al brote han sido las cuarentenas masivas, una técnica de salud pública de la Edad Media.
¿Cuáles son nuestras siguientes disrupciones?
La alimentación es solo el principio como bien podéis suponer: deseamos reemplazar vuestras mascotas con robots, llevar los algoritmos a los gobiernos, que interactuéis permanente con bots y que conduzcáis nuestros coches autónomos. Que seáis ciborgs con microchips nuestros en vuestros cuerpos, y que continuéis generando datos en vuestros domicilios como nunca antes lo habéis visto, por ello inventamos el teletrabajo, dado que los cortafuegos de las empresas nos impedían avanzar en nuestro enrevesado plan.
Tenemos obsesión por controlar el futuro y privatizar el mundo que viene lanzando promesas hiperbólicas sobre sectores tradicionalmente liderados por el Estado: el espacio, el transporte y la salud. Y algunas de ellas se acabarán cumpliendo, todo ello sin necesidad de que aparezca por ningún lado la palabra conspiración.
Pretendemos liderar el capitalismo de vigilancia, el control de tu salud mental, conectar la tecnología con el sexo, que viváis en nuestro metaverso, crear el neoentretenimiento, promover las criptomonedas y la interface con vuestros cerebros, condicionar y hackear vuestros sueños, dominar los trenes ultra-veloces, prolongar la vida y longevidad para que consumáis casi hasta la eternidad nuestros productos, además de dominar la tecnología apocalíptica.
Persistimos en que perduréis en la economía de la atención, donde con nuestras redes sociales buscamos que paséis el mayor tiempo posible en ellas, por eso necesitamos que creáis que debéis grabar o fotografiar cada instante de vuestra vida.
Quién sabe si también profundizaremos en entrar en la religión. Un tercio de vosotros acudís a servicios religiosos una vez a la semana, y durante la pandemia no pudisteis hacerlo. ¿Y si os digo que estamos trabajando en un nuevo modelo revolucionario de casas de culto online que sustituyan a instituciones como iglesias, sinagogas o mezquitas? ¿Os imagináis el nuevo poder fáctico? Las iglesias con canales de YouTube, páginas de Instagram y sitios web destacados obtuvieron un 533% más de donaciones que las que no los tenían en plena pandemia.
Arriesgamos nuestras vidas para aventurarnos en territorios inexplorados en busca de oportunidades para el mundo. Nos escudamos en traeros innovaciones que prometerán cambiar la forma en que amáis, coméis, os reproducís y moriréis en el futuro. ¿Qué hay de malo en acelerar lo inevitable dentro de lo imprevisible? No buscamos que se cumplan nuestros pronósticos y visiones, sino que se hagan realidad los beneficios por infundirlas y manteneros permanentemente en nuestro universo.
Esta es una obra híbrida entre realidad y ficción. Los personajes, negocios, lugares, eventos e incidentes son productos de la imaginación del autor o se usan de manera ficticia. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.