
Siempre que un medicamento fracasa en un ensayo clínico, la farmacéutica responsable sufre un revés, pero hay casos y casos y el de Bayer es más sangrante si cabe. Asundexian era la promesa terapéutica de la multinacional alemana para sustituir a su superventas Xarelto, que se utiliza para la misma patología, la fibrilación auricular con riesgo de ictus. Sin embargo, a las puertas de la comercialización, en la última fase de ensayos clínicos, los resultados no han sido los esperados. Es esta la razón, más allá de las multas relacionadas con la compra de Monsanto, que está detrás del desplome en bolsa del lunes, que no ha tenido rebote alguno a día de hoy.
Pero, ¿tan importante era esta molécula en la estrategia de Bayer? La respuesta es un sí rotundo. El medicamento estaba llamado a ser el sustituto de Xarelto, el fármaco con mayores ventas de la multinacional alemana. Los datos son demoledores: en 2021 le reportó 4.735 millones de euros de ingresos, una cifra superior a la cosechada en 2020 en un 4,9%. Se trata del fármaco más vendido de la empresa teutona, que además representa casi un tercio de la facturación de la rama farmacéutica del grupo. El problema de este medicamento es que su patente caduca entre este año y el que viene, lo que conlleva una caída en ingresos importante que se pensaba paliar con la llegada de un nuevo anticoagulante de nueva generación.
Bayer, además, iba a por todas con su molécula. Desde la fase intermedia de ensayos clínicos (la Fase II), la multinacional comenzó a comparar los resultados de su medicamento con el del más vendido de su clase, Eliquis (propiedad de BMS y Pfizer), que en 2021 consiguió ingresar algo más de 10.000 millones de euros. Precisamente la patente de este último fármaco caducará en 2026, fecha que Bayer manejaba para el lanzamiento de su hasta hace unos días promesa terapéutica.
Los anticoagulantes de nueva generación llegaron al mercado hace ya una década, con la intención de sustituir al famoso Sintrom. Sin embargo, su aterrizaje no fue sencillo. A pesar de presentar la ventaja de no tener que acudir cada pocos días al centro médico a ajustar la dosis, llegaron sin el antídoto necesario para revertir su efecto. Esto es importante porque los anticoagulantes están desaconsejados en caso de tener que realizar una intervención quirúrgica o pueden ser peligrosos en caso de tener un accidente que conlleve sangrado. Bayer llegó a pagar en 2019 unos 700 millones de dólares en acuerdos judiciales, algo que también le pasó previamente a Boehringer Ingelheim.
También hubo problemas (y los hay) con el precio de estos anticoagulantes, muchos más caros que el Sintrom. Sin embargo, la presión de las organizaciones de pacientes fueron abriendo el paso a estas moléculas cuando los antídotos también estuvieron en el mercado. De hecho, una de las últimas buenas noticias que dio el medicamento fracasado de Bayer antes de estrellarse fue que su molécula presentaba menos sangrado que la competencia, una ventaja muy competitiva.
Bayer tiene otras seis moléculas en la última fase de ensayos clínicos, pero ninguna de ellas tenía el potencial de mercado de Asundexian. Sin embargo, la multinacional no tira la toalla del todo respecto a este medicamento. "Aunque los resultados de este análisis no respaldan la continuación del estudio, continuaremos investigando en otro estudio y actualmente estamos reevaluando otras indicaciones en pacientes que necesitan tratamiento antitrombótico", dicen desde compañía alemana.