Salud

Inteligencia artificial para la atención médica del futuro

Desde el comienzo del siglo, la innovación ha cambiado la cara a multitud de facetas de nuestra vida diaria. Piénsese en la adopción masiva de los teléfonos inteligentes o el surgimiento de servicios como Wikipedia, Spotify, Facebook o Uber. En cambio, en el ámbito sanitario, el futuro parece estar siempre a la vuelta de la esquina y, sin embargo, no acaba de llegar. La compañía de investigación de mercado Forrester señala que 2018 será, finalmente, un año decisivo para el sector.

La presión ejercida por los costes, la regulación y la calidad ya han propiciado la transformación digital de la industria. En 2017, la competencia de un gigante tecnológico como Apple -su ecosistema de aplicaciones ResearchKit y CareKit ya ha dado lugar a estudios clínicos- obligó a las firmas tradicionales a elevar la apuesta e investigar con dispositivos inteligentes. Esto ha permitido recabar información médica que previamente solo hubiera podido obtenerse de manera presencial.

Los analistas de Forrester señalan que la integración de todos estos datos hará posible la siguiente fase de transformación digital, y cita la empresa PatientsLikeMe, una plataforma que ha puesto en contacto a más de 600.000 personas con más de 2.800 enfermedades o dolencias de manera que tanto pacientes como investigadores sepan qué tratamientos funcionan y cuáles no, y avanzar en el conocimiento.

Según la firma, las empresas del sector salud que sepan incorporar lo digital a su día a día serán las más exitosas este año. Para ello, la compañía estima que será necesario satisfacer las variables demandas de los usuarios mediante servicios en la nube y robots de todo tipo.

A juicio de Gartner, una de las diez tendencias tecnológicas estratégicas de 2018 son las cosas inteligentes. La consultora las define como aquellos objetos que logran, mediante inteligencia artificial y aprendizaje automático, interactuar de forma "inteligente" con las personas y el entorno. Esta tecnología, que está presente en máquinas más o menos mundanas como un aspirador que funciona -y se desplaza- de manera autónoma, acabará por generar equipamiento sanitario inteligente.

Gartner sostiene que, a medida que las cosas inteligentes proliferen, es de esperar que en el futuro múltiples dispositivos de este tipo trabajen coordinadamente, bien de forma independiente, bien con asistencia humana. Por el momento, no obstante, la tecnología de punta es la que emplea el Ejército de Estados Unidos, que estudia el uso de enjambres de drones para atacar o defender objetivos.

Thomas Sutton, vicepresidente de la firma global de diseño Frog, señala que toda mejora en la salud implica cambiar comportamientos, y que estos suelen estar asentados en sensaciones, creencias, hábitos... e ideas poco realistas sobre los riesgos y los beneficios de nuestra conducta.

La inteligencia artificial, según Sutton, puede ser de gran utilidad a la hora de cambiar estos comportamientos, de manera que el gran público tenga "conversaciones sustanciales" sobre su salud. Se trata de que personas y ordenadores, por así decirlo, sumen esfuerzos, al objeto de que la gente se preocupe más y siga más de cerca su evolución a la hora de paliar condiciones que van desde la hipertensión a la adicción o la depresión -por citar algunos ejemplos ya existentes-.

Ganar tiempo... y dinero

Para Accenture, la incorporación de la inteligencia artificial a la prestación de servicios sanitarios podría comportar, además, ahorros significativos. La consultora analiza en un informe de 2018 las 10 principales aplicaciones de la IA en este campo con mayor capacidad de impacto a medio plazo.

El estudio está centrado en Estados Unidos, pero no deja de ser orientativo: la adopción de técnicas de IA, por ejemplo, en la cirugía asistida por robot, los asistentes para personal de enfermería o la agilización de los trámites, podrían suponer un ahorro anual de 123.000 millones de euros.

En el primer caso, Accenture señala que el uso de robots permite combinar información sobre los registros de los preoperatorios con datos en tiempo real que mejoren la precisión del cirujano. Como consecuencia, estima que puede reducirse un 21% la estancia en el hospital.

Los asistentes de enfermería, por su parte, ahorrarían un 20% del tiempo dedicado al tratamiento presencial, que respondería a visitas innecesarias. La agilización del papeleo reduciría el peso en tiempo de esta tarea en un 17% para los médicos y en un 51% para los enfermeros.

Por lo demás, la incorporación de la AI podría tener efectos beneficiosos también para el empleo; tendencias como el envejecimiento de la población han puesto de manifiesto la creciente escasez de personal sanitario en diferentes países. En combinación con el ahorro de tiempo de los profesionales, la IA per se podría dar respuesta al 20% de demanda de servicios sanitarios que hoy queda sin atender en el mercado de EEUU.

