
Los diagnósticos de cáncer aumentarán un 3% en España durante 2025, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). No obstante, este año los fallecimiento han disminuido. Uno de los motivos de este escenario es la rica cartera de distintos tipos de terapias de la que dispone el país. Asimismo, es necesario seguir avanzando en la investigación de tratamientos y para ello, la clave está en integrar todas las innovaciones de manera personalizada, buscando maximizar los beneficios para los pacientes y minimizar los efectos secundarios, según los expertos.
Históricamente Estados Unidos ha liderado la investigación en oncología. No obstante, hoy en día, Europa no se queda atrás. Además, España se ha posicionado como una de las regiones que encabezan este campo en el Viejo Continente, por delante de Francia y Alemania. "En 2024, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) autorizó 930 estudios, de los cuales el 37,6% estaban destinados al desarrollo de fármacos para combatir el cáncer", dice la secretaria científica de SEOM, la doctora Rebeca Lozano. No se puede dejar de lado el "boom asiático", liderado por China y Japón. "Ahora mismo, están arrasando y son países que desarrollan estudios muy rápido", agrega Lozano.
Además, la investigación de nuevos antitumorales enfrenta obstáculos significativos. Desde un aspecto biológico, el cáncer es un proceso heterogéneo y complejo, con características moleculares únicas en cada tumor. "Esta diversidad dificulta en algunos casos diseñar tratamientos que sean eficaces para todos los pacientes", explica Lozano. También su desarrollo requiere inversiones muy elevadas.
Para la jefa de la Sección de Tumores de Pulmón, Cabeza y Cuello y Melanoma del MD Anderson Cancer Center Madrid–Hospiten, la doctora Pilar López Criado, el desafío está en definir y especificar qué es lo que se quiere investigar. "Hay una gran cantidad de estudios y muchos de ellos repiten una y otra vez lo mismo", dice.
Una rica cartera de antitumorales
Se han producido novedades en todas las áreas de la oncología, ya sea en menor o mayor medida, o más o menos interesantes. "Los últimos diez años de innovación son fruto de una investigación de décadas para conocer la enfermedad", apunta el jefe de sección de cáncer de pulmón del Servicio de Oncología Médica y director del Instituto de Investigación del Hospital La Paz (Madrid), el doctor Javier de Castro.
En primer lugar, se debe diferenciar entre dos grandes grupos de tratamientos. Por un lado, las terapias dirigidas. Se utilizan cuando está identificado el por qué, qué genes o qué problemas han dado lugar al tumor. Se encargarán de "apagar ese interruptor que ha encendido la célula cancerígena", dice de Castro.
Por ejemplo, dentro de esta clase, un tratamiento cuyo desarrollo está siendo muy potente son las terapias con células CAR-T. Implica una modificación genética de estas células para añadirles un gen con un receptor que les permite adherirse a un antígeno específico presente en las células cancerígenas. De esta manera, pueden atacar de manera selectiva a estas células. "Estamos educándolas contra ese tumor", indica el doctor Javier de Castro.
Los CAR-T se emplean en el tratamiento de leucemias y linfomas, aunque también se están investigando en tumores sólidos. Cabe decir que se usan como tratamiento de última opción debido a su toxicidad y su coste muy alto. López Criada explica que al ser esquemas muy intensos, hay pacientes que no sobreviven.
El otro gran grupo es la revolucionaria inmunoterapia, que trabaja sobre el sistema inmune. Este no ha identificado el tumor y ha dejado que se desarrolle. Este tipo de tratamientos se empezaron a usar principalmente en melanomas. No obstante, después se autorizó frente a los tumores pulmonares; y posteriormente contra el de mama, digestivo y esófago, entre otros. Asimismo, todavía falta investigación en algunos tipos de cáncer como el de colón.
Con el objetivo de aumentar su eficacia, la inmunoterapia puede ser combinada. Pueden mezclarse distintos tipos de inmunoterapias o esta con otra clase de tratamientos como las terapias dirigidas o la quimioterapia, según explica Pilar López Criado.
Por ejemplo, los ADCS (conocidos como anticuerpos conjugados) es una terapia dirigida e inmunoterapia a la vez. Se emplea en tumores como el de mama, urotelial o pulmón. "Puedes pegarlo a una parte fija. Se adhiere a las células tumorales una sustancia activa que modificamos en función de las dianas que queramos abordar", explica la oncóloga de MD Anderson Cancer Center Madrid-Hospiten.
Los experto explican que la cuestión está quién debe recibir inmunoterapia y quién combinada. Y es que, cuanto más mezclas más riesgos hay, más caro y más complejo es en todos los sentidos. "Si supiéramos con qué paciente no hay que asumir ese riesgo y que con un sola inmunoterapia vas a conseguir buenos resultados, evitaríamos toxicidades en pacientes que son no son necesarias", detalla López Criado.
Por otra parte, el campo oncológico ha protagonizado avances tecnológicos. Desde la incorporación de nuevas técnicas de imagen, pasando por la cirugía robótica, hasta la radioterapia y la secuenciación genómica.
Los radiofármacos es un tipo de terapia dirigida que se lleva a cabo con medicina nuclear. Se utiliza en tumores neuroendocrinos y en próstata. Combinan isótopos radioactivos con moléculas dirigidas que reconocen de forma específica las células cancerígenas. Estos se pegan a la sustancia para la que han sido diseñados. "Es como dirigir una bomba nuclear a la zona donde quiero que actúe específicamente", dice Pilar López Criado.
La secuenciación genómica ha permitido identificar alteraciones genéticas específicas en los tumores. "Ha abierto la puerta a tratamientos dirigidos, diseñados para bloquear esas variaciones", explica Rebeca Lozano.