
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación emitió el año pasado en redes sociales una advertencia ante la presencia de una plaga muy invasora que amenazaba en una gran proporción todos los ecosistemas acuáticos de España: el caracol de la manzana.
Identificada por sus larvas rosadas, se trata de una especie (un molusco gasterópodo) originaria de la cuenca amazónica que ya fue clasificada como nada más y nada menos que una de las cien especies invasoras más dañinas a nivel mundial. Se dice pronto.
En profundidad
Y es que está prohibida su posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos. Por primera vez, fue detectada en el Delta del Ebro (provincia de Tarragona) en 2009, siendo un verdadero peligro para los arrozales y otros cultivos acuáticos en la región.
Pese a que se logró contener su avance en zonas como el Baix Empordà en Girona en 2015, su amenaza sigue presente. De hecho, no solo es peligrosa por los daños que ocasiona en el cultivo del arroz, sino también por el riesgo medioambiental que supone para los hábitats naturales en los que se instala.
Recomendaciones
La normativa europea, cabe destacar, clasifica a esta especie como plaga de cuarentena, según la Decisión de la Comisión 2012/697/UE. Un ranking que evidencia la seriedad de su impacto potencial sobre la agricultura y la biodiversidad local.
Ante este panorama, cualquier individuo que detecte larvas rosadas o ejemplares de este caracol debe informar muy rápido a las autoridades competentes en Sanidad Vegetal o en el ámbito fluvial. En el caso del Delta del Ebro, es la Confederación Hidrográfica del Ebro la encargada de gestionar las medidas de contención y erradicación de la especie.
La hembra de caracol manzana (Pomacea canaliculata) pone sus huevos de tono rosado brillante poco después del apareamiento subacuático, saliendo del agua y pegándolos a superficies sólidas expuestas al sol (vegetación, rocas, troncos...). #naturaleza pic.twitter.com/L77wqxX67B
— ?? Leonardo D'Anchiano (@HdAnchiano) December 8, 2019