
Cada vez son más las personas que no pueden vivir sin música en su día a día. De hecho, es habitual ser una de las primeras cosas que hacen los seres humanos nada más levantarse de la cama. También es frecuente emplearla para ir al trabajo o a la hora de hacer deporte.
Normal, claro está. Y es que numerosas investigaciones han demostrado que este recurso tan sencillo puede reducir el estrés y la ansiedad, mejorar el estado de ánimo, aliviar el dolor, potenciar la memoria y la cognición, fomentar vínculos sociales y promover la creatividad.
En profundidad
Por si fuera poco, la música se emplea como terapia en el tratamiento de diferentes condiciones, incluyendo problemas de sueño, depresión y ansiedad. Pese a que muchos prefieren escucharla en un altavoz, lo cierto es que quedan tradicionales, con sus auriculares inalámbricos o de cable.
Aunque a menudo pasa desapercibido, la realidad es que esconde ciertos comportamientos según la psicología. Y es que hay quienes encuentran en este acto una manera de desconectarse del ruido externo y encontrar un momento de calma en medio del caos.
Más detalles
Esta hecho puede evidenciar una necesidad de aislamiento o distanciamiento social, creando una barrera psicológica entre la persona y su entorno. De igual manera, puede ser una forma de concentrarse en una tarea muy concreta o simplemente disfrutar de un tiempo personal.
En otras situaciones, puede reflejar ansiedad social, permitiendo evitar las interacciones incómodas o distracciones. Por otro lado, determinadas personas lo usan para controlar lo de su alrededor, puesto que elegir qué escuchar les da un sentido de bienestar y de control.