Salud Bienestar

Una industria farmacéutica fuerte para una Europa más competitiva y autónoma

  • Tribuna de Manuel Zafra, presidente de Merck en España
Las compañías farmacéuticas lideran la inversión en I+D, con un 20% del total nacional

En los últimos años, Europa ha redescubierto el valor de lo esencial: la salud, el conocimiento, la capacidad de producir. Hemos comprendido que la seguridad, también en materia sanitaria, no puede depender de terceros. Nos encontramos en un momento decisivo. Reforzar nuestra soberanía tecnológica y sanitaria no es solo deseable, es urgente. En este nuevo escenario, la industria farmacéutica desempeña un papel que va mucho más allá del desarrollo de nuevos medicamentos.

Nuestro sector es, ante todo, una palanca estratégica para la competitividad y autonomía europea, la innovación y el bienestar colectivo. Y lo es con hechos, no solo con palabras. Pocas industrias logran combinar excelencia científica, capacidad industrial y compromiso con el desarrollo económico como lo hace la farmacéutica.

En España, el impacto del sector es indiscutible: más de 110 plantas de producción de medicamentos de uso humano posicionan a nuestro país como un socio industrial fiable dentro de Europa. Los medicamentos son el quinto producto más exportado y cada euro de inversión pública en ellos genera casi cuatro euros de valor añadido para la economía. Además, el sector crea más de 270.000 empleos -directos e indirectos- de calidad, estables y altamente cualificados.

Este tejido industrial se apoya en un ecosistema científico y de investigación sólido y dinámico. Las compañías farmacéuticas lideran la inversión en I+D, con un 20% del total nacional. España ha sabido aprovechar esta fortaleza: hoy es líder europeo en ensayos clínicos internacionales, por delante de países como Alemania. Solo en 2024 se autorizaron más de 900 nuevos estudios, lo que refleja un entorno competitivo y atractivo para el desarrollo de nuevas terapias.

Sin embargo, hay desafíos importantes que debemos enfrentar si queremos consolidar este modelo y, sobre todo, garantizar que los avances lleguen a quienes los necesitan. Uno de los más urgentes es mejorar el acceso a la innovación. Según el último informe W.A.I.T., elaborado por Efpia, el tiempo medio desde que un fármaco es aprobado en Europa hasta que está disponible en el Sistema Nacional de Salud español es de 616 días. Esta situación genera inequidad y merma el valor de la innovación. Porque una terapia que no llega a tiempo, simplemente, no cumple su propósito.

Pero también en el plano europeo enfrentamos riesgos. En la última década, la participación de Europa en ensayos clínicos globales se ha reducido a la mitad, mientras que China y Estados Unidos siguen ganando terreno. Si aspiramos a mantener nuestra competitividad innovadora y nuestra capacidad de respuesta sanitaria, necesitamos una estrategia conjunta, ambiciosa y sostenida. En este sentido, España, sin duda, puede ser parte activa de esa respuesta. Así lo creemos en Merck.

De hecho, llevamos más de 100 años apostando por nuestro país, con una estrategia basada en el largo plazo, la innovación y el talento. Contamos con tres plantas -biotecnológica, farmacéutica y química- que refuerzan la autonomía productiva nacional. Además, trabajamos con entidades públicas y privadas para acelerar la llegada de nuevas soluciones y asegurar que la inversión en innovación se traduzca en progreso real para los pacientes.

En definitiva, contar con una industria farmacéutica fuerte no es solo una ventaja competitiva, es una decisión estratégica para el futuro del país y del continente. Invertir en el sector es apostar por un modelo productivo sostenible, resiliente y con visión de largo plazo. Es proteger la salud de millones de personas. Por eso, necesitamos algo más que voluntad nacional, es importante que Europa actúe en bloque. Porque ante los grandes desafíos, no debemos ser 27 voces que compiten, sino una única voz que lidera.

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