
El cerebro puede jugar en nuestra contra en cualquier momento, incluso cuando no existe un problema real o inmediato. El sobrepensar las cosas puede llevar a sufrir episodios de malestar que se caracterizan por la inquietud, la incertidumbre o directamente el miedo. La ansiedad es un sentimiento paralizante que puede convertirse en un problema con el tiempo. Es aquí donde reside la importancia de saber gestionarla con las herramientas adecuadas. Sin embargo, en algunas ocasiones no somos conscientes de lo que sentimos hasta que ya es tarde.
Como si fuera una enfermedad silenciosa, la ansiedad puede hacerte entrar en un bucle, por lo que saber reconocerla bien, incluso antes de que aparezcan los síntomas más claros, es fundamental para la salud mental.
Morderse las uñas
Conocido como onicofagia, es uno de los hábitos más comunes asociados con la ansiedad. Esta acción suele ser un mecanismo inconsciente de aliviar la tensión. Las personas que se muerden las uñas a menudo lo hacen sin pensar, especialmente en momentos de estrés o incomodidad.
Con el tiempo, este hábito puede causar daño a las uñas, las cutículas y la piel. Además, puede aumentar el riesgo de infecciones, ya que las manos están en contacto constante con superficies sucias.
Mover las piernas constantemente
Conocido como "síndrome de las piernas inquietas", es una forma común de liberar la energía acumulada debido a la ansiedad. Las personas ansiosas tienden a mover las piernas de manera compulsiva cuando están sentadas, a menudo de forma constante, sin darse cuenta de que lo están haciendo.
Aunque puede ser una forma de aliviar la tensión, este movimiento repetitivo puede ser incómodo para quienes están cerca y, si se convierte en un comportamiento crónico, puede generar molestias en las piernas o la cadera.
Jugar con el pelo
Jugar o enrollarse el cabello es otro comportamiento común. Puede incluir peinarse constantemente, enrollarse mechones de cabello en los dedos o incluso arrancarse el cabello (tricotilomanía).
Este acto no solo es un reflejo de la ansiedad, sino que también puede ser una forma de autocalmarse. Sin embargo, puede causar daños al cabello, debilitándolo, y en casos extremos, puede llevar a la caída del mismo debido al tirón constante.
Crujirse los dedos o el cuello
Para muchas personas es una acción casi mecánica que realizan inconscientemente, sobre todo cuando sienten estrés o ansiedad. Para algunos, hacer este ruido puede ser una manera de liberar tensión acumulada. Sin embargo, el crujir constante de las articulaciones puede ser dañino si se hace en exceso, ya que puede generar inflamación o incluso lesiones a largo plazo.
Rascarse la piel o tocarse la cara
Muchas personas lo hacen cuando están nerviosas o estresadas, sin darse cuenta. Rascarse la piel puede irritarla, provocando enrojecimiento, rasguños o incluso infecciones si la piel se rompe.
Morder o apretar los labios
Es una respuesta física común a la ansiedad o al estrés. A menudo se hace de manera inconsciente cuando una persona está nerviosa, pensando o sintiendo incomodidad. Este hábito puede provocar la aparición de lesiones en los labios, además de crear marcas o cicatrices en la piel. A largo plazo, también puede llevar a problemas en los dientes o las encías si el apretón es lo suficientemente fuerte.
Evitar el contacto visual
Ya sea en el trabajo o en una reunión social a la que se vaya "obligado", siempre hay alguien al que le cuesta mantener el contacto visual y, de manera inconsciente, lo evita. Tanto las personas muy introvertidas, como las que sienten mucha ansiedad de manera constante se siente incómodos a la hora de mirar a su interlocutor a la cara, al menos si con este no tienen mucha confianza.
Sin embargo, este gesto puede interpretarse como una falta de interés o inseguridad y puede afectar directamente a las relaciones interpersonales.
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