
Hay un concepto acuñado en Europa que preocupa mucho a los responsables políticos en materia sanitaria y farmacéutica: Biosimilar Void. La expresión apunta a un vacío de biosimilares, lo que traducido a la realidad cotidiana significa una ausencia total de competencia para los medicamentos innovadores que concluyen su periodo de patente.
Cuando un nuevo medicamento llega al mercado goza de un periodo de exclusividad bajo el cuál puede disfrutar de un monopolio. La patente de un fármaco dura veinte años, pero entre el periodo de investigación, desarrollo y aprobación por parte de las autoridades suele quedarse en diez años de media. Cuando concluye ese periodo, otras farmacéuticas pueden sacar un producto igual al mercado, con lo que se reduce el precio que se pagaba antes de la existencia de la competencia.
Realmente existen dos tipos de medicamentos si se observa su composición: síntesis química o biológicos. Los primeros suelen ser sustituidos por lo que se conoce como medicamento genérico una vez concluye la patente, los segundo, por biosimilares. En líneas generales, los medicamentos biológicos son mucho más costosos que los de síntesis química (aunque hay excepciones), por lo que la ausencia de competencia preocupa a los responsables políticos, que solo cuentan con esa herramienta del mercado para reducir sus facturas farmacéuticas.
Pero, ¿por qué se produce ese vacío de competencia en los medicamentos biosimilares? La respuesta más común es la falta de rentabilidad. Cuando un biosimilar llega al mercado, los gobiernos lo utilizan para tratar de reducir el precio del medicamento innovador lo máximo posible. Algunas fuentes del ministerio de Sanidad han apuntado en alguna ocasión que se trata de conseguir un descuento de entre el 20 y el 40%. Cabe recordar que el medicamento es un producto regulado y que los gobiernos tienen políticas concretas para establecer su precio.
En España, por ejemplo, no puede haber ningún medicamento a un precio mayor que otro que esté financiado. Por ejemplo, si un medicamento innovador tenía un precio de 1.000 euros y al biosimilar se le otorga un precio de 800 deuros, del primero tiene dos opciones: o iguala el precio o queda fuera del abrigo público. Además, existe otra herramienta llamada Precios de Referencia, que anualmente revisa todos los medicamentos financiados y revisa a la baja el precio de algunos, según diversos criterios.
Ahora, el momento es propicio. Los medicamentos biológicos innovadores son productos del siglo actual. La mayoría de ellos comenzaron su proceso de invención en la primera década, por lo que ahora es el momento en el que las patentes caducarán. De hecho, el informe de la consultora farmacéutica Iqvia señala que hasta el 55% de los fármacos biológicos que van a perder la protección de la patente entre los años 2023 y 2027 carecen de biosimilar en desarrollo. De ahí la preocupación actual hacia ese Biosimilar Void.