
La obesidad es uno de los principales problemas de salud en España con un 53,6% de prevalencia, según la Encuesta Europea de Salud en el país. Esta situación abre las puertas a las "dietas milagro" que se caracterizan por la supuesta rápida pérdida de peso, pero conllevan grandes riesgos. Estas tienen una gran popularidad.
Estas dietas suponen graves peligros para el bienestar de la persona como deficiencias nutricionales, daños en órganos como los riñones o el hígado; y cambios metabólicos que afectan al buen funcionamiento del organismo. La Fundación Española de la Nutrición cuenta que cada vez hay más estudios sobre las dietas, pero que "la gente prefiere perder peso de forma inmediata y no poco a poco". También afirman que la dieta mediterránea, es decir, la "anti dieta" es la más común.
Desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) defienden que "una dieta saludable está formada por una variedad de alimentos de alta calidad nutricional, cuya seguridad esté garantizada y, además, en la medida de lo posible, hayan sido producidos de una manera sostenible con el medio ambiente".
Para perder peso y no poner en riesgo la salud es importante hacerlo de una manera controlada y guiada por un nutricionista que tenga en cuenta el metabolismo, la composición corporal y el historial clínico, entre otros para el éxito a largo plazo.
"Cuando terminan este tipo de dietas, hay tanta ansiedad por comer que se recupera lo perdido y se gana más peso. La pérdida de peso saludable y más perdurable en el tiempo es la que implica de 1/2 kilo a 1 kilo de grasa corporal/semana sin perder masa muscular. El nutricionista hace este seguimiento de la corporación corporal con instrumentos de medición (plicómetro, cinta métrica...) y corrige el perfil nutricional de la dieta para evitar la pérdida de masa corporal", explica Alma Palau, presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas.
Al utilizar este método se produce un descenso de peso, pero con el paso del tiempo pasa a ser insostenible provocando la privación de nutrientes, la restricción de alimentos y la reducción drástica de calorías. Esto hace que sean poco efectivas, asegurando el "efecto rebote" y creando un círculo vicioso que puede comprometer a la salud física a largo plazo.
Por otro lado, las dietas milagro pueden suponer una amenaza para el bienestar mental. "El supuesto objetivo es conseguir resultados inmediatos y sin esfuerzos, lo que resulta deseable y poco alcanzable. Puede funcionar como detonante de diversos trastornos de conducta alimentaria, especialmente en personas con baja autoestima y fuertes valores estéticos", dice la psicóloga de BluaU de la entidad, Margarita Carrasco.