
La espinaca, como bien sabemos, es una verdura de hoja que pertenece a la familia de las Quenopodiáceas. Cargada de nutrientes y baja en calorías, la realidad es que las más frescas están presentes en el mercado entre los meses de otoño y primavera.
En profundidad
Ahora bien, también se puede adquirir durante el verano, aunque en esta época presentan una calidad inferior. Incluso se trata de una muy apta para la congelación. De ahí que se puedan comprar conservadas de este modo durante todo el año en un gran porcentaje de los supermercados españoles.
Por lo general, ha sido empleada por numerosas culturas a lo largo de la historia, particularmente en las cocinas del Medio Oriente, el Mediterráneo y el Sudeste Asiático. Lo mejor, sin duda alguna, es que se puede incorporar fácilmente en cualquier dieta, puesto que es económica y de fácil preparación.
Propiedades
Entre sus beneficios, cabe destacar los siguientes, según varios expertos:
- Control de diabetes. Las espinacas poseen ácido alfa lipoico, un antioxidante que reduce los niveles de glucosa o aumentando la sensibilidad a la insulina.
- Prevención del cáncer. Contiene clorofila, que se ha demostrado que que sirve para bloquear los efectos cancerígenos de las aminas heretocíclicas.
- Ayuda a la regularidad digestiva. Tiene un alto contenido en fibra y agua que previene el estreñimiento y contribuye al funcionamiento de todo el tracto digestivo.
- Mejora la salud de piel y cabello. Rico en vitamina A que se encarga de producir sebo en los poros de la piel y los folículos pilosos para hidratar la piel y el cabello. Esta vitamina contribuye al crecimiento de todos los tejidos corporales como la piel y el cabello. Gracias a la vitamina C, forman y mantienen el colágeno, que aporta estructura a estos dos elementos nombrados anteriormente. La falta de hierro también se ha asociado con la pérdida de cabello.
- Rica en calcio. La vitamina K y el calcio presente contribuyen a mantener los huesos fuertes y prevenir problemas como la osteoporosis.
- Ayuda a la memoria. La vitamina K está vinculada con una mejor función cognitiva. Además, contiene ácido fólico, luteína y antioxidantes, que protegen las células del cerebro del daño oxidativo.