
Muchas veces, sin darnos cuenta, realizamos gestos de forma casi automática, sin tener en cuenta las consecuencias que pueden tener en nuestra salud. En este caso en concreto, existe un gesto en particular que provoca un aumento de los casos de astigmatismo (visión borrosa), y se trata de frotarse los ojos: ese hábito propio de cuando tenemos sueño o picor, puede generar a largo plazo problemas de visión o, en el caso de ya tenerlos, agravarlos.
El astigmatismo en sí mismo se trata de un problema visual en el que la córnea no adopta la curvatura que debería, de semicírculo, y toma una forma más ovalada, como un balón de rugby, lo que genera problemas de visión tales como visión borrosa y dificultad para ver las luces de farolas y semáforos de forma correcta.
Así pues, al frotarnos los ojos, fomentamos que la córnea aumente esa forma ovalada (en el caso de ya tenerla) o incluso puede llegar a causar astigmatismo cuando antes no se tenía ese problema, debido a la presión y a los movimientos generados al frotar.
Así pues, los oftalmólogos recomiendan evitar en la medida de lo posible frotar los ojos con los puños, si bien se puede rascar la zona de forma suave y controlada, es muy importante no presionar los ojos, ya que este no es el único problema que puede causar.
Frotar la zona de los ojos además puede inducir en infecciones (ya que las manos no siempre están limpias o libres de gérmenes), desprendimiento de retina o daños en la córnea, entre otras muchas consecuencias.
Si el picor o la necesidad de frotar es muy elevada, lo mejor es lavar la zona con agua fría (y con las manos previamente lavadas), ya que puede calmar esa sensación, evitando problemas visuales a futuro.