
¿Eres de los que acudes al supermercado con aplicaciones que determinan si un producto es sano o no? ¿Sientes que una voz interior te dice constantemente lo que deberías comer o no? ¿Cuentas cada caloría de los alimentos? ¿Te arrepientes cuando comes 'algo prohibido'? El 43% de los españoles admite que la presión por mantener una dieta saludable afecta negativamente su disfrute de las fiestas, según una encuesta de HelloFresh.
Definición
Si has respondido que sí a todas -o la gran mayoría de estas- las preguntas es muy posible que sufras un caso de bournout nutricional. Ahora bien, ¿qué es? Pues un fenómeno caracterizado por una dedicación obsesiva a los hábitos alimentarios, que puede llegar a afectar negativamente la calidad de vida de la persona.
Más concretamente, hace referencia a un estado de agotamiento físico y mental que surge, por norma general, como consecuencia de una preocupación excesiva y prolongada por mantener una alimentación impecablemente saludable.
Síntomas
A diferencia del bournout laboral, más conocido e investigado, el bournout nutricional se centra en específico en el ámbito de la alimentación y el estilo de vida saludable. Los síntomas son variados y cabe destacar las siguientes:
- Irritabilidad. Cambios de humor frecuentes y dificultad para relajarse.
- Trastornos alimenticios. En casos graves, puede llevar a trastornos como la anorexia o la bulimia.
- Inflamación crónica. El estar todo el rato pensando en la alimentación puede generar estrés crónico, lo que a su vez puede provocar inflamación en el cuerpo.
- Agotamiento mental. Preocupación constante por la elección de alimentos y el cálculo de calorías.
- Ansiedad y estrés. Sensación de culpabilidad al comer determinados alimentos o al no seguir un plan de alimentación estricto.
- Dificultad para disfrutar de la comida sin remordimientos.
- Sensación de fracaso personal cuando no se cumplen los estándares dietéticos autoimpuestos.
Cómo evitarlo
Paula Valiente, nutricionista y colaboradora de HelloFresh ofrece tres consejos clave para contrarrestar este síndrome y disfrutar de las comidas de esta temporada sin remordimiento. Conocer estos síntomas, sin duda alguna, es el primer paso para identificarlo y poder comenzar a tratarlo:
- En primer lugar, es aconsejable limitar la exposición a información no contrastada y, en su lugar, consultar a profesionales cualificados que puedan ofrecer una guía personalizada.
- Además, es importante evitar los extremos en la alimentación. No existen alimentos que sean malos por naturaleza, es el conjunto de los hábitos diarios lo que tiene un impacto significativo en la salud general. Por ello, es fundamental desprenderse de la culpa por una comida que se salga de la rutina habitual y disfrutar del momento.
- Por último, durante las Navidades, si has disfrutado de una comida más copiosa, es recomendable reflexionar antes de la siguiente comida para evaluar si realmente tienes hambre. Si es así, optar por una cena que forme parte de tu alimentación habitual es una buena opción. En caso de tener menos hambre, alternativas más ligeras, como un consomé o un yogur, pueden ser ideales.