
La salud y el estilo de vida de los padres tienen claros efectos en la salud de los hijos, por ejemplo, si los padres tienen obesidad, enfermedades cardiovasculares o estrés, son factores que pueden verse reflejados en el desarrollo del niño. Ahora, un reciente estudio publicado en la revista Nature Metabolism sugiere que las personas concebidas en los meses más fríos del año (de octubre a abril, aproximadamente) tienen menor probabilidad de sufrir sobrepeso.
El estudio contó con la participación de más de 500 personas y pudo observarse cómo el frío durante la época de fertilización de estos influyó en la actividad de la grasa parda, dando lugar a una menor acumulación de esta y, como consecuencia, menor probabilidad de tener sobrepeso. Concretamente, el gasto de energía fue casi un 6% más en el caso de las personas concebidas en los meses fríos que las que lo fueron en los meses más cálidos.
Las personas participantes presentaban edades comprendidas entre los 3 y los 78 años, considerándose que los padres habían sido expuestos a temperaturas frías antes de que llevasen a cabo la concepción de los hijos, cuando esta tuvo lugar entre octubre y abril, mientras que la exposición a temperaturas cálidas se habría dado de abril a octubre. Aunque se exploró la posibilidad de que la fecha de nacimiento fuese relevante, no se consiguieron datos concluyentes.
Resultados similares a los de otros estudios
Concretamente, las variaciones en la temperatura fueron clave, coincidiendo con otros estudios realizados previamente con ratones. De esta manera, el efecto se produce a través del padre, por incidencia en los espermatozoides. Si bien, en determinados países la exposición al frío es casi inexistente —principalmente por mantenerse en entornos climatizados—, esto podría darse de igual forma debido a los constantes contrastes entre la temperatura interior y exterior, aunque se necesitan más investigaciones al respecto.
Si bien, este estudio no comparó los efectos en el metabolismo de otros aspectos como la temperatura previa a la concepción, la dieta o el microbioma de los padres, entre otros. Esta investigación plantea teorías que abordan cómo el estrés durante el embarazo o la lactancia pueden afectar a la salud futura del embrión o el bebé, en este caso se abordan los factores previos a la concepción, con el fin de encontrar nuevos enfoques terapéuticos.
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