
La reestructuración de Grifols ha terminado en los juzgados. Dentro de su plan de desinversiones, la firma de hemoderivados tomó en noviembre la decisión de cerrar el negocio de bolsas de sangre al considerarlo no estratégico. La compañía bajó la persiana a las fábricas de Murcia y Brasil, que servían a la unidad, a pesar de tener contratos en vigor con clientes. Y algunos no se quedaron de brazos cruzados: la estadounidense Cerus Corporation presentó una demanda en un juzgado catalán y la Agencia del Medicamente de Irak exige una compensación por el fin del servicio.
La compañía norteamericana inició un procedimiento en los juzgados de Rubí (Barcelona) el pasado mes de enero en el que pedía de manera cautelar que se suspendiera el cierre del negocio de bolsas de sangre. Del mismo modo, inició un arbitraje en el Reino Unido alegando que Grifols finiquitó el contrato de manera negligente. Cerus y la cotizada española escogieron un árbitro cada uno y estos dos seleccionaron a un tercero para componer el tribunal.
Tras varios meses, eso sí, las dos compañías han solicitado ahora que tanto el proceso en España como el británico se frenen hasta septiembre para buscar un acuerdo extrajudicial que agilice la compensación para la empresa estadounidense. Según explica la empresa codirigida por Víctor y Raimon Grífols, ahora mismo existen negociaciones para alcanzar un pacto que mantenga su relación comercial "bajo términos satisfactorios".
Grifols también negocia compensaciones con Kimadia, pero las conversaciones "van muy lentas"
La colaboración entre ambas marcas se produce desde hace 15 años. En 2007, Cerus y la empresa de hemoderivados catalana acordaron la comercialización del sistema Intercept de la estadounidense en España y Portugal, que reducía las posibilidades de contaminación en las transfusiones sanguíneas.
Sin embargo, Cerus no es el único cliente descontento con la decisión de la firma catalana. El cierre del negocio de bolsas también ha motivado un conflicto con la agencia del medicamento de Irak (Kimadia). La entidad había adjudicado a Grifols el suministro de estos artículos, pero una vez discontinuada la actividad se quedó sin proveedores. Por ello, la institución asiática exige una compensación y pretende sancionar a la compañía española.
Según la propia Grifols, existen negociaciones con Kimadia para evitar ir a los tribunales. No obstante, admite que las conversaciones "van muy lentas".
Cierre y ERE del negocio de bolsas
La empresa de hemoderivados notificó en noviembre que iba a cerrar el negocio de bolsas de sangre y clausurar las fábricas de Murcia y Brasil; la última inaugurada en 2019. La firma dejó de considerar estratégica la división, que apenas representaba una parte del negocio hospitalario (el 2% de la facturación del grupo). Lo hizo de la mano de un ERE que se aplicó para 95 personas que desempeñaban sus funciones en el centro español. Además, incluyó la posibilidad de traslados a los centros que tiene en Cataluña y alcanzó compromisos de recolocación con otros trabajadores.
Según explicó en su momento, era una unidad muy poco rentable y la incluyó en el plan de desinversiones arrancado en el último año para reducir la deuda. La última venta de esta hoja de ruta ha sido la de los activos de su filial estadounidense Goetech LLC, que opera bajo el nombre MedKeeper. Grifols anunció la pasada semana que se había deshecho de la organización, que pasó a manos de la norteamericana Becton, Dickinson and Company por un precio de aproximadamente 93 millones de dólares.
Antes, en diciembre, firmó la venta de la filial VCN Bioscience con Synthetic Biologics por 75 millones de dólares. También se realizó una reducción de 25 millones en la línea de tecnología de hemostasis y se llegó a un acuerdo para la venta de un software para hospitales por otros 100 millones de dólares.
Como explicó elEconomista.es, la cotizada aspira a captar hasta 300 millones de euros entre desinversiones y ahorros.