Internet en la muñeca

Si hablamos de conectividad hemos de hablar de Internet. El Internet de las Cosas (IdC) tiene numerosas aplicaciones en el ámbito de la atención sanitaria. Desde sensores que se implantan en el paciente a la supervisión remota de las personas de mayor edad, el camino hacia una infraestructura virtual para la salud es innegable.

Los días 15 al 18 de abril se celebró en Barcelona la IEEE Wireless Communications and Networking Conference, uno de cuyos talleres exploraba precisamente esta perspectiva. A juicio de los organizadores, el IdC tiene el potencial de crear un entorno de supervisión de la salud y la seguridad del paciente, así como de mejorar la atención de los facultativos.

Además, se apunta a las ventajas para los usuarios, que podrían pasar más tiempo en casa -en lugar de ir a la consulta- y, lo que es más importante, la facilidad que permite el seguimiento a distancia podría favorecer un mayor compromiso por parte del paciente.

Un estudio de Allied Market Research, publicado en 2016, estimaba que el mercado de IdC sanitario alcanzará 112.000 millones de euros para 2021. La parte más avanzada de este sector incipiente, la monitorización de los pacientes, representaría un total de casi 73.000 millones en el mismo año.

La principal explicación del crecimiento, según el informe, tiene que ver con la disponibilidad de dispositivos ponibles (wearables) y el cada vez más bajo coste de los sensores. La necesidad creciente de mejorar la eficiencia en el sector sanidad también ha de favorecer dicha expansión.

Nexeon, una empresa de bioelectrónica radicada en Dallas aporta la cifra de 3,7 millones de dispositivos médicos conectados en la actualidad, el 10% de los cuales cuenta con conexión mediante WiFi. Para esta compañía, entre los beneficios del IdC médico figuran la información objetiva (no basada tanto en la percepción del paciente como en los datos duros que emanan de él); la precisión en el diagnóstico y la adaptabilidad.

El IdC médico tiene particular interés por el envejecimiento de la población -se espera que en 2025 en el mundo haya 1.200 millones de personas mayores de 60 años-. Las ventajas de la supervisión a distancia y los sensores que emiten una alerta cuando algo va mal son aún más evidentes en el cuidado de este sector de población.

La cadena de bloques

Debe su fama al bitcoin, pero el blockchain, la tecnología que sustenta la criptomoneda más conocida, ofrece oportunidades en más ámbitos, y uno de ellos es el ámbito de la salud y la sanidad.

Como recuerda Deloitte en su informe Blockchain: Opportunities for Health Care, la cadena de bloques -que así se denomina en español- es un sistema para registrar y almacenar registros de transacciones. Más en concreto, el blockchain es un gran registro de transacciones compartido entre pares e inmodificable a posteriori, que funciona con técnicas criptográficas. La ventaja es que permite hacer transacciones entre desconocidos con un grado de seguridad aparentemente absoluto.

Según Deloitte, el quid de su aplicación en el ámbito de la sanidad está en que permitiría crear grandes registros de información médica para compartir información con seguridad y privacidad. Las características de la cadena de bloques hacen que los costes de transacción sean reducidos, que la identidad de los pacientes esté asegurada criptográficamente, que los datos puedan compartirse entre múltiples instancias y que la información se actualice en tiempo real.

Lo que depara el futuro

Al margen de lo anterior, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) destaca cuatro tendencias que moldearán el futuro de la atención sanitaria. Una de ellas es la inmunooncología, una subdisciplina que busca provocar que el propio sistema inmunitario combata el cáncer.

La terapia génica tiene por objetivo identificar partes del ADN del paciente que no funcionan o que faltan y sustituirlas por genes que sí funcionan y pueden generar la proteína correspondiente.

La medicina personalizada es otra de las tendencias identificadas por el WEF. Pasar del enfoque de "talla única" a uno en el que se tome en cuenta el estilo de vida y la genética de cada paciente podría llevar a un futuro con menos intervenciones y mejores resultados: un estudio de PwC reveló que el empleo de un test genético en pacientes con cáncer de mama redujo el uso de quimioterapia en un 34%.

Los dispositivos ponibles, tales como los relojes o las pulseras inteligentes, son cada vez más populares, y podrían incentivar hábitos saludables, además de proporcionar información valiosa y constantemente actualizada sobre el estado del paciente o la efectividad de los tratamientos.

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