
Un estudio liderado por la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona ha apuntado que los probióticos pueden contribuir a reducir los síntomas de hiperactividad y mejorar la calidad de vida en niños con autismo o TDAH.
En profundidad
Se está poniendo el foco en el eje intestino-cerebro --una conexión entre el cerebro, el sistema nervioso y la microbiota intestinal-- y se estudia como el conjunto de microorganismos que viven en el intestino y pueden tener un "papel clave" en la salud, informa la URV en un comunicado este jueves.
El ensayo ha contado con 80 niños de entre 5 y 16 años --38 estaban diagnosticados de TDAH y 42 de autismo-- y durante 12 semanas los niños se dividieron en dos grupos: al primero se le administró diariamente un probiótico (Lactiplantibacillus plantarum y Levilactobacillus brevis) y al segundo un placebo.
Se recogieron las respuestas de cuestionarios a los padres de los niños, sobre sintomatología, funciones ejecutivas, calidad de vida y patrones de sueño; y los niños hicieron una prueba que evaluaba su atención y control de la impulsividad tras la intervención.
El equipo observó beneficios, especialmente en la reducción de los síntomas de hiperactividad e impulsividad en los niños más pequeños con autismo y/o TDAH, así como en la mejora de aspectos relacionados con la calidad de vida en el autismo.
La líder del estudio, Josepa Canals, señala que aunque no se observaron cambios significativos en otros síntomas nucleares del TEA o del TDAH, "los resultados ponen de manifiesto el potencial de los probióticos como tratamiento complementario en neurodesarrollo".
Más detalles
En el marco del mismo ensayo clínico, un segundo estudio liderado por Mònica Bulló analizó el efecto de los probióticos sobre la microbiota intestinal de los niños.
Se identificaron bacterias intestinales comunes en el autismo y TDAH que se modificaban después de ingerir el probiótico, como el género Odoribacter, y que podrían explicar la mejora de la salud metabólica y la reducción de síntomas como la depresión y la fatiga.
La intervención con probióticos disminuyó la presencia de bacterias relacionadas con una peor sintomatología clínica, como la Escherichia-Shigella, los resultados refuerzan que se debe "continuar investigando el papel de la microbiota intestinal en los trastornos del neurodesarrollo".