Salud Bienestar

Tres signos de que la ansiedad está causando estragos en nuestro trabajo, según una psicoterapeuta

  • La ansiedad laboral puede empeorar la concentración y el rendimiento
  • La experta recomienda tres maneras de combatirla
  • La actitud positiva y la autopercepción son fundamentales
Ansiedad (Dreamstime).
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Jenny Maenpaa es una trabajadora social clínica, experta en liderazgo y autora. En sus labores de psicoterapia ayuda a sus pacientes a trabajar la comunicación, así como los problemas de rendimiento y de motivación que suelen acompañar a la ansiedad. Aunque mucha gente reconozca los síntomas de la ansiedad (ritmo cardíaco elevado, nerviosismo, sudoración, hiperventilación...) ello no evita su capacidad de cambiar la forma en que una persona se desenvuelve en el trabajo.

La misma asegura que no siempre es sencillo conectar la ansiedad con los problemas laborales, pero afirma que no se puede luchar contra la misma sin haberla identificado anteriormente.

Para Maenpaa, estas son las tres señales que muestran que la ansiedad puede estar perjudicando el desempeño laboral:

-La ansiedad causa irritabilidad, tensión y temor a cómo los demás perciben a la persona. Esto desemboca en una mayor dificultad por crear y mantener relaciones positivas, así como llevar a cabo colaboraciones.

-La ansiedad puede distraer al individuo o propiciar la procrastinación, debido al potencial derroche de tiempo preocupándose por multitud de cuestiones, como que su superior le amoneste o saque a la luz algún error. Esto dificulta que, por ejemplo, pueda finalizar determinadas tareas a tiempo.

-La ansiedad puede empeorar la calidad de sueño, especialmente si la persona dedica las horas de sueño a recordar y revisar todo lo que se puede haber hecho mal. Esta falta de sueño lleva a sufrir fatiga, y por tanto mayores distracciones en el trabajo.

Sin embargo, Maenpaa comenta que existen varias técnicas sencillas para dominar la ansiedad en el trabajo:

Frenar el círculo vicioso

La experta recomienda parar cuanto antes los pensamientos que promueven la ansiedad, para evitar que se conviertan en una espiral. Estos deben ser reemplazados por otros basados en la evidencia observable en la vida real.

Un ejemplo: "Mi jefe ha organizado una reunión de 15 minutos conmigo. Esto nunca había pasado. Seguro que la he liado con mi último encargo. Me va a despedir".

Pues bien, la técnica se basa en cambiar rápidamente la manera de abordar la situación: "Puede que haya cometido un fallo, pero para eso tengo un jefe, que debe ofrecerme comentarios para que lo haga mejor la próxima vez. En 15 minutos no va a tener tiempo para decirme que lo he arruinado todo y que me va a echar. Ni siquiera ha invitado a RRHH".

Controlar la respiración

Existe una técnica de respiración para controlar la ansiedad, denominada 'respiración de caja', y que consta de cuatro pasos:

1. Inhalar aire despacio, durante cuatro segundos.

2. Mantener la respiración otros cuatro segundos.

3. Exhalar el aire despacio, durante cuatro segundos.

4. Repetir los pasos anteriores hasta sentirse más relajado.

La experta aconseja acompañar esta técnica con un movimiento de ojos que trace un cuadrado o rectángulo en la línea de visión. Una guía puede ser la pantalla del ordenador, siguiendo sus cuatro bordes con los globos oculares, a la vez que se realiza la respiración. Cabe resaltar que el tiempo que debe pasar entre poner la mirada en una esquina y la siguiente deben ser igualmente cuatro segundos.

Maenpaa habla de esta técnica como una versión más corta de la meditación. Su eficacia se basa en el hecho de que el cerebro se ve obligado a concentrarse en algo repetitivo, a la vez que se ralentiza la respiración y con ello el ritmo cardíaco.

Apoyarse en los sentidos

El estrés puede provocar que la persona se sienta 'desconectada' de su cuerpo, lo cual solo empeorará sus sensaciones. Maenpaa dice que esto se combate de la siguiente manera: sentarse de forma recta en la silla, apoyar los pies en el suelo y las manos en los reposabrazos.

Entonces, se debe prestar atención a los pequeños detalles que rodean al individuo, como las manchas en la mesa o el zumbido del ordenador. Gracias al aprovechamiento de fuentes externas al cuerpo para inmovilizarlo, se recuerda al cuerpo que el estrés que está experimentando es temporal, y que con la propia intervención esta sensación se puede cortar.

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