a crisis sanitaria provocada por el COVID-19 ha mostrado la importancia de contar con sectores en España con capacidad productiva para reaccionar ante una emergencia sanitaria. Esta situación ha puesto de manifiesto la estrecha relación que existe entre economía y salud y cómo este sector en general y el farmacéutico en particular se han convertido en estratégicos para la recuperación económica que afronta España.
El sector farmacéutico es un importante motor de la economía de un país, gracias al alto valor agregado que produce, la generación de empleos de alta cualificación y el elevado grado de inversión en investigación y desarrollo que realizan las empresas para ofrecer tratamientos cada vez más eficaces y que mejoran la esperanza y calidad de vida de los pacientes.
"Constituimos, por tanto, un sector de vanguardia, vinculado a la innovación y al conocimiento y con potente efecto tractor sobre el resto de la economía: cada empleo directo genera hasta cuatro indirectos o inducidos, y cada euro que invertimos genera entre uno y dos en otros sectores", destaca Juan López-Belmonte, presidente de Farmaindustria
Asimismo, el sector se sitúa líder en inversión en I+D, con casi el 20% del total de la inversión en este ámbito de la industria en España. Es líder también en producción y exportación de alta tecnología, con casi el 23% del total y produce por valor de 15.000 millones de euros y exporta por valor de 12.100 millones, cifra histórica alcanzada en 2019, con un crecimiento del 13,2%.
España puede ser un gran polo de atracción de inversiones internacionales
Para el presidente de Farmaindustria, España tiene una oportunidad única para atraer aún más inversiones en I+D por parte de las compañías farmacéuticas. "La industria farmacéutica invierte del orden de 154.000 millones de euros en I+D al año en todo el mundo, y la competencia entre países por atraer esas inversiones es grande. Pero España parte de una ventaja competitiva porque ya es un país de referencia en la realización de ensayos clínicos, gracias al apoyo de la Administración, a la solidez del sistema sanitario, a la cualificación de sus profesionales, a la participación de los pacientes y a la fuerte apuesta de las compañías farmacéuticas".
Por ello, considera que con una adecuada estrategia de país España se puede convertir en un gran polo de atracción de inversiones internacionales en el sector farmacéutico.
Además, esta posición de referencia se ha refrendado durante la pandemia de Covid-19, cuando España se ha convertido en el primer país de Europa en ensayos clínicos con medicamentos frente al coronavirus. "Es un dato para estar orgullosos y que nos muestra dos cosas: la solidez y compromiso de la industria farmacéutica con nuestro país y el papel de referencia internacional en investigación clínica de medicamentos que nos hemos ganado a lo largo de los últimos años", señaló recientemente López-Belmonte en el Foro Salud, de Nueva Economía Fórum.
El medicamento, una inversión
Junto a la necesidad de apostar fuerte en todo el mundo por la investigación biomédica y la colaboración público-privada como base para avanzar con mayor rapidez y eficiencia, el presidente de Farmaindustria destacó como otra de las lecciones que se pueden extraer de esta crisis sanitaria la constatación de hasta qué punto salud y economía están ligadas y cómo una crisis sanitaria provoca una profunda crisis económica y social, en la que los medicamentos y las vacunas son la única solución eficaz.
De esta forma, Farmaindustria ha impulsado un proyecto, en el que participan por el momento 14 laboratorios y 21 empresas auxiliares, para invertir alrededor de 500 millones de euros y atraer a suelo español la fabricación de medicamentos esenciales sin patente, con el objetivo de combatir la deslocalización de la producción de estos fármacos a otros países como China o India.
Farmaindustria impulsa la fabricación de medicamentos esenciales
Dicho proyecto responde a una de las preocupaciones de la industria durante la pandemia. "Tenemos excesiva dependencia en Europa en la producción de principios activos", explica el presidente de Farmaindustria. Se trataría de apoyar la fabricación de "medicamentos maduros, sin protección de patente pero que siguen siendo los indicados para abordar un gran número de enfermedades".
Los objetivos son aumentar las capacidades estratégicas de fabricación para disponer de mayores garantías en el abastecimiento de medicamentos estratégicos para nuestro país y mejorar la competitividad productiva de la industria farmacéutica en España a través de su capacitación en conocimiento, tecnología y digitalización.
El ahorro de invertir en medicamentos
Los medicamentos son esenciales para la salud y la calidad de vida de las personas, ya que curan enfermedades, las controlan o reducen los síntomas y mejoran las condiciones de vida de los pacientes. Sin embargo, también benefician a la sociedad en su conjunto, porque potencian la eficacia y eficiencia del sistema sanitario, permiten una mayor productividad laboral y generan una importante contribución a la economía nacional. Ésta es la principal conclusión del informe El valor del medicamento desde una perspectiva social 2021, realizado por la Fundación Weber.
Asimismo, distintos estudios estiman que "cada unidad adicional de gasto farmacéutico ha generado un ahorro neto de gasto directo sanitario entre 2,3 y 7,2 veces mayor. En general, los medicamentos son terapias coste-efectivas, por lo que se trataría de intervenciones eficientes en las que merece la pena invertir", subraya el presidente de la Fundación Weber, Álvaro Hidalgo.
De esta realidad existen múltiples ejemplos por patologías -hasta diecisiete distintas analiza el informe-, como, por ejemplo, el consumo de medicamentos cardiovasculares, que puede llegar a ahorrar en hospitalizaciones 3,7 veces más que lo invertido en fármacos.
El uso de medicamentos innovadores, más eficaces, también puede generar ahorros a través de la menor carga de cuidados personales, formales o informales, que requieren los pacientes, gracias al mejor estado de salud que consiguen estos fármacos innovadores.
Por último, los efectos también llegan a otros costes sociales, como las pérdidas por bajas laborales. Un estudio estadounidense concluye que el uso de nuevos medicamentos entre 1997-2000 y 2006-2010 redujo en un 6,3% la proporción de enfermedades que causan pérdidas laborales y el número de días de trabajo perdidos.