
El aroma corporal, como bien todos sabemos, evoluciona con el paso de los años. Y los cambios que se producen no solo tienen una explicación biológica, tal y como detalla 'The Conversation', sino que también han jugado un papel importante en la selección social y evolutiva.
Por lo general, el olor corporal suele ser suave durante la infancia debido a la baja actividad de las glándulas sudoríparas y a un microbioma cutáneo sencillo. Pese a ello, los padres son capaces de identificar la fragancia que desprende su propio hijo, a diferencia del resto de niños desconocidos.
Algunos expertos, de hecho, consideran que es una técnica de supervivencia. Es decir, el olor a bebé resulta tan agradable que estimula tu deseo para alimentarlo y cuidarlo (dirigido tanto a padres como a madres), de estar cerca y de sostenerlo en brazos.
La gran modificación
La adolescencia supone un cambio muy significativo. Esta transformación se debe a la producción de hormonas sexuales, lo que induce a la activación de las glándulas sudoríparas y sebáceas. Mientras que la mayoría de las glándulas sudoríparas (las ecrinas) excretan aguas y sales, las glándulas sudoríparas apocrinas segregan proteínas y lípidos.
Al parecer, es la degradación conjunta de estos lípidos y del sebo liberado por las glándulas sebáceas presentes por casi toda la piel, lo que genera el característico aroma a 'humanidad'. La descomposición de estas sustancias sucede cuando entran en contacto con el aire y las bacterias de la piel.
La última etapa
Con el envejecimiento, la falta de colágeno de la piel aplasta y reduce la actividad de las glándulas sudoríparas y sebáceas. La pérdida de las primeras explica la dificultad de las personas mayores para mantener el equilibrio término. Con respecto a las segundas, no solo disminuye su producción, sino que cambia su composición.
Esto, sumado a la menor capacidad de producción de antioxidantes por las células cutáneas, desencadena un incremento de reacciones de oxidación, dando lugar al olor que todo el mundo describe como 'de persona mayor'. Por tanto, el olor de la vejez, en muchas ocasiones, no tiene que ver con la higiene.