
Un nuevo estudio realizado en adultos jóvenes ha establecido una estrecha relación entre una mejor calidad del sueño y un mayor bienestar mental, y también ha demostrado que el consumo de frutas y verduras y la actividad física están estrechamente relacionados con el bienestar psicológico.
En profundidad
Los resultados también sugieren que aumentar el consumo de frutas y verduras podría ayudar a mitigar los efectos que tiene sobre el bienestar una mala noche de sueño. El doctor Jack Cooper, anteriormente de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), y sus colegas presentan estos hallazgos en la revista 'PLOS One'.
Investigaciones anteriores han relacionado los comportamientos saludables -acciones que las personas pueden ajustar en sus vidas- con una mejor salud física. Las pruebas también sugieren que los comportamientos saludables pueden estar relacionados con el bienestar mental. Sin embargo, las investigaciones sobre este tema han sido limitadas.
Por ejemplo, los estudios se han centrado normalmente solo en las enfermedades mentales, una medida independiente del bienestar psicológico positivo, y suelen descuidar la forma en que los diferentes hábitos saludables pueden interactuar para afectar al bienestar.
Más detalles
Para abordar estas y otras deficiencias, Cooper y sus colegas analizaron las relaciones entre tres comportamientos relacionados con la salud -la calidad del sueño, el consumo de frutas y verduras y la actividad física- y el bienestar psicológico en adultos de entre 17 y 25 años.
Utilizaron datos de tres estudios: una encuesta realizada a 1.032 adultos en Nueva Zelanda, el Reino Unido y los Estados Unidos; un estudio de 13 días de duración en el que se pidió a 818 adultos neozelandeses que llevaran un diario, y un estudio de 8 días de duración en el que 236 adultos neozelandeses llevaron un diario y utilizaron dispositivos 'Fitbit' para registrar su actividad física.
En los tres estudios, una mejor calidad del sueño se asoció más fuertemente con un mejor bienestar mental, y el consumo de frutas y verduras ocupó el segundo lugar. Ambos comportamientos mostraron beneficios incluso cuando se comparaban diferentes días de la misma persona, por lo que comer más frutas y verduras un día se asoció con un aumento del bienestar en tiempo real. La actividad física, ya fuera medida por 'FitBits' o por diarios, que coincidían, también se relacionaba con un mayor bienestar, pero sobre todo al comparar entre días para un individuo en lugar de al comparar entre individuos.
A tener en cuenta
Las relaciones entre cada uno de los tres comportamientos y el bienestar parecían ser independientes y acumulativas, lo que podría significar que cuantos más se practiquen, mayor será el beneficio para el bienestar. La única excepción: un consumo superior a la media de frutas y verduras parecía mitigar los efectos de una mala noche de sueño, y una buena noche de sueño parecía proteger contra un menor consumo de frutas y verduras.
Este estudio utilizó muestras de adultos jóvenes de tres países (Reino Unido, Estados Unidos y Nueva Zelanda) y el tamaño de las muestras era relativamente homogéneo. Las investigaciones futuras podrían abordar algunas de estas limitaciones incluyendo participantes de otros países y aumentando el tamaño de la muestra para mejorar la generalización. Aunque este estudio no pudo demostrar una relación causal entre estos comportamientos y el bienestar mental, los autores esperan que sus hallazgos puedan servir de base para mejorar el bienestar psicológico de los adultos jóvenes.
"Los adultos jóvenes no tienen que alcanzar un objetivo objetivo de salud para ver una mejora en su bienestar. Dormir un poco mejor, comer un poco más sano o hacer ejercicio incluso 10 minutos más de lo habitual se asoció con mejoras en cómo se sentían ese día", apunta el autor principal, Jack Cooper.
"De estos hábitos saludables, la calidad del sueño destacó como el predictor más fuerte y consistente del bienestar al día siguiente, pero comer fruta y verdura y mantenerse activo también ayudó a mejorar el bienestar", finaliza el profesor Tamlin Conner, del Departamento de Psicología de la Universidad de Otago.