El sector de la medicina estética en España recupera las cifras prepandemia y cierra 2021 con una facturación de 3.585 millones de euros. Las previsiones para 2022 esperan un crecimiento de entre el 8 y el 10%. La tendencia de evolución en la facturación se mantuvo progresiva desde 2014 hasta la llegada de la pandemia. El año 2020 supuso una ruptura en cuanto a evolución progresiva que ocasionó que la facturación anual media por cada uno de los 6.305 centros autorizados en territorio nacional bajara un 4,8% con respecto al 2019, alcanzando los 568.733 euros.
Los tratamientos faciales representan un 69% de la facturación total, por lo que los expertos explican que será esta rama la que represente un mayor porcentaje de crecimiento en los próximos años y se espera que su facturación crezca en torno al 26%. La población española evoluciona con índices de vida más elevados, lo que hace que el autocuidado y la cultura de la salud impacte en el crecimiento del mercado de la medicina estética. El 40% de la población general española ha utilizado servicios de medicina estética en alguna ocasión. Por género, las mujeres acuden a consulta mucho más que los hombres (71,8% frente al 28,2%).
El número de centros autorizados por el Ministerio de Sanidad para ejercer la medicina estética también ha experimentado un crecimiento del 20,2% respecto al 2019. El precio medio que se gasta un paciente que se somete a un tratamiento de medicina estética es de 1.027 euros al año. Sin embargo, aquellos que se realizan de forma puntual cuestan de media 581 euros en las mujeres y 798 euros en los hombres. La razón de este diferencial de precios viene dada porque los tratamientos a los que se someten los hombres suelen ser más caros que los de las mujeres.
Durante el pasado año, en España se realizaron un total de 871.525 tratamientos médico-estéticos. Si se analizan por ramas, 626.778 se corresponden a faciales (72%), 191.515 a corporales (22%) y 53.232 a otras categorías, como podría ser el hair removal (6%). Entre los tratamientos faciales más demandados por los usuarios tras la pandemia de Covid-19 se encuentran la toxina botulínica (42%), el ácido hialurónico (32%) y los tratamientos para mejorar la calidad de la piel (20%).
Cada vez son más los jóvenes menores de 30 años los que se interesan por la medicina estética. Hace unos años la edad media de entrada a la medicina estética era de 35 años, pero ahora la situación ha cambiado. "El uso de las redes sociales, la posibilidad de usar filtros y la aparición de aplicaciones que permiten cambiar las formas del rostro han contribuido a generar nuevas necesidades en pacientes jóvenes", explica Sergio Fernández, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME).
Retos de la medicina estética
El 'Estudio dimensionamiento e impacto socioeconómico de la Medicina Estética en España' presentado por el SEME muestra un balance positivo del sector en España. Sin embargo, aún quedan algunos frentes que librar. La suplantación de funciones, el IVA y el poco apoyo que brinda el Ministerio de Sanidad al sector se erigen como las principales trabas de la medicina estética en España.
La suplantación de funciones en la medicina estética sigue siendo algo habitual y Madrid y Barcelona son las ciudades donde más actos de intrusismo se cometen. La licencia sanitaria U.48 es la que identifica a la clínica como centro sanitario autorizado y la otorga la Consejería de Sanidad de cada Comunidad Autónoma. El sector tampoco termina de encontrar apoyo del Ministerio de Sanidad. "A nivel nacional tenemos poco acompañamiento por parte del Ministerio. Tenemos mucho más apoyo de las CCAA que a nivel central", concluye la doctora Petra María Vega, tesorera de SEME.
El 15% de los pacientes que acuden a las consultas de los médicos estéticos asociados a SEME han sufrido las consecuencias del intrusismo. "De ahí nuestra insistencia en que los pacientes siempre pidan el número de colegiado o el título de Medicina al profesional que le está atendiendo. Así podrá comprobar si se está incurriendo o no en un delito antes de poner su salud en manos de un intruso", afirma Enrique Fernández Romero, vocal de SEME.
Otro de los hándicaps es el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). Desde hace unos años a la medicina estética se le aplica el 21% del impuesto, lo que ha ocasionado que muchos usuarios decidan no acceder a los tratamientos. El 60% de los no usuarios reconoce que se plantearía realizarse un tratamiento si no llevara IVA y en las encuestas realizadas, 7 de cada 10 pacientes considera que una reducción del IVA en los tratamientos incrementaría el número de nuevos pacientes, así como la frecuencia de tratamientos en los usuarios actuales.